Seis tractores esperaban a las 9.00 horas, junto a los corralillos del gas en Pamplona, su salida para protagonizar un encierro inusual, en el que se transformaban en toros, y los agricultores y ganaderos en corredores, aunque varios ejercieron de pastores con varas y cencerros de mansos. Estos bureles recibieron los nombres de Distribución, Gobierno foral, Comunidad Europea, Animalistas, Ministerio de Agricultura y Gobierno central. Profesionales agrarios condujeron a los toros, con los que este sector debe lidiar.
El agricultor de cereal y ganadero Julián Esquíroz Lecumberri, de 44 años y de Burlada, abría la manada con Distribución. "Cómo es posible que después de que cuide durante un año a mi ganado, me paguen a 3,95 euros la ternera de primera; y las grandes superficies, que tan solo la tienen una semana, la vendan a 15,85 euros", explicó Esquíroz, que tiene una explotación con 300 vacas de carne en Urbicáin. A las 5.00 fue a la vaquería para alimentar a las reses antes de la protesta. Detrás de él, el agricultor de cereal de secano Miguel Unzue Etxeberria, de 36 años y vecino de Monreal, dirigía al morlaco, Gobierno foral. "El Ejecutivo navarro debe ser justo con el sector y trabajar desde sus competencias para contribuir a corregir los precios. Cobramos por nuestros productos igual que hace décadas", manifestó este vocal de la Junta Permanente de UAGN, que suma diez años en esta actividad y que encarna la tercera generación del negocio. Confesó que le gusta su profesión, aunque prevé "un futuro negro", como el que ofrece la UE al sector al anunciar un recorte del 14% de la PAC en 2021-2027. El toro Comisión Europea ocupaba la tercera posición, guiado por el cerealista y productor de regadío Javier Villamayor Ilarregui, de 48 años y de Enériz. "La UE no debe rebajar las ayudas porque sin ellas, el sector está acabado. Los políticos deben percatarse de nuestra complicada situación, ya que sin agricultores, todo se paraliza", insistió este profesional con 30 años de experiencia, y rechazó "los precios injustos del cereal y la competencia de espárrago fresco de Holanda". La cuarta res denunciaba "el maltrato de los animalistas al sector". El agricultor y ganadero Iosu Estenaga Sos, de 36 años y de Espronceda, reprochó a este colectivo que "no sabe cómo cuidan los ganaderos a los animales". Con 400 vacas bravas y 70 yeguas, insistió: "Tratamos a los animales como si fueran nuestra prolongación". Estenaga, que disfruta del pueblo por "la naturaleza", pidió "la unidad de agricultores y ganaderos con la sociedad para luchar por este sector esencial y fiable".
El quinto toro, Ministerio de Agricultura, era encauzado por el productor Pablo Lizarrondo Beriáin, de 31 años y alcalde de Uterga. "Planas debe controlar los alimentos importados de otros países sin estándares de calidad para atajar la competencia desleal", reivindicó este joven que suma 6 años en el sector como 3ª generación. "El consumidor debe consultar la etiqueta para confirmar su procedencia y favorecer que esta profesión sea rentable", destacó el primer edil. "Desde el Ayuntamiento trabajas para aportar soluciones que conserven vivo el pueblo", concretó. El burel Gobierno central ocupaba la última posición. Mikel del Río Arrese, de 40 años y mecánico de maquinaria agrícola desde hace 20, procuraba que no quedara rezagado. "El Estado debe velar por la justicia para que los profesionales cobren el precio real por sus productos", dijo Del Río, que desde hace tres años inició un proyecto en CM93, concesionario oficial de New Holland.
los corredores Y como corredores acudieron miles de personas, entre ellas Mercedes C.M., que durante 33 años vendió desde su carnicería los corderos que criaba su marido; Maite Osta, agricultura de hortaliza, que este año "el calor de febrero ha dañado la cosecha de brócoli y coliflor"; Rosa Jiménez, de Mendigorría, que gestiona la contabilidad de la explotación familiar de cereal y vino, y que denunció la "subida de los costes"; Txumari Artajo, que pidió a los gobiernos "que apuesten por la gente de los pueblos"; Fernando Cabodevilla, que confesó que "la situación obliga a acaparar más terreno para ser rentable"; Víctor Martínez, que recordó "que el relevo generacional está complicado"; Pablo Morán e Igor Ibiricu, de Santacara, que trabajan en el sector pero que aspiran a ser ganaderos de vacuno, equino de carne y reses bravas; y Salvador Moreno, de Cárcar, que rememoró las movilizaciones de febrero de 1977 en las que su padre "estuvo un mes de protesta en la carretera". Moreno tenía entonces 11 años y repitió con orgullo: "Ahí se sentaron las bases del sindicalismo agrario".