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La constructora que hizo crecer Pamplona

Juan bautista Flores empezó a construir en los años 50 Desde Santa María la Real a Gorraiz, ha levantado cientos de viviendas y edificios de oficinas

La constructora que hizo crecer PamplonaFoto: javier bergasa

Pamplona. Hablar de Construcciones Flores es hablar de Juan Bautista Flores, el fundador de una empresa emblemática que ha levantado algunos de los edificios más representativos de Pamplona. Constituida formalmente el 5 de enero de 1972, con un capital social de 6.100.000 pesetas, su actividad principal se remonta sin embargo una década atrás, cuando acomete la construcción de la Cooperativa de Viviendas de Santa María la Real. Dos años antes, en 1958 y 1959, Flores ya había construido en la calle Olite y en Paulino Caballero, pero la nueva urbanización suponía un reto mucho mayor. Aquel proyecto de 860 pisos marcó entonces el límite meriodional de Pamplona y dio lugar a un barrio que todavía hoy, cuando parece que por fin se dispone a ser rodeado por el proyecto de Lezkairu, mantiene su carácter propio.

Aquella obra, compartida con otros constructores, fue el germen de la empresa que surgió después. Mientras tanto, se fueron levantando las escuelas de Lakuntza y Uharte Arakil, así como diferentes obras en Guipúzcoa, concretamente en Beasain y San Sebastián. También acomete proyectos en Lazkao y Trintxerpe, donde aporta la experiencia de VPO adquirida en Santa María la Real. La capital navarra no dejaba sin embargo de crecer y los proyectos se agolpaban. Colmado el ensanche, la ciudad busca nuevos horizontes, al tiempo que embellecía algunos de sus viejos edificios. Flores hizo viviendas en la Plaza Príncipe de Viana (1970), en la plaza Obispo Irurita (1970) y en la Vuelta del Castillo (1972). Iturrama (calle Pedro I) y San Juan llevan el sello de un constructor que en 1978 culminó las cien viviendas del Edificio Singular, el inmueble con el que arranca la avenida Pío XII.

La construcción vivió años frenéticos y Flores, amenazado por ETA, no dejó de trabajar. Pío XII, Monasterio de Urdax e Irunlarrea abren la puerta a Mendebaldea y Yamaguchi, donde la presencia de Flores, con más de 250 viviendas, es importante. Pero Flores no trabaja sólo la vivienda: la edificación corporativa ofrece también alternativas. Las sedes centrales del Banco de Vasconia y de Mapfre, ambas en Yamaguchi, o de la sede central de la Asociación de la Industria de Navarra, continúan un camino que, en 1981, registró un hito significativa: la construcción del edificio central de Caja Navarra en la avenida de Carlos III de Pamplona. Todas estas actuaciones granjearon a Flores el prestigio de una constructora seria y cumplidora, que apostaba por la calidad.

A finales de los 80 se gesta asimismo el último gran proyecto acometido por Juan Bautista Flores, y seguramente el más importante de cuantos ha desarrollado la constructora navarra: Gorraiz. Ideado como un campo de golf de 18 hoyos con viviendas a su alrededor, la propiedad es adquirida a la familia Lizarraga y se parcela en propiedades de 1.400 metros cuadrados que se venden a razón de 12.500 pesetas el metro: es decir a 15,7 millones de pesetas (poco más de 100.000 euros) de comienzos de los 90.

Flores intenta lanzar el proyecto con aliados financieros, pero finalmente debe hacerlo con la cooperativa PSV, del sindicato UGT. Al quebrar, canjea su deuda con Flores con el 50% de la propiedad de esta sociedad. La venta de las parcelas permite poner en marcha un proyecto al que se oponen consejeros del último gobierno socialista. La llegada de UPN facilita finalmente la aprobación de la obra y el desarrollo de la más importante promoción.