Pamplona - Hay muchas maneras de entender la vida y otras tantas de entender el baloncesto. José Alberto Jiménez (18/06/1996) decidió que la pasión era la mejor de todas ellas. Siempre hay un grito para arengar a los suyos, las penetraciones son para comerse el aro y si hay que lanzar bajo presión, pues se lanza. “Siempre he sido muy competitivo. Me gusta competir, tengo ese carácter y siempre que piso una pista salgo a ganar”, comenta el alero del Basket Navarra, que es el típico que quieres tener en tu equipo, pero nunca como rival.

Su historia comienza en Coín, una localidad de unos 20.000 habitantes en la provincia de Málaga. Es ahí donde se cruzó con la pelota naranja por primera vez en el colegio Nuestra Señora de Lourdes. No se le daba mal así que el Deportivo Coín decidió hacerle ficha e incorporarlo a sus filas.

Destacó sobre el parqué y llamó la atención de uno de los clubes más importantes del panorama nacional: el Unicaja. Su historia en la cantera malagueña es sinónimo de éxito. Compartió camiseta con un NBA como Domantas Sabonis -hijo de Arvydas- y se vio las caras con otro NBA, Kristaps Porzingis, que por aquel entonces era un escuálido pívot letón que se fogueaba en la cantera Cajasol Sevilla.

Jiménez brilló y le llegó una llamada de las que cambian una carrera deportiva. La selección española le daba la oportunidad de disputar un Europeo y un año más tarde un Mundial. Como cachorro de la ÑBA perteneció a una camada que ha acabado haciendo carrera en esto del baloncesto. “Coincidí con Marc García (Fuenlabrada), Xabi Oroz (Guipuzkoa Basket), Yankuba Sima (Basquet Manresa), Francis Alonso, que mete 30 puntos en la NCAA...”, enumera José Alberto.

Todo iba sobre ruedas, pero un infortunio le esperaba a la vuelta de la esquina. El joven, decidido a conjugar baloncesto con estudios universitarios, aceptó una beca de la Eastern Florida State College. Lo que pintaba como un sueño se tornó en pesadilla: noches durmiendo en el suelo, carencia de bonos de comida, peleas entre compañeros e incluso episodios de racismo. Una combinación que le obligó a hacer la maleta y regresar a España. “Eso me hizo cambiar la mentalidad”, resume el alero que a su vuelta se encontró con un contrato de David Mangas -exentrenador del Basket Navarra- para que se uniera al Óbila.

De Ávila pasó a Morón (Sevilla), donde jugó dos temporadas antes de sumarse al proyecto del BNC y poner rumbo a una ciudad muy diferente a su Coín natal. “Me esperaba otro tiempo, con mas frío y más lluvia, pero parece que este año me he traído un poco del sol de Andalucía”, comenta entre risas.

Jiménez está encantado con el otro Jiménez -su entrenador- y con el club en general. “En el club, muy bien. Yo también soy bastante abierto y me llevo bien con todo el mundo. Es un club muy serio, una de las mejores infraestructuras de LEB Plata”, destaca, a la vez que asegura que el ascenso a Oro es el objetivo del equipo.

El malagueño dice que va a los entrenamientos con las “orejas abiertas” para aprender de Narros, Hernández-Sonseca y García.

Jiménez sigue jugando con pasión, dando gritos y sacando músculo. ¿Provocador? Él no lo ve así. “No soy provocador. Si grito o celebro una canasta lo hago por mis compañeros”, justifica el alero, que sigue viviéndolo como cuando era un chiquillo en Coín: con mucho corazón.

duelo directo hoy ante almansa

Arrosadía (20.30 h). Después de resolver con dos grandes victorias sus dos últimos partidos fuera de casa, Basket Navarra apela al factor Arrosadía en su regreso a Pamplona para, ante un rival directo como el Afanion CB Almansa, dar un salto hacia delante en la lucha por el ascenso. El equipo navarro vuelve a casa para medirse a un rival con el que está empatado en la clasificación. De hecho, hay un quíntuple empate del 3º al 7º, en una fase de ascenso que tiene la enorme igualdad como principal seña distintiva. Basket Navarra se encuentra en un buen momento, ha sumado cinco victorias en los siete partidos disputados en esta segunda etapa de la temporada, ha logrado voltear a su favor su balance de resultados -ya son nueve victorias, por ocho derrotas- y ahora tiene ante sí una buena oportunidad de dar un golpe encima de la mesa de la lucha por el ascenso. Una nueva victoria en Arrosadía permitiría a los rojos acercarse un poco más al objetivo.