uando era pequeño, como muchos críos de mi edad, no entendía qué sentido tenía pasarse un buen rato dando vueltas a un circuito de carreras para ver quién era el primero en cruzar la línea de meta. Ya fueran coches o motocicletas, se me antojaba aburrido de solemnidad recorrer el mismo trazado una y otra vez para llegar al punto de partida inicial, sin descubrir nada nuevo.

Con el paso de los años, la afición por los coches y las motos fue creciendo y llevó aparejado el interés por las carreras. Ver qué automóvil o motocicleta era más potente, veloz, ruidoso, llamativo e intimidatorio pasó a convertirse en algo apasionante, y aquellas soporíferas carreras que contemplaba con desidia en la infancia se tornaron en emocionantes competiciones en las que suspiraba por que mis marcas y pilotos favoritos se hicieran con la victoria. Las pruebas de velocidad de motos, con las de 500 centímetros cúbicos como culminación, y las de coches, con los campeonatos mundiales de rallyes y de Fórmula 1 como citas estelares, se transformaron en todo un aliciente un buen número de domingos al año.

Lo que desconocía en aquellos primeros años de juventud es que las carreras eran además uno de los mejores escenarios para desarrollar tecnologías que luego llegarían a los vehículos fabricados en masa, quizá porque entonces consideraba que las competiciones eran un mundo aparte, un escenario en sí mismo, sin más conexión con el resto de los aficionados que la pasión que despertaban en nosotros.

Soichiro Honda, ingeniero fundador de la marca de su mismo nombre, tenía una frase celebre en su día: "Ganar carreras el domingo y el lunes vender motos" -que es con lo que comenzó haciendo Honda antes de producir otros muchos artefactos más, entre ellos coches-, con el añadido de desarrollar en la competición nuevas tecnologías aplicables a la producción en serie. Así, cuando en Honda se preguntan para qué sirve la Fórmula 1 (F1), la respuesta es: "En cualquier deporte de automovilismo pasan más cosas fuera de la pista que dentro. Las derrotas se viven como dramas deportivos, pero en realidad son victorias porque permiten avanzar en el desarrollo de soluciones tecnológicas que, después, se aplican en los automóviles que conducimos".

Es el caso del nuevo Honda Jazz híbrido, "cuyo sistema e:HEV está directamente inspirado en la tecnología híbrida de máximo nivel desarrollada por la marca en los circuitos. En un fin de semana de Gran Premio, los equipos de F1 capturan millones de datos a través de los cientos de sensores instalados en cada monoplaza, cuyo análisis es crucial para este deporte. Durante las carreras, los ingenieros de F1 de Honda evalúan y modifican constantemente la relación de energía recuperada y entregada posteriormente por el sistema híbrido para ofrecer un rendimiento óptimo".

La unidad de potencia híbrida de Honda para la F1, denominada RA620H, como cualquier sistema híbrido avanzado, "basa su funcionamiento en la recuperación de la energía que se genera en la frenada y con los gases de escape para producir un extra de potencia que se emplea en la fase de aceleración y minimizar el retraso de actuación del turbo. Del mismo modo, el sistema híbrido de Honda, el e:HEV, desarrollado recientemente para el Jazz, aplica estos conocimientos en la vida real para proporcionar al conductor una relación potencia-eficiencia óptima en cualquier momento de la conducción".

Como nos recuerdan desde la marca japonesa, "en los circuitos la eficiencia lo es todo, tanto en términos de potencia como de ahorro de peso. Dos factores determinan la potencia de salida: el caudal de combustible y la eficiencia del motor. La regulación de la F1 fija un caudal de combustible máximo de 100 kg por hora, de modo que lo único que los equipos pueden hacer para ganar ventaja es mejorar la eficiencia del motor. Si un equipo consigue que sus monoplazas necesiten una cantidad de combustible inferior a la máxima permitida, podrán comenzar la carrera con un automóvil más liviano, lo que tiene un impacto directo en los tiempos por vuelta. Por cada cinco kilogramos de peso reducido, un automóvil es aproximadamente dos décimos por vuelta más rápido". Esta eficiencia que busca ganar carreras, trasladada a los Honda de producción en serie, reduce consumos y emisiones. Así, ganamos todos.

Aprovechar al máximo la energía potencial de la gasolina es el reto tanto en la F1, donde solo vale ganar, como en la conducción diaria

El urbano Jazz es el modelo de acceso a la gama Honda, pero cuenta con tecnología heredada de la Fórmula 1