vitoria - El Baskonia destruyó al Estudiantes en la bautismo liguero tras una pletórica segunda mitad, pero el empacho no pudo ser pleno ni la alegría completa. La victoria era algo que se daba casi por descontado antes del salto inicial, lo que nadie esperaba era un mazazo tan terrible a las primeras de cambio como la nueva lesión de Jayson Granger con la elástica azulgrana. No habían pasado ni dos minutos desde el pistoletazo de salida al nuevo curso y los peores fantasmas del base uruguayo revivieron de la peor manera. Las imágenes pusieron rápidamente de manifiesto que el tobillo izquierdo -tan castigado a lo largo de los dos últimos años- no estaba afectado y sí el tendón de Aquiles, de ahí los temores a que incluso pueda perderse la totalidad de la temporada.

Al efectuar un desplazamiento lateral en el marcaje a Phil Pressey, Granger vivió el enésimo infortunio desde que fue reclutado por el Baskonia. Su desgarrador llanto en el banquillo, donde no encontró ningún tipo de consuelo ni aliento por parte de algún miembro del staff técnico, supuso el preludio de su marcha a un hospital vitoriano en busca del diagnóstico más benigno posible. En cualquier caso, la lesión tiene muy mala pinta y hace temblar los cimientos de un club que el pasado ejercicio ya se mostró incapaz de encontrar soluciones a la plaga de golpes que recibió. Cabe recordar que su etiqueta de cupo de formación ensombrece la posibilidad de hallar algún sustituto de ciertas garantías.

El club de Querejeta cruza actualmente los dedos para que el percance sufrido por una de sus piezas básicas del engranaje no sea excesivamente grave, aunque los primeros síntomas no son nada halagüeños. Desde las entrañas del Buesa Arena ya se habla de “una lesión grave”. Si el tendón de Aquiles está roto, puede quedar muchos meses fuera de combate. En definitiva, un contratiempo que amenaza con dejar huérfana una dirección de juego donde Vildoza acumula un enorme desgaste físico y mental tras el Mundial de China.

redención a tiempo El Baskonia pareció acusar el golpe psicológico de perder a Granger a las primeras de cambio y sufrió más apuros más de lo que indicaba el guión inicial, en parte por sus desatenciones defensivas, la excelsa calidad de Brizuela -indefendible hasta el intermedio para los muchos defensores que le encomendó Perasovic- y el volcánico acierto triplista colegial. Sin embargo, el decorado varió por completo tras el pertinente periodo para la reflexión. La reprimenda de Perasovic debió ser de órdago, ya que el combinado alavés regresó a la cancha con bríos renovados.

El intercambio de canastas dio paso a un incontestable monólogo local. Pese a su tempranera tercera falta, Shengelia mostró el camino a sus compañeros con una álgida producción anotadora. El Baskonia ajustó una defensa hasta ese instante blanda y desarboló a su rival a base de eléctricas transiciones y un ritmo voraz. Casi todo fueron noticias positivas respecto a los nuevos, aunque lo cierto es que el Estudiantes fue un juguete roto y no planteó la más mínima impresión.

Los flamantes fichajes para este ejercicio dejaron buenas sensaciones, especialmente Henry. Dinámico, eléctrico y vertiginoso, el ex del Unics Kazan inyectó pimienta a la velada con un baloncesto vertical que no halló respuestas en un forastero apocado y carente de fe. Eric dejó fogonazos en cuanto a lo que se le pide -intensidad, bloqueos y trabajo sucio- mientras que Fall extendió el terror con varios tapones y canastas en las inmediaciones del aro. En cualquier caso, habrá que aguardar a exámenes más exigentes para sacar conclusiones más fidedignas.

Dos triples consecutivos de Dukan en los albores del tercer cuarto fueron la antesala del despegue baskonista. A raíz del 51-52 establecido por el ala-pívot croata desde la larga distancia, el equipo vitoriano desató la tormenta y devoró por completo a un Estudiantes rendido en el plano emocional y bajo mínimos de respuestas en el plano físico. Por ende, quedaron patentes las sensibles diferencias entre un aspirante al Top 8 de la Euroliga y un simple aspirante a la permanencia en la ACB que no levanta cabeza desde hace años. Para entonces, el Buesa Arena seguía con el corazón completamente encogido y pendientes de las noticias de un hospital gasteiztarra.

DOS CARAS DISTINTAS El Baskonia se empeñó en intercambiar canastas con su rival en una primera mitad presidida por las desatenciones defensivas, pero tras el descanso varió por completo el decorado. Emergió un equipo con el colmillo afilado que desarboló a los colegiales a base de rápidas transiciones y un baloncesto más enérgica y físico.

SIN RIVAL El Estudiantes se hundió por completo tras dos triples de Dukan en los albores del tercer cuarto. A partir de ese momento, fue triturado en un Buesa Arena más pendiente de las preocupantes noticias sobre el estado de la lesión de Granger que del propio juego en sí.