Los árboles del sobrecoste energético han impedido este 2022 ver todo el bosque. El precio de la electricidad se ha multiplicado por 4 y el del gas, por 10. Este no es el mejor contexto para que las empresas aborden otras cuestiones de mayor fondo, como el origen de estas tensiones energéticas, relacionadas fundamentalmente con la sostenibilidad o un modelo económico que apuesta por ser cada vez más sostenible y donde las políticas internacionales están impulsando con rotundidad cambios normativos que ya están llegando.

La cuenta atrás para prepararse ya ha empezado. Así lo explican Marian Garayoa, Ingeniera Superior de Telecomunicación, MBA (ICADE), PDG IESE y responsable del área de consultoría de la Asociación de la Industria Navarra (AIN), y Montse Guerrero, ingeniera agrónoma, Máster en Innovación, Empresa y Economía Circular por la Universidad de Bradford, consultora en economía circular de la Asociación de la Industria Navarra (AIN): “Nunca antes la sostenibilidad se había percibido con la fuerza estratégica que tiene actualmente”, señala Guerrero quien, además, explica que “cualquier ayuda europea, nacional o regional que llegue estará condicionada a que el producto o servicio que preste la empresa sea sostenible económica, pero también social y medioambientalmente”.

¿Qué tiene que hacer la empresa navarra para integrar la sostenibilidad en su día a día? 

Montse Guerrero: Las empresas ya vienen trabajando en sostenibilidad en temas como la preservación de recursos, el cuidado del entorno, la responsabilidad social corporativa o la gestión medio ambiental, entre otros asuntos. La principal diferencia ahora mismo es que la sostenibilidad llega con un enfoque mucho más amplio e integrador y su desarrollo en la empresa va a condicionar el acceso a la financiación tanto pública como privada.

Marian Garayoa:  Muchas empresas van a ver expuestos sus modelos de negocio actuales, en algunos casos de forma drástica. Algunas tendrán que adaptarse de manera forzosa a los nuevos estándares para introducir cambios en los procesos, en los productos y en la forma de hacer. Es una adaptación necesaria bajo la cual o sin la cual no va a ser capaces de competir. En otras muchas empresas va a suponer un enfoque mucho más adaptativo de integrar nuevas exigencias, nuevos requisitos legales incluso desde y hacia las cadenas de suministro.

El nuevo marco legislativo también genera un nuevo marco de oportunidad, donde indudablemente van a emerger negocios nuevos.

¿Cuál sería el primer paso que ha de dar una empresa en esta maratón para no quedarse atrás y aprovechar las oportunidades? 

Ma.G.: Lo primero sería realizar una reflexión interna sobre cómo creo que me puede afectar. Es posible que la empresa tenga profesionales y conocimiento interno y con sus recursos pueda establecer líneas de actuación. Si no es así, lo recomendable es buscar ayuda para identificar cuánto sé y cuánto no.

Desde al ámbito legislativo está habiendo un buen número de novedades. Nos estamos encontrando con muchas compañías que no son conocedoras de estas nuevas realidades, de lo que va a llegar y de cómo les va a afectar. Piensan que tienen más control del que verdaderamente tienen y eso es un riesgo. AIN puede apoyar en ese diagnóstico de situación que les permita saber qué es lo que les va a afectar. Una evaluación de cómo puede afectar sería el primer paso. A partir de los resultados se abren muchos caminos y posibilidades de trabajo.

¿Cuáles son los cambios que ya están llegando? 

Mo.G.: Tenemos novedades en materia de reporting de sostenibilidad que han afectado a las grandes empresas. De hecho, en la revisión de esta legislación se ha pasado de denominarle estado de información no financiera (EINF) a ser un informe en materia de sostenibilidad.

En esta normativa se establece, entre otros temas, una obligación para la empresa de incluir el objetivo de reducción de sus emisiones de Co2, con objetivos concretos. En la implantación de nueva normativa se están definiendo estándares concretos para los diferentes aspectos de sostenibilidad, nuevas métricas, y al final, una objetividad a la hora de informar sobre la situación actual de la empresa y, sobre todo, en sus compromisos de mejora en los diferentes aspectos de sostenibilidad. El fin es homogeneizar la información para poder comparar. Entrará en vigor en 2024 y su implementación será escalonada en función del tamaño de las empresas.

Esta reglamentación busca eliminar el greenwashing, entendido como el uso de la publicidad para difundir que una empresa o un producto son sostenibles sin serlo realmente. Si bien la obligación del reporting se va a extender a algunas pymes a 2026 y de forma general a partir de 2027/2028 es importante tener en cuenta que en el acceso a la financiación ya se está solicitando la demostración de que la financiación recibida sí se utiliza para el desarrollo de proyectos que garantizan productos y servicios más sostenibles, demostrable de forma objetiva a través del cumplimiento del principio del “Do Not Significant Harm” (DNSH), no causar perjuicio significativo. Es decir, actualmente, ya es necesario identificar los criterios clave de sostenibilidad también en las pymes, aunque las obligaciones de reporting estandarizado llegarán en uno años.

Otro ejemplo de nueva normativa que va a afectar a toda la industria lo encontramos en materia de envases y embalajes y sus residuos que impone nuevas exigencias a todos los productores. La filosofía en esta materia es extender la responsabilidad al productor. Esto supone nuevos retos. Ya no vale cualquier tipo de embalaje. Habrá una reconfiguración de su diseño, sus usos finales y de las cadenas de valor asociadas.

Las nuevas normativas obligan a que las empresas se adapten a este nuevo marco. Ahora bien, ¿cómo van a afrontar las industrias estos cambios? 

Ma.G.: Una vía muy efectiva de impulsar el cambio es incentivar a través de los instrumentos de apoyo de financiación tanto regionales, como estatales y europeos. A nivel regional, la Administracion foral está adoptando estas exigencias europeas de manera bastante temprana y se espera que las empresas que estén mejor preparadas puedan tener más opciones de acceso a los instrumentos como son las ayudas.

Es importante que las empresas aprovechen estos primeros años para solicitar financiación que les permita adaptarse a los cambios de procesos y gestión que vayan a ser obligatorios en los próximos años, ya que una vez sean de obligado cumplimiento ya no se podrán acceder a ayudas para cumplir con los requisitos de sostenibilidad solicitados. Ayudas como las de competitividad o del fondo de residuos de Gobierno de Navarra permiten a las empresas anticiparse de forma estratégica a los nuevos requerimientos.

¿Cuál es la situación de la empresa navarra en este contexto? 

Ma.G.: Existe un pequeño grupo de empresas comprometidas a involucradas con esta materia, pero también es verdad que hay un gran conjunto de empresas con un amplio margen de mejora y con muchas tareas por hacer. Navarra se ha caracterizado por unos niveles altos de exigencia y promoción de la sostenibilidad de su tejido empresarial, pero el tsunami regulatorio que llega va a acelerar el conjunto de cambios y adaptaciones necesarias, por lo que es importante seguir trabajando para que los cambios nos pillen con las tareas hechas.