“Mi marido me dijo que no quería que su muerte quedara en el olvido. Javier pudo haber fallecido de un ictus, de un infarto o de un accidente de tráfico, pero murió de un mesotelioma, de un cáncer muy cruel que se lo llevó en apenas cuatro meses”, manifiesta entre lágrimas Elena Melero Echauri, viuda de Francisco Javier Ostiz Espila, con quien compartió 42 años de su vida.
“Solo pretendo que se esclarezca la verdad, que todos los implicados en este asunto hagamos bien nuestro trabajo: Volkswagen, la Inspección, el INSS y mi abogado. Mi familia lo está pasando muy mal, pero hasta que no se reconozca que el mesotelioma de Javier lo provocó el amianto, no podemos pasar página”, resalta Melero, de 61 años y abogada de profesión. Sus cuatro hijos, Elena, Carolina, Javier y Adriana, y ella comenzaron en abril del año pasado, dos meses después de la pérdida de Javier, este capítulo que pretenden cerrar una vez que VW constate que el mesotelioma lo originó el asbesto.
En 1999 a Francisco Javier Ostiz le detectaron placas pleurales y un nódulo pulmonar por la exposición al asbesto. “El diagnóstico de la patología, que no fue por parte del servicio médico de la empresa, le supuso una modificación brutal en su vida laboral. Comenzó un control sanitario que siempre que le tocaba, lo pasaba fatal, porque era consciente de que en cualquier momento podía desarrollar un cáncer”, narra su viuda. En 2002, el Juzgado de lo Social reconoció la invalidez permanente total a Ostiz por una enfermedad profesional, pero provocada por la “inhalación de isocianatos” en el taller de pintura.
año 2002
Deja la factoría
Enfermedad profesional
VW le propuso recolocarse en otro puesto manteniendo la categoría, porque así viene estipulado en convenio. Sin embargo, ese año decidió dejar la factoría a la que entró en 1966 después de estar ocho meses en Potasas. “Amó su profesión, siempre se calificaba como un hombre de mantenimiento. Llegó a dirigir a 27 personas”, recuerda. Durante los diez años siguientes, “disfrutó de la vida: le gustaba pescar, cazar, el bricolaje... Se dejaba querer, era alegre y muy apreciado”.
La detección del mesotelioma se produjo en octubre de 2012 en la Clínica Universitaria. “Quiero reprobar la actuación de la consejería de Salud y de Osasunbidea: tosía, se ahogaba y lo único que le recetaban era una pastilla de Codeína. Tuvimos que ir a la Clínica y allí le diagnosticaron el mesotelioma, del que se trató pero los últimos cuatro meses fueron muy crueles para él”, manifiesta.
Tras el fallecimiento el 19 de febrero de 2013, Elena y sus cuatro hijos decidieron cumplir con los deseos de Javier. “Diez días antes de fallecer, me dijo que yo era capaz de llegar hasta el final con este asunto”, insiste con entereza y sin lágrimas Elena Melero.
dictamen del INSS
Septiembre de 2014
“No hay responsabilidad empresarial”
En abril de 2013 se puso en contacto con el abogado Javier Zabalza e iniciaron dos procesos: interponer un escrito dirigido al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) para que se abriera el correspondiente expediente de recargo en las prestaciones por el fallecimiento de Javier y una demanda en el Juzgado de lo Social para solicitar una indemnización por daños y perjuicios. En la vía del INSS, fue necesario la presentación de una denuncia en Inspección de Trabajo para que emitiera informe que posteriormente sería estudiado por el INSS para dictar una resolución.
Elena Melero aportó once testigos a la Inspección para que recabara testimonios sobre la exposición al amianto en VW, ocho jubilados y tres en activo. “La inspectora Ana Saldaña solo tomó declaración a los tres en activo en las instalaciones de Landaben en compañía de tres representantes de VW. Un procedimiento que no es habitual ya que al recoger un testimonio, la Inspección suele estar sola con el testigo”, denuncia Elena.
El 1 de septiembre el INSS emitió su resolución en la que denegó “la petición de responsabilidad empresarial por falta de medidas de seguridad e higiene solicitada por Elena Melero Echauri contra la empresa Volkswagen Navarra”. Lo argumentó diciendo que “no se ha comprobado con las actuaciones realizadas y los documentos consultados, la existencia de datos objetivos que acrediten las condiciones de trabajo en las fechas anteriores al reconocimiento de la incapacidad permanente en 2002”, detalla el dictamen del INSS.
Pero, el documento reflejó que “sí existen indicios de que el mencionado trabajador pudo estar expuesto al amianto a pesar de que la empresa no se inscribiera en el RERA”. Estas sospechas se basaron en dos informes: uno de la Mutua Universal que menciona la posibilidad de que la patología de Ostiz detectada en 1999 esté relacionada con el asbesto; y otro del ISPLN, que anuncia que va a proceder a incluir a VW en el RERA por la existencia de dos casos de enfermedad vinculada al asbesto pero “con el criterio de no documentado por la empresa”.
Melero recurrirá esta resolución del INSS y si nuevamente no le da la razón, interpondrá otra demanda en el Juzgado de lo Social exigiendo que se condene a VW por recargo de prestaciones por falta de medidas de seguridad, que se unirá a la que ya está puesta para pedir una indemnización. “Defiendo la memoria de mi marido y ejercito mis derechos. Si Javier dijo que manipuló amianto, algo que fue reconocido por una sentencia y por unos servicios médicos, que nadie se crea capaz de decir que mintió”, concluye tajante su viuda.