Ninguna crisis afecta a todos por igual. Y la que ha generado la pandemia no va a resultar una excepción. Una mirada detallada a la evolución del empleo en los 12 últimos meses en los 272 municipios de Navarra muestra sensibles diferencias entre ellos y confirma que algunos pueblos se han convertido en un refugio, seguramente de modo temporal, ante las inclemencias sanitarias.

En general, han sufrido en mayor medida los más grandes, aquellos cuya actividad se concentra en los servicios que requieren de un contacto personal (hostelería, comercio€), y se han sostenido con menos dificultades los más pequeños. Y también localidades de mediano tamaño donde la industria agroalimentaria tiene un mayor peso o donde empresas concretas han incrementado de modo relevante su actividad.

De hecho, casi la mitad de los Ayuntamientos de Navarra (134) ha visto cómo se incrementaba en el último año el número de personas afiliadas a la Seguridad Social. Y en otros 23 se ha mantenido estable esta cifra, medida entre febrero de 2020 y febrero de 2021, el periodo que cubre exactamente los 12 meses de pandemia y restricciones de movimientos y actividad.

Donde ha caído el empleo, sin embargo, lo ha hecho con muy superior fuerza. Y el resultado final arroja una destrucción de empleo de 3.719 puestos de trabajo que se concentra en Pamplona y en su comarca, que también es relevante en Tudela y que han sufrido especialmente en localidades como Aoiz. Allí, el cierre de la planta de palas de Siemens Gamesa, ejecutado durante el verano, deja una caída de 314 afiliados, una de las más intensas de toda la Comunidad Foral.

Todas las cabezas de Merindad han experimentado caídas en su volumen de empleo, pero no todas las comarcas se comportan del mismo. Tierra Estella ha logrado sortear el año con un ligero incremento que tiene que ver, por un lado, con la escasa contribución negativa de su capital y, sobre todo, con los pequeños incrementos en numerosas localidades poco pobladas, que añaden un goteo de nuevos afiliados a la Seguridad Social que dejan una suma total positiva.

Lo rural, un refugio

En general, las localidades rurales, poco pobladas y con una población más envejecida, han soportado algo mejor el impacto económico de la pandemia. Las pensiones, que son la fuente principal de ingresos de estas localidades, incluso se han revalorizado y los ERTE han ayudado a contener la destrucción de empleo, pero también han reducido la renta disponible.

Y, junto a ello, la estadística hipotecaria habla de un repunte en la adquisición de casas fuera de Pamplona lo que podría estar dibujando una tendencia cuyo recorrido se desconoce: un regreso aún muy contenido a pueblos aprovechando el auge del teletrabajo y la búsqueda de un modo de vida más sosegado.

Pero, sin duda, el gran foco de creación de empleo en Navarra durante 2020 se encuentra a orillas del Ebro, si bien con un comportamiento irregular según empresas y municipios. El cierre hostelero llenó de clientes los supermercados, vació los lineales y puso a funcionar a toda máquina a la industria agroalimentaria, como se observa en los datos de San Adrián, Andosilla, Cadreita, Arguedas, Valtierra y Corella, por ejemplo. Solo General Mills, una de las fábricas más grandes de la zona, ha incrementado su plantilla en más de un centenar de trabajadores en el último año.

En general esta zona se ha comportado mejor que Pamplona y su comarca, donde el peso del comercio es más elevado y ha impactado en la capital y en algunos de sus municipios cercanos. En otras localidades, sin embargo, se ha dejado sentir el crecimiento en las actividades logísticas y de transporte, de la mano por ejemplo del crecimiento de las compras electrónicas.