- El nuevo aeropuerto de Berlín recibió ayer sábado su primer vuelto, en una inauguración que llega casi con nueve años de retrasos, sobrecostes multimillonarios y con previsión de escaso tráfico por la pandemia del coronavirus.

La puesta en funcionamiento del aeropuerto Willy Brandt -o el BER como también se llama- se hizo sin grandes ceremonias de inauguración -sencillamente un avión procedente de Múnich aterrizó en la pista-.

Ni siquiera ayer se logró que todo funcionara a la perfección. Los dos vuelos, el que venía de Múnich y otro que venía de Tegel debían aterrizar a tiempo pero el mal clima no lo permitió.

La inauguración, originalmente planificada para mayo de 2012 tuvo que ser aplazada en 7 ocasiones lo que generó un aumento de los costos. El primer aplazamiento se dio la víspera del día fijado, debido a problemas en la prevención contra incendios. Inicialmente -cuando se empezó la construcción en 2006- se calcularon costos de 2.000 millones de euros. Tras los sucesivos aplazamientos, debido a diversos fallos en la construcción que tuvieron que ser corregidos, los costes subieron un 225% hasta los 6.500 millones de euros.

Toda esta historia convirtió la construcción del aeropuerto, que debía ser un símbolo de la transformación de Berlín, en un ejemplo emblemático de mala planificación.