El reloj marca las 11.15 de la mañana y en la calle Estafeta de Pamplona coinciden transeúntes y repartidores en sus vehículos. La tienda Garrarte tiene abierta su puerta y uno de sus empleados ofrece almendras garrapiñadas en un plato a todos los que pasan por la calle.

Yolanda López Roncal, propietaria de este negocio, atiende una llamada de teléfono horas antes de recibir en el Castillo de Gorraiz la mención especial por su trayectoria, en la gala de los VII Premios de Reconocimiento al Trabajo Autónomo de Navarra 2025. "Siento emoción y orgullo. Durante toda mi vida he hecho aquello que me ha enseñado mi familia, con el apoyo de mi marido, hijas y hermanos", resalta en una entrevista a este periódico en uno de los estand del establecimiento, en el que ofrece una variedad infinita de figuras de chocolate.

A sus 64 años, este mes cambiará de cifra, representa la cuarta generación de un negocio familiar que comienza en su Tafalla natal, en la figura de su bisabuelo paterno Pablo López en 1880 con la venta de dulces en las ferias.

Entre Tafalla y Carrascal

Su abuelo Santiago y abuela Cirila cogieron el testigo de esta forma de ganarse la vida como segunda generación, que continuó el padre de Yolanda, también llamado Santiago, y su madre Julia, como tercera generación. "Mi abuela Cirila enviudó en el noveno embarazo, y a mi padre de niño le subía al tren entre Tafalla y Carrascal con una cesto de mimbre con correas de cuero para vender a los viajeros. Quiero homenajear a mi padre en este día", ha relatado.

Así Yolanda supone la cuarta generación de un negocio que durante más de 130 años elaboró de manera manual y artesanal productos garrapiñados y caramelos para vender en las ferias de artesanía, sin disponer de un local para comercializar sus delicias.

Desde un cajón

Yolanda recuerda cómo de niña se subía a un cajón, que le agenciaba su padre, para así poder ofrecer los productos en el puesto que colocaban en las javieradas, en las romerías de Ujué, en San Blas...

"También ayudaba en el obrador a confeccionar los caramelos, las garrapiñadas y turrones", dice. Posteriormente, comenzaron a participar en mercados medievales, y ya hace 14 años se plantearon abrir un local en Pamplona, en la calle Estafeta. "Queríamos iniciar una nueva etapa, aunque mantenemos nuestra presencia en citas clave como javieradas, San Blas, Estella o Alsasua", especifica.

La marca Garrarte

Desde su local en la Estafeta ofrecen garrapiñadas, caramelos, chocolate... La marca comercial Garrarte surge de Garrapiñados artesanos hace más de 20 años. Hasta entonces en las ferias los conocían como "los piltras de Tafalla" -apodo como se denominan a los de la Ciudad del Cidacos-. "Pertenecemos a Artesanos de Navarra y a Reyno Gourmet", ha resaltado.

Como herencia de su familia, mantienen la tradición de las garrapiñadas, principalmente con almendras que proceden de Navarra y La Rioja, de la variedad Largueta seleccionada. Además, también conservan el caramelo rojo. "Seguimos usando los moldes y la fórmula de la abuela Cirila para hacer los caramelos de chupete, martillo y figuras de San Blas", ha contado.

La introducción del chocolate se debió a esta cuarta generación de artesanos. "Estamos manejando unos niveles importantes de este producto, con bombones especiales, tabletas, trufas, figuras de Pascua, Halloween, turrones clásicos e innovadores... En cada época elaboramos artículos diferentes", ha destacado.

Nueve de plantilla

Actualmente, la plantilla está compuesta por nueve personas: cinco de la familia y cuatro empleados. Trabaja el marido de Yolanda, Francisco Ugarte; sus hijas Andrea e Iratxe, de 45 y 43 años respectivamente; y el hermano de Yolanda, Santiago. "En el obrador de San Adrián, mis hijas se dedican a la línea de chocolate, y mi hermano con otro empleado, a las garrapiñadas, caramelos y turrones", ha detallado.

Ha reiterado que "el 85% del producto elaborado es artesano, ya que hay que diferenciarse para competir". En la calle Estafeta ha comprobado que con el paso de los años ha aumentado el número de turistas que visitan la ciudad. "Entre los nacionales, principalmente vienen catalanes y valencianos por la tienda, y conservan la costumbre de comprar un detalle para llevar a su casa. En cambio, el viajero extranjero no la tiene".

De autónoma

A sus 64 años, ha recibido la mención especial por su trayectoria: “Ser autónoma me ha dado independencia y me ha permitido hacer aquello que me gusta”, indica. Pero, también explica la cruz del trabajador por cuenta propia: “Tu cabeza nunca descansa, eres responsable de las personas que están a tu cargo en el trabajo y hay que afrontar gastos e impuestos”. 

Todavía tiene que trabajar hasta los 67 años para jubilarse. "He estado entre dulce toda la vida y seguiré", ha concluido sonriendo porque sus hijas aseguran el relevo y la quinta generación.