Cuadrar las cuentas de las pensiones requeriría de una muy intensa y continuada creación de empleo de calidad. Una hipótesis difícilmente alcanzable y que, en el caso de Navarra, se traduciría en algo más de 45.000 nuevos puestos de trabajo, los necesarios para enjugar un déficit entre ingresos y gastos que en 2022, último año con datos cerrados en la Seguridad Social, superó los 326 millones de euros. 

Se trata del segundo mayor agujero de la serie reciente, solo superado por el que abrió en 2020 la pandemia y que deja a Navarra como una de los territorios que no sería capaz de pagar sus propias pensiones. Con un déficit del 15%, Navarra no es de los territorios que sale peor parado del análisis de la distribución económica de ingresos y gastos. Solo cuatro comunidades autónomas (Madrid, Murcia, Baleares y Canarias), aportan más a la caja común de lo que reciben vía pensiones. Dos provincias andaluzas (Málaga y Almería) presentan también superávits en su cuentas particulares, más intenso en el segundo caso, donde el peso de la población joven e inmigrante es superior, que en el primero, uno de los territorios más dinámicos de la última década. 

El déficit de la Seguridad Social es recurrente en toda España desde la crisis de 2008 y una constante también en el caso concreto de Navarra desde un poco más tarde, en 2011. Durante los 12 últimos ejercicios, siempre se ha gastado más de lo que se ingresaba, también en 2022, cuando por primera vez se recaudaron más de 2.000 millones de euros. Según los datos de la Tesorería General de la Seguridad Social, los ingresos alcanzaron los 2.059 millones de euros, 81 millones de euros más que en 2021. Los gastos, sin embargo, crecieron exactamente en 100 millones de euros, hasta 2.385 millones de euros. 

En los últimos diez años, de hecho, los ingresos por cotizaciones han crecido de manera sustancial (n 34% en Navarra y un 39% en el conjunto de España), pero el gasto en pensiones lo ha hecho a mayor velocidad: un 40% en Navarra y un 33% en el conjunto del Estado. Es decir, en ambos indicadores la evolución de Navarra es peor (en términos de sostenibilidad) que en el conjunto del país.

Nadie quiere romper la caja única: ¿quién paga entonces?

Este déficit llega en el conjunto del Estado a los 20.500 millones de euros, toda vez que el gasto en pensiones supera los 144.000 millones de euros y se recaudan vía cotizaciones a la Seguridad Social apenas 123.500 millones de euros. La Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas calculan que, con estos datos, España necesitaría ahora mismo unos cuatro millones de nuevos cotizantes -cuenta en estos momentos con unos 21 millones- para equilibrar una balanza de ingresos y gastos muy deficitaria y que, además, no responde a la distribución geográfica habitual de la renta.

BBVA e Ivie advierten de que la balanza de las presiones seguirá siendo deficitaria durante los próximos años. Y que en 2050 harían falta 6,4 millones de nuevos trabajadores (unos 65.000 en Navarra). “La solución para conseguir un déficit contributivo igual a cero es difícil de conseguir recurriendo a un aumento tan grande del número de afiliados”, señala el estudio, que es difícil hacer proyecciones sobre lo que puede ocurrir en los próximos años. El estudio señala que las proyecciones de población 2022-2072 del Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntan a que determinados factores demográficos reducirán para 2050 el peso del grupo de activos (entre 16 y 64 años), que pasará del 64,9% en 2022 al 56,5% del total de la población en 2050. Por el contrario, el porcentaje de mayores de 64 años pasará del 20,1% en 2022 al 30,4% de la población en 2050 por las jubilaciones de los baby boomers, el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, que para los individuos de 67 años pasará de 19,98 años en 2023 a 21,88 años en 2050 y a 22,60 años en 2070. 

No es el norte, más rico, quien paga las pensiones del sur. La segunda comunidad en renta per capita del país, la Comunidad Autónoma Vasca, presenta por ejemplo una de las balanzas de pensiones más deficitarias, debido al envejecimiento de su población y al coste de sus pensiones, las más elevadas por término medio. El diferencial entre gastos e ingresos, supera los 3.100 millones de euros, casi diez veces más que en la Comunidad Foral y superior a la de comunidades mucho más pobladas, como Catalunya, Valencia o la propia Andalucía.  

En números totales, solo Galicia y Castilla y León presentan números peores que la Comunidad Autónoma Vasca, donde el PNV ha negociado el traspaso del régimen económico de la Seguridad Social (pago de las nóminas, funcionarios), pero sin romper una caja única de ingresos y gastos, de la que depende para hacer frente al pago mensual. Nada hace prever asimismo que esta situación vaya a cambiar en los próximos años. Uno de cada cuatro trabajadores en Euskadi supera los 55 años, un porcentaje superior a la media y al de la propia Navarra, con un 22% de trabajadores veteranos. 

En concreto, el agujero negro de las pensiones españolas se ubica en Asturias y León, antaño cuencas mineras, y donde la Seguridad Social ingresa menos de la mitad de lo que se gasta. Solo en Asturias, cuyas pensiones se encuentran entre las más elevadas del país, el déficit ronda los 2.800 millones de euros. El Principado, que no ha encontrado un relevo económico claro para la extracción de carbón de la que vivió hasta los años 70 y 80, es el territorio español que menos ha crecido en el último medio siglo.

En el sur, la situación de la Seguridad Social es algo mejor, a pesar de las elevadas tasas de desempleo y pese a que en la mayor parte de los casos el saldo sigue siendo muy negativo. Sobre todo en aquellas provincias más despobladas. Allí donde el turismo y el sector agroalimentario tienen más peso (Murcia, Almería y Málaga, especialmente), la situación es mejor, al igual que en Alicante, que acusa un ligero déficit.