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La Navarra del Siglo XXI

Ana Ollo: La pluralidad como medicina ante el fascismo

Ana Ollo: La pluralidad como medicina ante el fascismoCedida

El cambio de año es buen momento para darle al “pausse”, calibrar de dónde venimos y ver a dónde queremos ir. Un momento para detenernos en una mirada que nos permita distinguir lo urgente de lo importante, el ruido de las ver…

El 2026 va a ser un año importante. Estamos en un momento delicado tras más de diez años de gobiernos progresistas y estables en Navarra. Un ciclo que no se había conocido nunca en esta Navarra democrática.

Aunque Navarra no es una isla, a nuestro alrededor crece el griterío, la antipolitica, la inestabilidad, en el 2015 conseguimos romper con esos gobiernos del quesito para iniciar un ciclo de cambio político y social de políticas progresistas.

Y ahí seguimos. Porque la Navarra actual tiene que asumir retos importantes en el impulso de una sociedad democrática, basada en un sistema económico que avale el estado bienestar para todas las personas. No habrá crecimiento económico si no va a acompañado de una sociedad cohesionada y equilibrada en lo social, en lo económico, en el territorio. Y para ello debemos reivindicar el papel de la política en la transformación de esa sociedad. Una política al servicio de la ciudadanía. Una política que es gestión y convicción, pero también ética y emoción. La democracia y el cambio no tienen atajos: son una forma de transitar por el espacio público con el bien común como meta.

Agentes sociales y políticos de Argentina o Chile nos alertaban que durante años habían bajado la guardia frente a una ola reaccionaria hasta que les ha llegado. Y que la respuesta a esto debe de ser global. Tejiendo alianzas y compartiendo experiencias locales para confrontar con esas amenazas en el tablero internacional. Y para ello es imprescindible conocer y revisar el pasado, y mirarlo desde una memoria crítica e integral. Se ha avanzado mucho en estos últimos años en temas que parecían antes imposibles como el reconocimiento integral de todas las víctimas y la deslegitimación de la violencia con fines políticos. Con sus tres contextos diferenciados. Sin equiparaciones ni diluciones.

El centenar de víctimas de violencia de motivación política reconocidas, la mayoría por ser torturadas, han marcado esta primera parte de la legislatura, mientras seguíamos trabajando en la violencia del franquismo —donde Navarra es referente estatal e internacional— al igual que con las víctimas del terrorismo, especialmente de ETA. Sobre todo, con las nuevas generaciones con el programa de ‘Escuelas con Memoria, por la Paz y la Convivencia’. En una apuesta por una convivencia real y firme con un II Plan Estratégico que tendrá toda su extensión en el año 2026.

Todo esto nutrirá ese hermoso espacio en el que se va a convertir Rozalejo. Un edificio que abriremos el año 2026 y que va a ser el símbolo de ese cambio progresista en Navarra. Un edificio que traspasará nuestras fronteras. Ahora nuestra memoria viajará por sus ventanas en una red estatal e internacional que ya preparamos.

Porque la memoria, la convivencia y el respeto a los Derechos Humanos no son un destino, sino una forma de caminar. Una diversidad, también la lingüística, que tenemos la fortuna de tener en Navarra y que debe ser vista desde la convivencia no desde la confrontación. Porque las lenguas suman, no restan. Conviven, no enfrentan. Y las lenguas minoritarias, como el euskera, necesitan ser mimadas y protegidas con políticas reales, no solo con discursos.

En estos dos primeros años de legislatura, se ha logrado materializar dos herramientas muy importantes para que el personal de la Administración foral pueda prestar su servicio público a esa ciudadanía cada vez más euskaldun: los planes lingüísticos departamentales (plazas bilingües) y el Decreto de Méritos. Aunque queda mucho camino por recorrer; continuaremos trabajando en este ámbito. Porque hoy más de 170.000 navarras y navarros conocen el euskera. Muchas personas en la edad adulta se han sumado a su aprendizaje gracias al impulso decidido de Euskarabidea. Gracias también a que, desde hace tiempo, una parte importante de las nuevas generaciones aprende ese idioma en las aulas, en un proceso de recuperación en un contexto especialmente complicado por la diversidad social, la globalización y la uniformización.

Trabajo en común y en primer lugar con quienes compartimos un proyecto, el europeo. Porque pese a todos sus déficits, Europa sigue siendo el espacio donde los Derechos Humanos todavía guían sus políticas. Y por eso las ultraderechas quieren que desaparezca. Seguiremos reivindicando nuestra vocación europeísta y transfronteriza de Navarra con el refuerzo de una cogobernanza multilateral donde las regiones, Navarra, actúen con voz propia en ese escenario. Por eso cuestionamos el giro centralizador que apunta la Comisión. Porque en caso de que prosperase el nuevo sistema recentralizaría competencias y debilitaría el principio de subsidiariedad que ha sostenido la cohesión europea.

Esta defensa de la política de cohesión se plasmará en el liderazgo de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos tras presidir la Eurorregión. Y en todo el II Plan de Acción Exterior que adquirirá velocidad de crucero en este año que empieza ahora.

Termino. Aunque en aquel momento aquello sonó un tanto optimista, lo cierto es que una década después seguimos impulsando políticas progresistas desde la estabilidad. Pero no podemos caer en la autocomplacencia, ante una sociedad cada vez más exigente que no quiere caer en errores del pasado y que reclama seguir trabajando por una Navarra abierta e inclusiva. Diversa en lo político, identitario, cultural y lingüístico, y cohesionada social y territorialmente. La Navarra del Bienestar lograda desde el autogobierno solidario.