François Beoringyan (4/10/1974, El Chad), entrenador de Asier Martínez, vivió desde Antequera el cuarto puesto de su pupilo en el Europeo de Torun. Para el técnico del Grupompleo, el vallista de Zizur es uno de los grandes ganadores del Campeonato al haberse consolidado como un atleta de élite. Sus pupilos empiezan a generar ruido mediático, pero él sigue trabajando en silencio. Tranquilo, meticuloso y cercano. Considerado como un padre por Asier Martínez. Una entrega total al deporte que ama y que lleva enseñando en Larrabide desde hace 19 años, cuando llegó desde París. De la escuela francesa trajo su concienzudo análisis técnico y aprendió de la cubana la planificación de cara a las grandes competiciones. Con su ojo mágico, llevó a Asier Martínez de la altura -donde poseía los récords navarros sub-16 y sub-18- a las vallas. Y no se equivocó. Ya es el cuarto mejor de Europa.

¿Qué sabor de boca le dejó el cuarto puesto de Asier Martínez?

-Nos deja un sabor de boca espectacular. Al final, se suele respetar la lógica en el atletismo y él llegaba con la séptima mejor marca. Si ha quedado cuarto, es porque lo ha hecho súper bien y otros que eran mejores no han estado en sus marcas. Para nosotros, hacer cuarto es igual que sacar medalla, tiene el mismo valor. Este puesto confirma que Asier es un atleta de alto nivel, de élite y que ya puede empezar a soñar con objetivos más grandes. Ha demostrado que no tiene mucho menos que los tres primeros. Yo creo que si hay un ganador en este Campeonato, quitando los medallistas, es él. El uno de los grandes ganadores de este Campeonato porque ha pasado de ser un chaval de 20 años muy bueno a ser ahora un atleta de élite. Y me imagino que algún día llegará el premio de la medalla porque está llamado a ello en un futuro próximo.

¿Cómo vivió la final?

-Con muchos nervios, como todos (ríe). Aunque la verdad que menos que en la semifinal, porque pasar a la final era nuestro objetivo. Una vez en la final, todo lo que llegara era un premio.

Usted no pudo viajar a Torun. ¿Dónde vio el campeonato?

-Yo estaba en Antequera, porque había un Campeonato de España sub-20. La semifinal me pilló justo cuando iba a entrar a cámara de llamadas con un atleta y la final ya la vi solo en mi habitación, con calma y tranquilidad.

Supongo que hablaría con Asier por teléfono.

-Sí. Hemos estado hablando estos días antes y después de cada carrera, intercambiando opiniones e intentando corregir cosas desde la distancia.

¿Qué fue lo primero que le dijo después de terminar cuarto?

-Le dije: "¿Cómo se siente al ser cuarto de Europa?" La verdad es que es una pasada lo que ha conseguido. Creo que a más no podía aspirar. Ya sabíamos que las medallas estaban muy caras y que los que iban por delante eran inalcanzables. El cuarto puesto era lo máximo que podíamos conseguir. Para nosotros, quedar cuarto, quinto, sexto, séptimo u octavo nos daba igual: con estar en la final ya habíamos ganado.

Aun así, se quedó solo a cuatro centésimas del podio.

-Sí, pero el tercero es Dal Molin, que tiene 7.51 y que ya le ganó a Asier en el mitin de Madrid. Pero la idea era esa también: correr sin complejos, sin miedo, con ambición y ver que no había tanta diferencia con ellos. Son mejores, pero tampoco están tan lejos.

Asier siempre compite muy bien en las grandes citas. Parece que no nota la presión.

-La presión la llevamos por dentro. Intentas que no te superen los nervios. Y luego, como se encuentra bien tanto entrenando como compitiendo y tiene una dinámica positiva, va creciendo. La verdad es que lleva muchos meses entrenando muy bien y hemos conseguido llegar en forma justo a este Europeo.

El domingo volvió a bajar su marca personal a 7.60, que el creía que era su límite para esta temporada.

-Sí. Con un poquito de suerte podría haber hecho 7.58 o 7.59, pero nos quedaba poco por mejorar este año. Tal vez la salida, que sigo pensando que no es mala, pero no tan buena como la de los mejores. La verdad es que tiene una muy buena técnica y físicamente a mejorado mucho, pero es cuestión de tiempo. Llega un momento en el que hay que sumar entrenamientos para que se note un poco más el aspecto físico. Ya habíamos exprimido todo lo posible estos meses y la próxima semana vamos a empezar ya a preparar el aire libre.

¿Cuáles son los objetivos de cara al verano?

-Nosotros, aunque hagamos pista cubierta, orientamos siempre la planificación al aire libre. Los objetivos que marcan la preparación son los Campeonatos de España, tanto absoluto como sub-23. Luego, intentamos ser razonables y este año, aunque haya Juegos Olímpicos, lo vemos todavía lejos. Hay un Europeo sub-23, donde creo que va a poder pelear por la final y, por qué no, por las finales. Y, de forma general, el objetivo es mejorar año a año. Con lo que ha hecho en pista cubierta y si no tiene lesiones, me imagino que hará todavía mejor que el año pasado el 110. Tenemos ahí el récord navarro de Javier Colomo (13.58), que sería muy bonito batirlo porque Asier ha crecido viéndole competir y le haría mucha ilusión.

Los Juegos Olímpicos siguen sin ser un objetivo.

-La mínima que piden es muy difícil (13.32). Si no se llena el cupo, hay un sistema de ránking y es verdad que Asier ha cogido muchos puntos con el mitin de Madrid y con el Europeo. Pero sería una carambola y no queremos meternos presión con un objetivo tan complicado. Si mañana corre en 13.45, tendrá derecho a soñar y a apretar para intentar hacer la mínima o entrar por puestos. Siempre hemos dicho que el objetivo era París 2024, pero Asier ha cogido ya mucha ventaja.

Siendo cuarto de Europa, Asier ha dado un salto de nivel y también de interés mediático. ¿Cómo lo están llevando?

-Lo estamos llevando bien. Lo bueno que tiene Asier es que es un tío sensato y una persona que escucha, con la cabeza amueblada. Me tiene respeto, me hace caso y esto ayuda a gestionar las situaciones con calma. Ya no se pone nervioso, no se precipita y respira hondo. Aparte de entrenar, nosotros tenemos que poner nuestra experiencia profesional para que Asier pueda superar los obstáculos y creo que él tiene un entorno muy sano. Pamplona es una ciudad muy cercana, en su grupo tiene gente de mucho nivel y todo este entorno favorable hace que él sea un chico normal y que tenga los pies en el suelo. Puede ir un sábado a la mañana a Larrabide a animar a su amigo Ander que salta en longitud o a ver a su amigo Jon haciendo vallas. Lo lleva con total normalidad y eso ayuda mucho.

Usted también pasa muchas horas junto a él.

-Sí. Yo estoy muy contento por él. Al final, uno sin el otro no existe. Sin un talento como Asier, no se estaría hablando ahora de mí. Y si él no se hubiera juntado conmigo igual estaría intentando saltar altura. Al final, yo creo mucho en el destino y ahora somos una dupla, vamos mano a mano y todo lo que nos pasa es muy bonito. Llevaré unos cinco años con él, desde la adolescencia. Soy muy cercano a mis atletas y ellos tienen el mérito de hacerme caso (ríe). Yo intento ser entrenador, padre, también amigo, porque al final estamos todos los días juntos y nos consideramos de la misma familia.

¿Se imaginaba que pudiera llegar tan lejos cuando empezó a entrenar a Asier?

-No me lo esperaba, pero tampoco me hice esa pregunta nunca. Vi que tenía una facilidad para pasar las vallas y que tenía el espíritu valiente de los vallistas. Siempre les digo que no se pongan límites, que la vida ya se encargará de ponérselos. Pienso que hay que entrenar y llegar lo más lejos posible. Hemos entrenado cada año con la idea de mejorar hasta agotar las posibilidades. Luego, cuando se acabe esto, miraremos atrás y valoraremos lo que hemos logrado.