No es el impuesto con mayor capacidad recaudatoria, pero sí uno de los más simbólicos. Y también uno de los más discutidos, a pesar de que, en Navarra, apenas una de cada diez personas tiene que hacer frente a él. El impuesto de Sucesiones y Donaciones recaudó en el primer semestre del año 36,4 millones de euros, el segundo registro más alto y casi un 40% por encima de la media de la última década.

La cifra no es espectacular, pero sí relevante. Y muestra el comportamiento de un tributo que, en los últimos 12 meses (de junio de 2020 a junio de 2021) aportó a las arcas forales algo más de 70 millones de euros, de nuevo claramente por encima de la media anual desde 2011, de nuevo un 27,4% por encima de la media y próximo a los niveles registrados en 2013, cuando este impuesto registró sus mayores ingresos.

Esta vez, al menos dos factores se conjugan para explicar el incremento recaudatorio de un impuesto que, de por sí, ya suele presentar algunas fluctuaciones importantes. Por un lado, la alta mortalidad del Covid, que elevó en 2020 los fallecimientos casi un 20% en Navarra, ha elevado las obligaciones de presentar un impuesto del que, sin embargo, se encuentran exentos cerca de un 90% de los contribuyentes, según los datos que facilitó en su propio momento Hacienda. Son, tras la reforma de 2017, todos aquellos que reciben herencias inferiores a los 250.000 euros. Es decir, la inmensa mayoría de los navarros,

Junto a ello, el impuesto de Sucesiones posee hoy algo más de capacidad recaudatoria que hace unos años, a pesar de un entorno menos favorable, con numerosas comunidades gobernadas por el PP apostando por su eliminación. Así, la reforma introducida en 2017 elevaba la progresividad del tributo y, al mismo, tiempo, suprimía su universalidad. Hasta ese momento, todos los contribuyentes tenían que pagarlo a un tipo único del 0,8%.

Esta situación resultaba especialmente ventajosa para las grandes fortunas, sobre todo si se comparaba con las comunidades del régimen común, que aplicaban tipos más altos. A partir de ese año, en virtud del acuerdo alcanzado entre las diferentes fuerzas políticas, estableció el mínimo exento de 250.000 euros, una barrera que reducía la recaudación en unos tres millones de euros. Y, al mismo tiempo, se aplicaban tramos crecientes a partir de esa cifra, del tal modo que hasta los 416.000 euros de herencia se pagaba igual o menos que con la anterior reforma. Eso sí, con unos tipos que llegan al 16% para las herencias de más tres millones de euros, la capacidad recaudatoria del impuesto crece en los tramos más altos, si bien entre 2018 y 2019 se dejó sentir la huida de algunos potenciales contribuyentes.

Seis meses para pagar. Los ciudadanos disponen en Navarra de seis meses a partir del fallecimiento para formaliza el impuesto, si bien los plazos se vieron alterados por la pandemia.