La historia de Bodegas Ochoa es, ante todo, una historia de familia. Un relato tejido durante casi dos siglos por generaciones que han sabido cuidar la tierra, interpretar el viñedo y embotellar la esencia de Navarra. Ese vínculo profundo con sus raíces se hizo palpable el pasado lunes 20 de enero en el Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona, donde Adriana y Beatriz Ochoa compartieron con familiares, amigos y referentes del sector vitivinícola la presentación de la nueva identidad de la bodega.

El evento, que reunió a casi 200 personas y estuvo conducido por el reconocido comunicador gastronómico Javier Cirujeda, no fue solo la puesta en escena de un cambio estético, sino la afirmación de unos valores que definen el alma de Bodegas Ochoa. La valentía, ese rasgo que ha guiado a la familia desde sus orígenes, se erige ahora como el emblema de su evolución. Valentía para adaptarse, para innovar, para seguir apostando por la tierra navarra y por vinos que narran historias. Un coraje que también encuentra eco en el símbolo que acompaña su nombre: el lobo. Ochoa, que en euskera significa precisamente “lobo”, se convierte así en una metáfora perfecta de la fortaleza, la resistencia y la determinación que ha caracterizado a esta familia ligada siempre a la viña y el vino.

Inspiración

El nuevo diseño de las etiquetas marca el cambio más visible en esta nueva etapa, donde las fotografías capturadas por Javier Ochoa, padre de Adriana y Beatriz, adquirieron un protagonismo destacado. Estas imágenes no son meras instantáneas, sino recuerdos que encierran momentos de vida, paisajes y detalles que conectan el pasado con el presente, aportando humanidad y memoria a cada botella. “Nuestro padre ha sido un gran enólogo, pero lo que no todo el mundo sabe es que uno de sus sueños era ser fotógrafo”, comentó Beatriz Ochoa emocionada. “La valentía siempre ha definido a nuestra familia”, destacó, por su parte, Adriana Ochoa durante su intervención en el encuentro. 

Este enfoque visual no solo embellece los vinos, sino que invita a quienes los disfrutan a compartir una intimidad familiar, una mirada cálida hacia el legado. En esta línea, el espíritu valiente de la marca se materializa en su nuevo lema: Ahora. Aquí. Siempre. Un mensaje que refleja el compromiso con el presente, el profundo arraigo al territorio y la fidelidad a una tradición centenaria.

El Ahora simboliza la determinación de vivir el presente con pasión, impulsando la innovación y la sostenibilidad como pilares fundamentales. El Aquí expresa la conexión inquebrantable con su tierra y sus viñedos, auténtico corazón de su identidad. Y El Siempre rinde homenaje al legado familiar transmitido a lo largo de seis generaciones, garantizando la continuidad de ese camino. Estos tres pilares —Ahora, Aquí, Siempre— se reflejan en sus colecciones de vino: Ahora invita a celebrar el presente, brindando por la resiliencia, la amistad y la alegría; Aquí conecta cada copa con el viñedo, destacando fincas y variedades que cuentan historias de diversidad y evolución; y Siempre honra los vinos que han construido el prestigio de Ochoa, vinos que trascienden el tiempo y se convierten en auténticos guardianes del legado familiar.

Homenaje

Este nuevo capítulo en la trayectoria de Bodegas Ochoa es mucho más que una renovación de imagen; es una declaración de compromiso con su historia, con su tierra y con quienes disfrutan de sus vinos. Adriana y Beatriz han sabido conectar pasado y presente, proyectando hacia el futuro una marca que sigue latiendo con fuerza, con la valentía inquebrantable en una nueva era en la que esta vez dos lobas custodian su legado. 

Beatriz expresó que uno de sus principales propósitos es “hacer que la gente tenga claro que Ochoa va a estar ahí. Este cambio lo hemos hecho para sentirnos más representadas pero, también, pensando en los que venden nuestro vino y, sobre todo, en las personas que nos beben; esto es para ellas”.