La generación del baby boom español, 11,5 millones de personas los nacidas entre 1960 y 1976, ha comenzado a jubilarse. También en Navarra, donde 3.191 personas accedieron a una pensión tras haber completado su vida laboral. Es la mayor cifra de la historia y supone un 16,1% más que en el mismo periodo del año pasado. Un ritmo de crecimiento imposible de entender sin el factor demográfico.
Esto es solo el comienzo de una avalancha que se va a prolongar durante las dos próximas décadas y que elevará irremediablemente el gasto en pensiones, que crece por otra parte a un ritmo récord. Tanto por el incremento en el número de pensionistas (147.828 entre todas las categorías) como por su progresiva revalorización, superior por otra parte a la que están experimentando los salarios. Quienes se han jubilado a lo largo del primer semestre del año reciben una pensión media de 1.796 euros de media. Son 231 euros más al mes que hace solo tres años y 800 euros más al mes que hace 20.
La incorporación de nuevos pensionistas por jubilación lleva creciendo de manera casi continua a lo largo de las dos últimas décadas. Lo hacía, sin embargo, de manera algo más suave. En 2005, se jubilaron poco más de 2.000 personas en seis meses. Y a comienzos de la pasada década se estabilizó en el entorno de las 2.500 personas. Ahora ha acelerado y todo apunta a que se trata algo definitivo.
Casi todos los meses acceden a una pensión de jubilación más de 500 personas, una velocidad de crucero que solo se mitiga debido al progresivo retraso de la edad de jubilación, que se extiende hasta los 67 años. De hecho, las sucesivas medidas adoptadas por el Gobierno central es para incentivar el trabajo por encima de los 65 años están teniendo éxito: la edad media de jubilación supera ya los 65,2 años en Navarra.
Un baby boom tardío
Pese a ello, a lo largo de los próximos años todo hace indicar que el ritmo de incorporaciones seguirá creciendo. En España, a diferencia de Estados Unidos y Europa, cuando el baby boom es inmediatamente posterior a la Segunda Mundial, la explosión de nacimientos se ha hace esperar. Y no es hasta finales de los años 50, en pleno desarrollismo y emigración del campo a la ciudad, cuando se registra una explosión de la natalidad que no remite hasta finales de los año 70. Todos los años nacían en torno a 650.000 personas (el récord se alcanzó en 1964, con algo más de 697.000), el doble que en la actualidad y 250.000 más que en 1990.
Todas estas personas, que en su mayor parte superan los 50 años, se van a ir jubilando a lo largo de los próximos años. También lo harán, y no es desdeñable, buena parte de quienes comenzaron a llegar ya como adultos emigrados a finales de los años 90, un flujo continuo que solo se frenó durante la grave crisis económica iniciada en 2008, y que se ha retomado con fuerza durante el último lustro.
La nómina mensual de las pensiones supera ya los 13.500 millones de euros, de los que algo más de 170 millones se abonan en Navarra, una de las comunidades que, con sus propias cotizaciones, no podría pagar sus pensiones. Este gasto, pese a que no deja de crecer, está lejos de haberse desbordado si se mide su peso en el PIB, que también ha crecido impulsado por la fortísima creación de empleo de los últimos años. Sostener el actual ritmo de creación de empleo resultará por tanto imprescindible para evitar que el gasto en pensiones limite la capacidad presupuestaria de las próximas décadas.