El alza de los precios de la energía ha sido la tónica predominante desde el comienzo de año. De hecho, agosto de 2022 se convertía en el mes con el precio de la luz más caro de la historia, con una media de casi 308 euros por megavatio hora. Y no ha sido hasta noviembre cuando hemos podido ver cierta relajación en la correspondiente factura. La desestabilización del mercado energético ha sido general. A la escalada del precio de la electricidad y del gas, motivada por la guerra de Ucrania, se ha sumado la del Brent -que marca la referencia del precio del petróleo en los mercados europeos-, aunque éste último de forma moderada.

No es de extrañar por tanto que, a falta de datos oficiales, Euskadi alcance en 2022 un récord de gasto energético. Todo apunta a que superará los mil euros al año por persona en la CAV. Antes de la pandemia, la cifra era de 930 euros, tal y como señala el último estudio de EITB DATA sobre el sector de la energía.

Escenario alcista

El parón económico que supuso la pandemia sanitaria en 2020 y su posterior reactivación, la desestabilización que suscitó la guerra en Ucrania a principios de año, las sanciones contra Rusia… Los últimos 24 meses han fraguado el escenario alcista en el que se ha visto envuelta toda Europa y, por tanto, la CAV y Navarra, con una importante dependencia energética del exterior. El conflicto bélico y sus consecuencias, por ejemplo, alteraron los suministros de energía como nunca. Empujaron el precio del gas, necesario en la industria pero también en la generación de electricidad, a máximos históricos. De hecho, a finales del mes de marzo, justo después de que comenzase el conflicto bélico, el gas natural se situaba en 346 euros por megavatio hora (MWh).

Estimación de las emisiones energéticas. Fuente: Gobierno Navarra.

Para entender la magnitud de la guerra de Ucrania y su impacto no ya sobre el suministro energético, que ha podido ser garantizado, sino sobre los precios, basta con recurrir a dos datos muy significativos. En Euskadi, en 2020, el 44 % de la energía demandada (a la que contribuye en buena medida el sector del transporte) correspondió al petróleo y sus derivados.

Estos se refinan en la planta que mantiene Petronor en Muskiz (Bizkaia). Pero, ¿de dónde procede el crudo? De México, Rusia y del Mar del Norte, principalmente. Por otro lado, de Rusia proviene también parte del gas natural que llega a la CAV a través de la planta regasificadora de Zierbena, en Bizkaia, y que posteriormente se reparte a otros puntos repartidos en el Estado español y Francia. Y ese gas natural representaba, hace dos años, un 33,9 % de la demanda total de energía, con la industria y las centrales térmicas a la cabeza.

Retracción de la demanda

El repunte de los precios ha tenido otra consecuencia ya visible: la retracción de la demanda. Es decir, los precios de la energía han llevado a administraciones públicas, empresas y familias a una contención del gasto energético en pro del ahorro.

Los precios de la energía han llevado a administraciones públicas, empresas y familias a una contención del gasto energético.

De hecho, según datos de la Red Eléctrica de España (REE), la demanda de energía eléctrica a nivel estatal registró en noviembre una caída del 9,1 % respecto al mismo periodo del año anterior, lo que significa el mayor descenso desde mediados de 2020. Ese año, Euskadi experimentaba una caída del consumo de electricidad del 7,8 %, de la que tiraba principalmente el sector industrial. En Navarra, esa disminución fue del 10 %.

Sin embargo, el alza de los precios no ha sido el único motivo de esta relajación en la demanda. Hay que sumar los llamamientos al ahorro energético por parte de algunas instituciones europeas, en un intento de capear los problemas de suministro. También las medidas estratégicas contra el cambio climático y a favor de la transición ecológica de las distintas administraciones públicas, que están dando sus frutos. Y a que cada vez existen más personas consumidoras sensibilizadas en materia de eficiencia y consumo.

Dependencia externa

-En la CAV: La tasa de autoabastecimiento energético no llega al 10 %. El 90 % restante se convierte en el nivel que tiene el territorio de dependencia energética exterior. En otras palabras, Euskadi debe comprar el 90 % de la energía que consume. 


-En Navarra: El 80 % de la energía que se consume en la Comunidad Foral es aún de origen fósil e importada prácticamente en su totalidad. Antes de la pandemia sanitaria, el coste de esa dependencia energética ya suponía un 8,7 % del PIB navarro.