Alemania, en alerta por la falta de microchips que amenaza la producción de Volkswagen
El grupo automovilístico se prepara para suspender líneas clave en Wolfsburgo mientras lidia con una crisis de liquidez y un agujero financiero
El Gobierno alemán expresó este miércoles su preocupación ante las posibles interrupciones en la cadena de suministro de semiconductores que amenazan con paralizar la producción del principal fabricante automovilístico del país. Berlín mantiene conversaciones “intensas” con la industria, la Comisión Europea y el Gobierno chino, tras la advertencia de Volkswagen sobre nuevas suspensiones de producción por falta de chips.
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“Nos preocupa que puedan surgir dificultades en el suministro. Los chips son indispensables en los productos modernos, y esto podría tener grandes repercusiones”, señaló un portavoz del Ejecutivo alemán en rueda de prensa.
El aviso se produce después de que el grupo Volkswagen comunicara a sus empleados que la producción del modelo Golf en la planta de Wolfsburgo se detendrá el próximo miércoles, según informó el diario Bild. Otros modelos, como el Tiguan, también se verían afectados, y la suspensión se extendería gradualmente a otras fábricas del consorcio.
El origen del nuevo cuello de botella se encuentra en el conflicto entre Países Bajos y China por el fabricante de chips Nexperia, filial de la china Wingtech, cuyo control asumió el Estado neerlandés el pasado 30 de septiembre. Pekín respondió imponiendo restricciones a la exportación de determinados componentes, una medida que ahora golpea de lleno al sector automovilístico europeo.
Ante la incertidumbre, Volkswagen ya ha solicitado al Gobierno alemán acogerse al régimen de trabajo reducido (Kurzarbeit) para parte de su plantilla.
Liquidez al límite y una estructura pesada
La crisis de semiconductores llega en el peor momento para el grupo, que afronta una situación financiera delicada. Según fuentes internas, el fabricante prevé un déficit de 11.000 millones de euros para 2026, un escenario que ha forzado la reestructuración de su cúpula directiva. Oliver Blume dejará la dirección de Porsche para centrarse exclusivamente en el grupo Volkswagen, mientras el ingeniero Michael Leiters, exjefe técnico de Ferrari, tomará las riendas de la marca deportiva.
El problema de liquidez amenaza con convertirse en un cuello de botella financiero: el flujo de caja disponible apenas cubrirá las necesidades de 2025, lo que obligaría a vender participaciones en filiales como Everllence, Italdesign o IAV. Sin embargo, los propios directivos reconocen que estas desinversiones solo paliarán parte del agujero.
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El riesgo de fondo es una rebaja en la calificación crediticia, lo que encarecería miles de millones en costes de financiación. Analistas y accionistas coinciden en que el consorcio necesita una reestructuración profunda: el exceso de marcas, las duplicidades tecnológicas y la fragmentación de procesos han reducido la eficiencia operativa del grupo más allá de la coyuntura del mercado.
Mientras Berlín intenta asegurar el suministro de chips con sus socios europeos y asiáticos, Volkswagen encara un desafío que combina lo coyuntural con lo estructural: la falta de semiconductores ha vuelto a grietas de un gigante que ya sufría problemas internos de liquidez y gestión.
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