a verdad es que no está la cosa para mucho turismo, me apiado de las agencias de viajes y todo ese mundo, que no lo estará pasando muy bien que se diga. Es cierto que para estar en algún lugar sagrado no es necesario a veces ni coger el coche, seguro que cerca de casa tienen ustedes alguna iglesia, alguna ermita y si la cosa se pone mal incluso algún cementerio.

Al margen de sus creencias, cierto es que por todo el mundo tenemos lugares sagrados que nos dejan la boca abierta. Desde la Mezquita Azul de Estambul hasta el Templo del Loto en la India pasando por miles de sitios más. Está claro que cuando la arquitectura y el silencio se ponen de acuerdo merece la pena pasar allí un buen rato.

Con esta losa que tenemos sobre nosotros desde hace un año se complica mucho visitar lugares sagrados y si nos centramos en nuestro querido fútbol la cosa esta parecida.

El lugar sagrado que nos ha birlado la pandemia a los futboleros claramente es el vestuario, ese lugar también es sagrado por mucho que no siempre reine el silencio. Siempre he pensado que los partidos de fútbol empiezan cuando uno entra a su vestuario y no cuando pita el árbitro.

Quien ha pasado muchas horas de su vida en vestuarios sabe que ahí se puede ganar, se puede perder, se habla, se llora, se ríe, se sufre, se aprende, se hace piña y lo que haga falta pero sobre todo se sabe que lo que pasa ahí adentro es sagrado.

Por suerte he pasado muchas horas en esos lugares sagrados del fútbol y he vivido muchas experiencias que no creo que vea en ningún otro lado.

En un vestuario los hombres pueden llorar como niños, los propios niños atienden que ya quisieran los profesores o las mujeres se unen a muerte por conseguir sus metas. No sé si son lugares de culto pero les puedo asegurar que lo que pasa en un vestuario solo pasa en un vestuario.

Nos toca una época en que ni Dios entra a un lugar sagrado por difícil que sea de entender, esperemos que pronto se abran los candados y esos vestuarios vuelvan a respirar fútbol para que sigamos aprendiendo en ellos… y de ellos.

El autor es técnico deportivo superior.