“Se nos llena la boca con la eficiencia en el riego, pero no somos capaces de sujetar el agua. Hace 16 meses teníamos el agua del Ebro en las calles de Tudela y 16 meses después estamos hablando de regularla porque solo tendremos para uso humano”. Las palabras del tudelano Víctor Martínez, de la Cooperativa Figueras, retratan la desesperación de los agricultores de la Ribera que, sean de secano o de regadío, ven no solo cómo su producción se ve afectada por la sequía, sino que las restricciones ya anunciadas para los campos que beben de embalses o canales comprometen seriamente su futuro. En la misma situación está David Navarro, que estos días planta maíz junto al Ebro, camino de El Bocal, o Diego Alonso, que tiene invernadero con verduras y regadío en Villafranca. Los agricultores de la Ribera se ven atenazados por varias espadas: la sequía, el racionamiento del agua de embalses, las obligaciones de la PAC pero también los cambios que se viven y anuncian a nivel planetario. “Levamos años hablando de cambio climático, pero no se puede confundir con si hace calor o no llueve. Es algo mucho más profundo”.

En números, es fácil darse cuenta de la situación. El embalse del Ebro (del que beben los cultivos en la Ribera con los canales de Lodosa, Tauste e Imperial) preveía contar con 314 hm3 en marzo, pero la realidad es que hay 216, el 41% (en una temporada normal debería haber unos 400 hm3), y en agosto la cifra podría caer hasta los 70 hm3. El uso habitual de una campaña son 230, con el apoyo de Itoiz, Alloz y embalses de La Rioja, que este año será mucho menor. Eso se traduce en que habrá 1.700 m³ por hectárea y cultivo, la mitad de lo necesario. Las consecuencias son cambios de cultivos, abandono de campos, barbechos obligados y, sobre todo, imposibilidad de segundas cosechas a partir de junio o julio como brócoli o coliflor, ya que para entonces se espera que no haya agua para regar y solo se cuente con el de consumo humano y animal (70 hm3). En términos de lluvia, en los 120 días de 2023, Tudela ha recibido 32 l/m2 y Cabanillas 25, lo que significa el 25% de lo que se debería haber recogido.

Diego Alonso: “En tres o cuatro años habrá enfrentamientos por el tema del agua”

En sus cultivos de Villafranca deberá dejar sin cultivar más de 10 hectáreas para con ese agua alimentar su invernadero

Diego Alonso mira con preocupación sus tomates recién plantados el 15 de marzo. En los cultivos que cuida con su hermano y su padre tiene invernaderos, con lechuga, borraja y tomate, y también otros como verdura y cereal de regadío (trigo, maíz y guisante). Su preocupación es evidente ante los cálculos mentales que hace para dar agua a sus cultivos. Sus campos beben del agua del Canal de Bardenas, es decir, del embalse de Yesa. En la actualidad está al 53% y se han anunciado las restricciones y su cupo de riego. “A partir del 15 de octubre se mide la cantidad que hay y se divide entre los regantes. A día de hoy tenemos por hectárea de 3.547 m3. Con esa cantidad necesito dejar yeco de 10 a 12 hectáreas para poder cultivar el invernadero ya que el tomate no lo puedo dejar, la planta vale mucho dinero. El 25 de junio empiezo a recoger y hay que seguirlo, guiarlo, estoy pagando mano de obra...”. De esa forma, ha de elegir entre qué saca adelante y qué abandona, algo que, al mismo tiempo choca con la política de la PAC, “te obligan a poner cultivos y rotaciones y si no los pones no cobras. No estamos solo a expensas de si llueve, la administración exige unos cultivos, pero ¿si no hay agua?, si la PAC no me hubiera obligado igual hubiera puesto menos trigo, o no pongo guisante”.

Solo para sacar el maíz adelante necesita entre 6.000 y 7.000 m³ de agua, por lo que deberá cultivar la mitad de sus hectáreas, “al rentero de las tierras no le puedes decir ‘tengo problemas’, hay que pagarle igual”.

Alonso se muestra convencido de que la situación de necesidad del agua va a tensar las relaciones entre vecinos y agricultores, “habrá enfrentamientos, porque en Villafranca tengo 3.500 m³ y un vecino con jardín estará venga a regar o llenará la piscina, y veré su césped verde, mientras que yo el 15 de septiembre no podré regar mis lechugas. Estoy de acuerdo con que primero las personas, pero no un césped cuando mis lechugas no pueden beber. Igual este año no, pero en 3 ó 4 años habrá un problema gordo por el agua”.

Comenzó a trabajar en el campo en 2013 y trata de explicar lo escaso de los 3.500 m³, “el cupo que nos ponen se va con el guisante y con el trigo. En un año normal del guisante y del trigo te sobra agua para invernadero u otros cultivos”. Por otra parte, trata de explicar la complejidad de las soluciones que algunos aportan, “yo pertenezco a Yesa y algunos hablan del recrecimiento, pero no lo veo claro. Nadie ha dicho que es seguro y yo me pongo en la piel de alguien que vive en Sangüesa y no sé si lo querría”.

Víctor Martínez: “Nosotros no consumimos agua, la transformamos en alimentos”

Critica que la nueva política de la PAC puede hacer subir los precios y perjudicar la soberanía alimentaria

Víctor Martínez es socio de una cooperativa junto con otros 5 agricultores en Tudela. Las cuentas son claras “1 kilo de cebada maltera supone 600 litros de agua, 1 kilo de arroz 22.000. Esa es la realidad. Nosotros no consumimos agua la transformamos en alimentos y, de momento, los necesitamos para vivir”. Martínez cultiva cereales tanto en secano como en regadío y la sequía se ha hecho evidente en el estado de la cebada de secano frente a la de regadío “plantadas a la vez, tendrían que estar igual”, señala ambas mostrando que la de regadío está al doble de tamaño que la de secano que dejó de crecer por la falta de agua y se ha “agostado”. 

Víctor Martínez muestra la cebada de regadío, a la izquierda, frente a la de secano, a la derecha. Fermín Pérez Nievas

Además de cebada tienen también guisante y soja, “ha habido años que con 1.200 m³ de agua he sacado los guisantes, pero tal y como está la tierra calculo que este año necesitaría 3.000 para que crezcan”. En abril el pantano del Ebro, del que se abastece su campo en Moskera, estaba con 216 hm3, “para hacer una campaña decente se necesitan 400 hm3. No se están cumpliendo las previsiones”. Ante esta situación desde la CHE ya se ha anunciado que una vez que se abra el embalse del Ebro para el riego, hacia mayo, dispondrán de entre 1.700 y 2.000 m³ por hectárea y cultivo. “Hacia el 15 de agosto se acabará el agua para todos, porque 70 de los 216 hm³ se guardan para consumo humano y animal. No solo para este año, es una previsión bianual”.

Junto a los daños y malos augurios de la sequía, una queja constante también es la losa de la PAC, la ayuda de la UE a los agricultores. “Decimos que los alimentos han subido, pues no es nada para lo que van a subir. La gente pensaba que la PAC era para que los agricultores se hicieran ricos, pero no, sirve para mantener los alimentos a precios económicos, pero eso se va a acabar. Se ha decidido redirigir las ayudas de la PAC al medio ambiente y no a la soberanía alimentaria. Las producciones van a caer y entonces sabemos lo que pasa. Hay muchos tecnócratas en las instituciones y pocos técnicos”. La nueva política de la PAC obliga a plantar leguminosas y oleaginosas en un determinado porcentaje, limitando al mismo tiempo los barbechos, por lo que muchos agricultores se ven obligados a plantar por las ayudas, lo que les detrae agua de sus auténticas plantaciones. 

Martíne recuerda aquellos años críticos de los 90. “Hubo muchos conflictos porque teníamos frutales y se decidió salvar las plantas de vida, como los árboles o la alfalfa, frente a productos anuales como girasol o maíz, pero claro había gente que vivía de eso”.

David Navarro: “La cosecha de cereal de este año en la Ribera puede ser desastrosa”

A sus 37 años asegura que no ha vivido nunca una situación así, los veteranos hablan de algo similar a inicios de los 90

“La cosecha de este año año de cereal puede ser desastrosa”. Se puede decir más alto pero no más claro. David Navarro, un tudelano de 37 años no ha vivido nunca una situación como la actual y solo sabe de algo similar, por los más veteranos, en los años 90. “Estando yo en activo una combinación de sequía y una reserva tan baja de agua para regadío no he vivido. A algunos les recuerda a principios de los 90, en la que se enlazaban campañas muy malas, con pocas precipitaciones y pocas nevadas y veranos secos. A día de hoy el regadío no tiene problema, se podrá sacar la cosecha, pero lo preocupante son las perspectivas y la incertidumbre. Quien vaya a plantar en julio tiene que decidirlo ya y todo indica que no habrá agua”. 

David Navarro junto a su tractor, en plena faena de plantar maíz, en un campo junto al Ebro. Fermín Pérez Nievas

Navarro que cultiva maíz, trigo y “este año por circunstancias girasol”, ve cómo está afectando ya la sequía a sus cultivos de secano. “Se aprecia la falta de humedad, se han quedado muchos claros, hay pocas plantas y las que quedan están espigando con poca altura y en la parte baja tienen hojas secas. Algunos se han agostado e incluso está amarilleando”.

Los campos del Eje del Ebro tienen más dificultades que otros. Los pantanos que abastecen están con las reservas más bajas de los últimos 10 años y la CHE en sus últimas notificaciones ya ha anunciado que ha detectado “un progresivo deterioro”, por lo que incluso ha pedido a los ayuntamientos que “pongan en marcha estrategias para hacer frente a un verano complicado en algunas zonas”.

A partir de estos meses, los productos hortícolas y las segundas cosechas van a ser las más afectadas en la Ribera. “Se trasladará al consumidor porque es producto en fresco y podría haber carestía. Otros productos como cereales se pueden importar, pero nos hará más dependientes de terceros países con lo que eso supone: no tienen nuestra exigencia alimentaria en seguridad y el riesgo de depender de otros países. Lo más grave a nivel de agricultores, tras una temporada de vaivenes en los precios, es que podemos tener muy mala cosecha en secano y problemas también en el regadío, una combinación que va a hacer muy difícil el año para muchos agricultores”.

La falta de agua afectará también a las joyas riberas, sus verduras tras el, más que probable, corte de riego en verano. “Una plantación de alcachofa nueva puede hacerse en agosto pero sin agua de riego nadie se va a atrever y lo mismo puede suceder con el brócoli o la coliflor”, explica.