vitoria - Por segunda edición consecutiva, la final de la Final Four se adelanta al viernes. Al menos de manera virtual. Porque lo cierto es que la segunda semifinal que disputarán esta noche el CSKA de Moscú y el Real Madrid tiene todo el aroma de duelo anticipado por el cetro continental. Sobre el parqué del Buesa Arena comparecerán los dos conjuntos más laureados del Viejo Continente solo que, al igual que sucedió hace doce meses, en esta ocasión no lucharán todavía por agrandar su palmarés sino por la posibilidad de hacerlo el domingo.

Rusos y merengues son siempre dos fijos en las quinielas que se realizan al inicio de cada temporada para designar a los favoritos al título y están acostumbrados a cumplir con su papel. Al menos para pelear hasta el último segundo por ello porque, evidentemente, la competición únicamente reconoce un único ganador y en lo más alto del podio solo hay sitio para uno.

Pero precisamente su demostrada capacidad para sobrellevar una presión que acabaría a las primeras de cambio con las aspiraciones de grupos menos sólidos y la experiencia de haber protagonizado infinidad de situaciones similares les mantienen, también en esta ocasión, como firmes aspirantes a la victoria final. En Belgrado fue el Real Madrid el que se llevó el gato al agua para, posteriormente, redondear sus vitrinas con la décima copa de campeón de Europa.

Un recuerdo que provocará reacciones opuestas en ambos contendientes. En el caso moscovita, le espoleará para tratar de buscar una venganza deportiva que le sitúe ante la posibilidad de conquistar su octavo cetro continental. Más aún todavía teniendo en cuenta que este CSKA desprende un peligroso tufillo a fin de ciclo que, en el caso de no abandonar Vitoria con un nuevo éxito, amenaza con llevarse por delante desde al técnico Dimitris Itoudis a varias de las estrellas que han defendido la camiseta roja durante las últimas campañas.

Por lo que respecta al Real Madrid, en cambio, le muestra el camino a seguir y le aporta la confianza que siempre se obtiene de haber sido capaz de superar un examen de la máxima envergadura. En el conjunto blanco, además, también cuentan con motivaciones adicionales. Y en este sentido el escenario en el que se disputa este torneo adquiere un papel protagonista. Pablo Lado está a las puertas de conseguir nada menos que su tercera Euroliga como entrenador precisamente en la ciudad que le vio nacer y en la que ofreció sus mejores años como jugador profesional. Un escenario desde luego difícilmente mejorable y en el que el preparador alavés ya ha levantado alguno de los muchos trofeos que adornan su palmarés.

En lo estrictamente deportivo, ambas escuadras se presentan en esta semifinal con las fuerzas muy igualadas. Es verdad que la rusa se ha impuesto en las dos ocasiones en las que se han enfrentado durante la temporada y que quedó un peldaño por encima en la clasificación a la conclusión de las treinta jornadas pero no lo es menos que ambos encuentros se decidieron por un margen muy estrecho y que el Madrid tenía asegurada también la ventaja de campo en la eliminatoria de cuartos.

Así pues, todo apunta a que la tónica del equilibrio se mantendrá también en esta cita. Una de las cuestiones que puede desequilibrar la balanza es el estado físico de dos de los principales baluartes de ambos bloques y antiguos compañeros. Por el lado ruso Sergio Rodríguez sufrió un inoportuno esguince de tobillo la pasada semana y, aunque a priori está recuperado, habrá que ver si puede actuar al cien por cien. Y en el Madrid Sergio Llull también hace poco que ha dejado atrás la lesión que le obligó a parar varias semanas. Del rendimiento de estos dos generadores de juego dependerá en gran medida la suerte del choque.

Eso y, claro está, el pulso que mantendrán ambos entrenadores para tratar de aprovechar uno su superioridad en el juego interior con Tavares y Ayón -Pablo Laso- y evitarlo a toda costa el otro -Itoudis- creando trampas que impidan que el balón llegue a la zona.