Suma y sigue. La industria agroalimentaria de Navarra sortea las crisis económicas mirando al exterior, crece en los periodos de recuperación aprovechando el impulso del consumo interno, avanza fuerza cuando hay salud y es capaz de generar empleo en plena enfermedad. El año pasado, marcado por la pandemia, las actividades manufactureras vinculadas al sector agrario añadieron otros 550 puestos de trabajo a una nómina que ya es, con cierta diferencia, la más extensa de todo el sector fabril de la Comunidad Foral.

Los datos se corresponden con el número de afiliados a la Seguridad Social y no tienen en cuenta el impacto de los ERTE, que también los ha habido en el sector, si bien en mucha menor medida que la media. Y muestran que la industria de la alimentación daba empleo en Navarra a 14.582 personas, lo que supone un incremento cercano al 4% y consolida una tendencia que viene de lejos, pero que en esta ocasión se explica también por las excepcionales circunstancias de 2020. La pandemia, y especialmente las primeras semanas de confinamiento, sobrecargaron la actividad de muchas líneas de producción del sector que, tras un cierto descenso en los pedidos, ha visto cómo el cierre de la hostelería volvía a elevar el consumo de comida en los hogares y, por tanto, los pedidos a sus fábricas.

El impulso no ha sido homogéneo en todas las actividades. Procesos y empresas que tenían en la hostelería a un cliente clave, como el sector de las ensaladas preparadas, han sufrido algo más. Pero en el resto los avances son sensibles. Llamativo es el boom, por ejemplo, de la comida preparada, que pasa de 185 a 285 puestos de trabajo y acelera una tendencia que ya era visible en años anteriores, incluso con la creciente apuesta de las grandes superficies por la comida lista para llevar.

No es la única actividad dentro de la industria alimentaria que crece con fuerza. El procesado y envasado de frutas y verduras pasa de 4.263 a 4.605 empleados, un aumento de 342 personas que supone el grueso del incremento y que lleva al conjunto del sector a la cifra de ocupación más alta de la historia. En la última década, el sector ha elevado su empleo en más de un 30%, con unos 3.200 nuevos puestos de trabajo.

empleo rural No parece probable que estos ritmos de creación de empleo se mantengan en cualquier caso durante 2021 y en años posteriores, advierten desde el Observatorio Navarro de la Realidad Social. La creciente automatización de procesos y la propia dinámica del consumo -la progresiva reapertura de la hostelería debería dejarse sentir a partir de este verano- condicionarán la contratación del sector, implantado sobre todo en la mitad sur de la Comunidad Foral.

Los datos de afiliación muestran del mismo el impacto que esta actividad tuvo en el empleo. De las diez localidades navarras que más empleo lograron generar en 2020, seis se encuentran ligadas con claridad a esta actividad a través sobre todo de sus plantas de procesado: Arguedas, Mélida, Azagra, San Adrián, Buñuel, Valtierra y Corella destacan por su dinamismo en un año en el que la mayor parte de los municipios ha destruido puestos de trabajo. Incluso Lumbier, donde la industria cárnica ha ganado peso pero donde pesan más las renovables, encabeza la lista de municipios que fue capaz de crecer en afiliación en 2020.

Este incremento en la actividad, acompañado de un volumen de contratación sin precedentes, tenía su causa en la llegada de pedidos extraordinarios desde los supermercados, como lo atestiguan las cifras de ventas de las cadenas de distribución que se han conocido hasta el momento. Según las estimaciones de Nielsen, la consultora especializada en alimentación, supermercados, hipermercados y otras pequeñas cadenas han facturado este años unos 96.000 millones de euros, un 6% más que el año pasado.

La nueva contratación aunque se encuentra muy lejos de compensar la destrucción de empleo causada por el cierre de la hostelería, ha permitido a supermercados, hipermercados y tiendas de alimentación crear más de 700 nuevos puestos de trabajo en la Comunidad Foral.