Zaratamo - Mikel Urrutikoetxea tuvo que solicitar un aplazamiento de la final del Manomanista por los problemas que arrastraba en la mano izquierda. Un hematoma le obligó a retrasar la cita ante Iker Irribarria, que se celebrará el domingo en el frontón Bizkaia, a partir de las 17.30 horas. El delantero vizcaíno, campeón del Manomanista en 2015, del Cuatro y Medio de 2015 y del Parejas de 2016, acaba de cumplir 30 años y llegará a los diez en el profesionalismo el próximo 13 de junio.

La espera de la final del Manomanista viene mediatizada por el aplazamiento que solicitó por mal de manos. ¿Cómo ve la cita contra Iker Irribarria?

-Es un partido muy complicado. Iker tiene muchos recursos para jugar mano a mano y le da mucho a la pelota. Además, a la hora de defender de aire, se amolda muy bien y saca y resta bien. Tiene cualidades para estar ahí arriba mucho tiempo. Espero un partido complicado. Lo que tengo que hacer es mi trabajo y dar lo mío.

¿Le ha visto con las mismas sensaciones que cuando ganó la txapela de 2016?

-Tiene las mismas cualidades que entonces. Eso sí, de sotamano anda cómodo y goza la pelota. Si en el cuadro dos o tres busca la altura del frontis, te pone muy lejos. Cada partido es un mundo y los rivales cambian de uno a otro.

¿A quién ve como favorito a ganar la txapela?

-Las finales siempre están al cincuenta por ciento. Entran en juego cuestiones como los nervios o la tensión. Los dos empezamos de cero.

¿Existe algún plan especial para frenar la gran pegada de Irribarria?

-No. Lo que tengo que hacer es mi juego y centrarme en lo mío. Si lo consigo, tendré mis opciones. Veo un partido abierto y su pegada no me obsesiona.

¿Entre sus planes entra analizar la final que le ganó el de Arama en 2016?

-Es un momento distinto. Fíjese, contra Ezkurdia también había jugado en otras ocasiones y fijarme en otros partidos hubiera sido engañarme a mí mismo, porque el instante de cada uno era diferente. Han pasado unos cuantos años y todo cambia. Es el mismo Iker, con la misma pegada y la misma defensa de aire, pero no me fijo en eso. Me fijo en los partidos que he jugado yo y en mejorar mis propios errores. También me centro en dónde le han podido hacer más daño.

Es decir, lo más importante es que se sienta cómodo consigo mismo.

-Eso es. Lo que busco es jugar el partido perfecto por mi parte. Si luego me gana, solo me quedará felicitarle. En ese caso, no sería ningún fracaso.

En ocasiones se ha comentado que Urrutikoetxea ha vuelto. ¿Dónde ha estado?

-Eso mismo me pregunto yo. Está claro que 2018 no ha sido bueno para mí en cuanto a resultados. Hace un año me detectaron el virus que me tuvo todo el verano sin jugar y luego vino el Cuatro y Medio, en el que creo que no me salieron las cosas mal, porque perdí contra el campeón en las semifinales. Después, el Parejas no fue bien. Anteriormente, los resultados sí que fueron buenos. Desde 2015 he jugado tres finales del Manomanista y en el Cuatro y Medio he estado siempre en semifinales. Que se diga eso de que he vuelto me hace un poco de gracia, porque no sé dónde he estado. Conseguir txapelas es muy complicado y el deportista tiene rachas.

Tenía el listón muy alto...

-En su momento me llegaron las cuatro finales seguidas y me pillaron de sopetón, porque conseguí las tres txapelas de forma consecutiva. Llegar a las finales no es nada fácil.

No se repite campeón del Manomanista en los últimos seis años...

-Y no es una casualidad. Lo que han conseguido Irujo y Aimar es complicado. Hemos estado mal acostumbrados. Algún año sí que se intercaló Xala o Bengoetxea VI, pero siempre estaban ellos. Eran figuras. Hoy hay un grandísimo nivel, pero se intercambian los pelotaris.

¿Quiere decir que hay ahora un ramillete más amplio de aspirantes?

-Cada época es diferente y había grandísimos pelotaris. Juan y Aimar marcaron una época.

Se encuentra en una generación intermedia entre la de Irujo y Olaizola II y la de Altuna III e Irribarria. ¿Quién juega más?

-Las comparaciones son odiosas. En estos momentos, comparar a cualquier pelotari con Irujo o Aimar, con el palmarés que tienen, no es posible. Ahí están los resultados. En esa época estaban Xala, Gonzalez, Barriola, Titín III? Ahora tenemos a los Irribarria, Altuna III...

¿Se ve más cerca de aquella generación o de la actual?

-De ninguna. Estoy en el medio. De mi época solo quedará Ezkurdia. A Joseba le ha pasado lo mismo que a mí: jugó partidos importantes contra Irujo o Aimar y ahora está peleando contra los más jóvenes. Estamos los dos en el centro.

Tanto su evolución como la de Ezkurdia siguió un ritmo tranquilo, paso a paso, lo que contrasta con la explosión de Irribarria, que jugaba estelares a los 19 años.

-Cada pelotari es diferente. En mi caso, debuté con 20 años y estaba blando. Las primeras temporadas me costaron y siempre andaba con mal de manos. Me costó hacerme. En 2013 ya alcancé las semifinales del Manomanista y empecé a madurar y a creer que podía llegar arriba. También es cierto que el nivel de delanteros de las empresas era muy bueno. En la mía estaban Aimar Olaizola, Oinatz Bengoetxea, Pablo Berasaluze, Asier Olaizola? Era muy complicado quitarles el puesto. Por eso, las primeras txapelas que conseguí me hacen especial ilusión, ya que las conseguí contra dos pelotaris (Irujo y Aimar) a los que seguía. Conseguir ganarles fue increíble. Tiene mucho mérito.

Va a cumplir diez años en profesionales (13 de junio). ¿Es un veterano?

-No es nada malo. Hoy en día hay muchos pelotaris muy jóvenes. Soy uno de los más veteranos del cuadro y eso es una buena señal. Significa que sigo dando el nivel y en ese aspecto tengo de referencia a Aimar. Me gustaría aguantar lo mismo que él, hasta los 39 o los 40 años, el máximo posible.

¿Los jóvenes le piden consejo?

-Algunas veces, sí. Se lo doy encantado.

¿Ha cambiado el prototipo del pelotari joven?

-En ese momento había mucho respeto al veteranos. También es cierto que muchos manistas pasaban los 30 años. Más que hablar, lo que tratas de hacer es fijarte en los mayores. Hoy en día, como muchos han jugado entre ellos en aficionados, hay más desparpajo en el ambiente. Antes, éramos muy pocos jóvenes. Iba con la bolsa, me ponía en una esquina del vestuario y me ponía los tacos en silencio. Fíjese, he llegado a coincidir con Unanue en entrenamientos, con Koka, Imanol Agirre, Leiza... Al final, era gente que veía en la tele desde que era pequeño. Imponían.

Hizo mucha mili en los primeros años...

-Los pelotaris de Segunda de mis primeras temporadas llevaban muchos años en profesionales y era muy complicado ganarles. Me costaba un mundo terminar los partidos.

¿Recuerda el debut?

-Fue con Mendizabal II ante Arretxe II-Begino. Y perdí. Oier Mendizabal era subcampeón del Parejas y Aritz Begino estaba increíble.

¿En algún momento se le pasó por la cabeza que no valía para la pelota?

-No, ya que en el primer curso conseguí la txapela del Cuatro y Medio de Segunda, perdí las semifinales del Manomanista de Segunda y al siguiente empecé en los campeonatos de Primera. Me costaba un mundo contra esos pelotaris. En los primeros años tenía muy poco peso. A partir del tanto diez, todo se me hacía muy largo. Se me iba la chispa. No podía. Después, estuve dos años en los que jugaba los torneos y pasaba una ronda y para casa. En 2013, tras una eliminatoria contra Xala en Arrigorriaga y un gran partido de cuartos contra Idoate, comencé a darle la vuelta. Ese año fue el que empecé a jugar más.

Era la primera vez que le ganaba a un ‘gallo’.

-Recuerdo que el año anterior en Orduña iba ganando a Gonzalez 17-4 y acabé perdiendo 22-17. Me empezó a hacer saque-remate y no había manera de cambiarlo. Me fui con disgusto para casa.

¿En 2013 cambia todo?

-Llegué a las semifinales del Manomanista y perdí contra Aimar 22-13. También me dieron la opción de jugar el Parejas con Beroiz. Nos jugamos pasar a las semifinales contra Titín III-Merino II en Arrigorriaga y ganamos. Poco a poco fui creciendo.

Tuvo que trabajar mucho la zurda.

-Al debutar no tenía ni postura de aire ni costumbre. Me costaba acabar el tanto. Era algo en lo que tenía que mejorar y fuimos trabajándolo. Lo que está claro es que ahora los huecos se abren con la derecha y se acaba con la izquierda. Metía muchas horas de frontón y, a veces, doblaba sesiones. Lo que hay que hacer es intentar mejorar lo que uno hace mal. Para eso también es importante saber que haces cosas mal. Si uno cree que hace todo perfecto, no va a haber mejoría. Hoy es el día en el que sé que hago cosas mal, por eso hasta los cuarenta tengo tiempo de aprender (risas).

¿Se ha construido a sí mismo?

-Está claro que he trabajado. Cuando debuté, la empresa me veía cosas, pero en profesionales hay que aprender. Si no das la talla, ya se sabe lo que pasa...

¿Cómo valora sus diez años de carrera en el profesionalismo?

-De forma muy positiva. He tenido años muy buenos, sobre todo los seis últimos. Tal y como he comentado, en los primeros me costó mucho hacerme. Cada uno necesita su tiempo. La vida del deportista es así.

¿Cuáles han sido los mejores y los peores momentos?

-El mejor fue cuando gané las tres txapelas seguidas: una se la gané a Aimar, otra a Irujo y la tercera con el que ha sido mi referente y mi ídolo, Aimar. Por otro lado, lo peor fue lo que pasé con el virus del año pasado. Era más que una simple lesión que tiene un plazo estipulado y sabes más o menos cuándo puedes volver. No sabía cuándo iba a salir. Empecé a enredar en Google y a ver a deportistas que han pasado el mismo virus, que han sido unos cuantos y algunos no pudieron seguir en activo. En esos tres meses me hacía analíticas cada dos semanas y no veía el final.

Cuando uno está arriba, la gente siempre está encima. ¿Sintió soledad en esos momentos de duda?

-Cuando peor se pasa es cuando estás lesionado. Ahí se ve la gente que tienes alrededor. Cuando ganas un campeonato, la gente te llama o te pasa la mano por la espalda. Sin embargo, en los peores momentos, solo están los más cercanos. Por eso mismo, después de ganar a Ezkurdia en semifinales, fui corriendo a dar un beso a mi madre y a mi padre por los momentos malos que hemos podido pasar. Ellos me aguantan.

¿Es complicado de llevar en los malos momentos?

-Muchas veces vuelvo callado a casa. Soy una persona que le da muchas vueltas a las derrotas. Es bueno, porquiere decir que te importa lo que haces. Puede servir para no cometer los mismos fallos. Soy de los que se come la cabeza durante varios días. Al final, esto es mi trabajo y quiero hacerlo lo mejor posible.

Es un trabajo.

-Es un deporte que disfruto, pero tenemos un contrato y nos basamos en nuestros resultados. Tenemos que ser rentables a la empresa. En cada campeonato intento estar arriba porque es bueno para mí y mi empresa.

“Si uno cree que hace todo perfecto, no va a tener mejoría. Hoy en día sé que hago algunas cosas mal”

“Iker Irribarria tiene cualidades para estar arriba muchos años, espero una final muy complicada”