Probablemente los nombres de Elías y Miguel Tomé apenas signifiquen nada fuera del mundo del fútbol navarro. Ahora mismo no acaparan portadas nacionales ni se espera que levanten un título a nivel mediático en el corto plazo. Simplemente son padre e hijo, comparten la misma pasión por el fútbol y el destino ha querido que este fin de semana se vean las caras por primera vez. Es por ello por lo que el Subiza - Beti Kozkor que se disputa este domingo en Sotoburu (12.00 horas) será especial para ambos. Miguel defenderá la camiseta del Subiza, mientras que en el banquillo visitante se sentará su padre, Elías.

Más allá de la ilusión que les genere el encuentro, cabe recordar que su día a día es una constante negación a parejas, amigos y familiares por el simple placer de jugar cada siete días, hipotecando los fines de semana desde mediados de septiembre hasta finales de mayo, tiempo en el que dura la competición. Suena el despertador cada mañana y Elías se va a trabajar a su empresa mientras que Miguel atiende sus obligaciones académicas -es estudiante de Física- porque, de momento, no pueden permitirse el lujo de vivir del balompié.

A varios días de que llegue el encuentro, Miguel no esconde que va a jugar su "partido más especial hasta la fecha. Siempre hace especial ilusión enfrentarte a tu padre por primera vez, aunque nos hayamos visto en partidos amistosos, pero no tiene nada que ver a un encuentro oficial". Elías, a pesar de que ha vivido infinidad de partidos como jugador y entrenador, afirma que "la verdad que este es el partido más especial en toda mi carrera. Me he enfrentado a exequipos, pero no tiene comparación".

El partido va a tener un pique especial dentro de la familia, pero de momento se encuentran "tranquilos", como admite Elías. "Le dije a Miguel que en toda la semana no le voy a preguntar nada, le voy a dejar tranquilo porque creo que mi labor como entrenador es dejarlo tranquilo. Ya llegará el partido. Él sabe cómo juego y yo conozco muy bien al Subiza", añade.

Elías y Miguel Tomé sujetan un balón en el campo de fútbol de Orcoyen. Foto: Iñaki Porto

En verano, Miguel regresó de una beca deportiva en Estados Unidos por LaLiga y Osasuna a la que accedió mediante una serie de condiciones, tanto deportivas como académicas que reunía. En ese momento, Elías tenía varias ofertas para entrenar en Tercera, tanto en Navarra como en La Rioja. "Cuando vuelve Miguel de Estados Unidos, sé que vuelve a Osasuna, pero a la disciplina del Subiza, y yo tengo varias propuestas de Tercera, el Beti Kozkor de Navarra y alguna otra de La Rioja. Más allá de lo que vi en Lekunberri, que me gustó, estaba el aliciente de que si fichaba me iba a encontrar con mi hijo", expone.

Sus caminos se van a cruzar 99 días después de que comenzara la competición. El Subiza comenzó la temporada enlazando siete victorias consecutivas, algo que, en palabras de Elías, sorprendía a todos los que "conocemos la Tercera, porque en Navarra es muy física, de mucha disputa y donde la experiencia dan un plus a los equipos. Y ves un Subiza prácticamente nuevo, con juveniles y piensas que lo va a pasar mal porque tienen que ir a Cortes, Lekunberri, Cintruénigo... pero ahora hablamos de algo totalmente diferente".

"En ese sentido", expone Miguel, "César Monasterio y David Lázaro nos mantuvieron los pies en el suelo, porque nos podía ganar cualquier equipo, incluso de abajo, y nosotros eso lo hemos experimentado", al tiempo que reconoce que le resulta complicado destacar una sola cosa de su padre "porque es difícil. En tema futbolístico, cómo utiliza los espacios, cómo mantiene enchufado al equipo y el tener una misma idea, un estilo de juego que no la cambia por ningún rival".

"Académicamente, Miguel es un chico muy brillante. Sabe interpretar el juego y tácticamente es muy inteligente, más allá de si tiene buen disparo, buena conducción...", destaca Elías. La pasión por el fútbol le viene a Elías Tomé "desde crío, que jugué en el Tudelano. Luego vine a Pamplona, estuve en el juvenil de Osasuna y el Lagunak fue mi debut en Tercera con Emilio Remírez, que ha sido mi referente. Cuando el fútbol decide dejarme a mí me planteo ser entrenador. Y hay una persona fundamental, que es Patxi Bator, que me da las riendas del Burladés en Tercera y al que siempre le estaré agradecido".

Miguel, que no sabe si se sacará el título de entrenador, señala que "desde que tengo memoria tengo un balón en los pies. Empecé jugando en el colegio, en fútbol 8 pasé al Pamplona y el primer año de fútbol 11 ya entré en Osasuna hasta hoy".

Se da la circunstancia de que los dos equipos son prácticamente nuevos en la categoría, con la diferencia de que el Beti Kozkor ha empezado de cero, y los componentes del Subiza llevan tiempo jugando juntos. "Le digo casi todas las semanas de que van a ir hacia arriba porque han tenido un comienzo complicado y están demostrando que están sacando resultados complicados en campos complicados", analiza Miguel.

El convivir entre cuatro paredes, y que el fútbol esté a la orden del día entre los temas de conversación, hace que padre e hijo se den pistas sobre sus rivales. "La diferencia entre entrenador y futbolista es que termina el entrenamiento y el jugador ya ha terminado, mientras que el entrenador ya está pensando en el siguiente, cómo juega el rival... en casa pienso en fútbol y lo comento con Miguel y nos damos pistas".

Para el domingo, Elías cree que el resto de la familia apoyará a Miguel, "a quien le hemos seguido desde pequeño", pero le gustaría ganar "0-2, pero la realidad es otra y el Subiza se va a imponer porque somos unos recién llegados a la Tercera". Miguel que no tiene tan claro que se vaya a cumplir el pronóstico de su padre, vaticina que "será empate a 1".

Al acabar el partido, y pase lo que pase, los dos se irán a comer en familia. Eso sí, quien pierda deberá pagar la comida. "Pero si es empate, que pague mi mujer", finaliza bromeando Elías.