En el corazón de Baztan, en Irurita, late desde hace más de un siglo y tres décadas una empresa familiar que ha sabido mantener viva la esencia del hierro y el fuego. La Herrería Arotxa, fundada en 1890, es mucho más que un taller: es memoria, oficio y arraigo.

Cuatro generaciones han pasado por su yunque, transmitiendo de padres a hijos no sólo una profesión, sino también una forma de entender la vida, el esfuerzo y el vínculo con la comunidad.

Historia

La herrería se fundó en 1890, pero la historia comenzó bastante antes, cuando el baztandarra, no se sabe si de Amaiur o Azpilkueta, Fermín Azcárraga Zelayeta emigró, como otros tantos, a América y se estableció en Montevideo (Uruguay). Ya fue con conocimientos de herrería y allí amplia sus destrezas en el oficio. Contrajo matrimonio con la italiana Rosa Dotta Faropa y tiene su primer hijo Miguel Roque Julián Azcárraga Dotta, que se convertirá en la segunda generación del negocio. Tras unos años en Uruguay, regresa a Baztan y se instala en Irurita. Compra un terreno y comienza a construir la casa Arocenea (1903), en el tiempo que tarda la construcción, establece y funda la Herrería Arotxa en la casa ‘Calderón’. Una vez terminada su casa, establece el negocio en Arocenea. Además amplia la familia con cuatro hijas más.

Fermín Azcárraga Zelayeta, primera generación. Cedida

Miguel Roque Julián Azcárraga Dotta, fue la segunda generación de la empresa familiar. Se casó con Inés Irigoyen Zugarramurdi, de Erratzu, y tuvieron seis descendientes, entre ellos Juan José Azcárraga Irigoyen que tras estudiar en el Colegio de Lekaroz, en San Martín de Oronoz y en Salesianos de Pamplona (forja, soldadura, calderería...) se convertiría en la tercera generación de Arotxa.

Miguel Roque Julián Azcárraga Dotta, segunda generación.

Miguel Roque Julián Azcárraga Dotta, segunda generación. Cedida

Juan José Azcárraga Irigoyen contrajo matrimonio con María Dolores Aríztegui Echenique, de Irurita, y formaron una familia con cuatro hijas y un hijo, Miguel Azcárraga Ariztegui. Años más tarde, Juan José construye una nueva casa y traslada el taller de herrería de Arocenea a la nueva casa a la que llama Arotxenea, taller en el que actualmente trabaja su hijo Miguel convirtiéndose en la cuarta generación de Arotxa.

Juan José Azcárraga Irigoyen, tercera generación. Cedida

Presente.

Para Miguel estar al frente de Arotxa “es un orgullo poder seguir con lo que hemos estado haciendo toda la vida en la familia y es bonito que dure tanto”. De pequeño ya salseaba en la herrería, “en la fragua no porque no había sitio y sólo se usaba en invierno, en verano no se podía aguantar el calor”, recuerda que “con 10 o 12 años ayudaba a mi padre a pintar, normalmente los sábados y los veranos”.

Estudió ‘Maquinas y Herramientas’ en la FP de Elizondo, obteniendo el título de Maestría Industrial y posteriormente, “antes de venir aquí (a Irurita), estuve tres años en Villava aprendiendo y haciendo estructuras grandes con aluminio”. Con 25 años es cuando el herrero comenzó a trabajar junto a su padre en el Taller de Herrería Arotxa y “ya sólo llevaré unos 25 años”.

La forma de trabajo de su bisabuelo, abuelo y padre ha cambiado totalmente, “la fragua ya no es rentable, será rentable para el que hace forja artística y se paga lo que vale, para lo que se hacía, adornos para verjas, herrajes para carpinteros, ahora todo eso se hace con máquinas o vienen de China, no puedes competir” y añade que “ahora vamos más a automatizar cosas, montar puertas de garaje, poner motores, se sigue haciendo algún balcón pero no en forja”. 

Del negocio familiar se muestra orgulloso de mantener y guardar como un tesoro “la fragua que funciona perfectamente y martillos, tenazas, un yunque y otra joya, un taladro manual”.

Ahora se muestra pesimista en el futuro de este tipo de negocio, “este oficio está en peligro totalmente, primero porque hace falta muchos años para aprender y los jóvenes no quieren esto, por sujeción, está abocado a perderse, es una pena, pero están condenado a desaparecer”.

En los años que lleva trabajando no le hace falta motivación para levantarse cada mañana, “me gusta lo que hago, vengo encantado, y el trato con la gente, eso es muy bonito, trabajo en lo que me gusta”. 

Miguel Azcárraga Aríztegui, cuarta generación. Ondikol

“Estamos aquí gracias a todos los que han confiado y confían en nosotros, eso también quiere decir que hacemos bien las cosas, sin ellos no hubiéramos estado 135 años”. Miguel Azcárraga Aríztegui, herrero.

Futuro.

Prevé que con él terminará la historia de Arotxa, “seré la cuarta y última generación, no veo continuidad, tengo dos hijas que ya están cogiendo su camino, es complicado, a no ser que traigan a alguien que le guste esto, pero lo veo difícil”.

Está muy agradecido a sus clientes, “estamos aquí gracias a todos los que han confiado y confían en nosotros, eso también quiere decir que hacemos bien las cosas, sin ellos no hubiéramos estado 135 años”.