‘El acceso a la vivienda como derecho’. Es el título que de este Foro Hiria que así, a simple vista, puede parecer un enunciado más, muy de carril, una frase hecha que a algunos les puede parecer muy hueca y con escaso contenido. No es así. Es el verdadero problema de fondo y origen causal de todos los problemas que tenemos que afrontar hoy en día en materia de vivienda, fundamentalmente la disparatada situación de los precios. Porque seamos sinceras, nunca se ha tratado la vivienda como un derecho a pesar de que este recogido en textos tan fundamentales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 o la Constitución española de 1978. Su enunciado en las normas legales de mayor calado luce mucho, pero la realidad es que la vivienda, sobre todo en España, ha sido y es un bien de mercado, cada día más jugoso, en donde el criterio económico está muy por encima de textos legales o de las necesidades sociales.
“No queremos una España de proletarios, sino de propietarios” es la frase que pronunció el ministro franquista Arrese en una reunión con los agentes de la propiedad inmobiliaria de la época y todavía seguimos arrastrando las decisiones tomadas hace ya muchas décadas. El “mejor propietarios que rojos” nos ha llevado a un círculo vicioso en donde nos han metido a casi todos en la diabólica rueda de considerar nuestras viviendas, quienes seamos propietarios, como nuestro mayor bien de inversión de nuestra vida con lo que, como producto de inversión, todas queremos que aumente el valor, agrandando y alimentado la magnitud del problema. Y lo sabemos.
Y por eso tiene que intervenir la administración pública, porque el asunto se ha salido de madre y estamos condenando a generaciones enteras a vivir en la precariedad precisamente para poder costearse el techo donde cobijarse. La proporción de los ingresos que la gente joven o migrante tiene que dedicar al pago de la hipoteca o la renta del alquiler está dejando muy poco margen para poder pensar en proyectos de vida medianamente dignos.
Esta es la realidad y por eso tenemos que intervenir y regular desde las administraciones públicas, a pesar de la oposición de las diferentes derechas que nos proponen como fórmula mágica que volvamos a las recetas de la primera década del siglo XXI, sus fórmulas mágicas, que llevaron a este país al mayor crack inmobiliario de su historia y condenaron a la pobreza a miles de familias y miles de empresas. Aunque sea sorprendente, lo siguen reclamando en 2024 y sin ruborizarse.
Pero volvamos al principio, más filosófico si queremos, pero que creo que es crucial. Hemos interiorizado algo que nos han hecho ir interiorizando determinados, y muy poderosos, intereses económicos. La vivienda como inversión, la vivienda como negocio y no como una de las necesidades más básicas y elementales que tiene el género humano desde que se instauró la sociedad agrícola hace 12.000 años. Porque es importante también el discurso.
Si mañana alguien se le ocurre liberalizar al mercado privado el precio del agua o del pan, la reacción sería instantánea. Eso no se toca. Si mañana decidiéramos en la vieja Europa ir al modelo estadounidense de salud en donde la esperanza de vida está directamente relacionada con el tamaño de la cartera, también la reacción sería inmediata, aunque haya quienes nos quieran llevar a ese modelo y, que casualidad, en algunos casos son los fondos de inversión que ya operan en el mercado de la vivienda.
Con la Educación pasa un poco de lo mismo, con todas las diferencias. Todas tenemos interiorizado que pan, agua, salud y educación deben tener una cobertura pública esencial y mayoritaria. Pero curiosamente no lo tenemos interiorizado en materia de vivienda cuando es una necesidad, al menos, tan básica y elemental como todas las citadas anteriormente y que afecta directamente a la estabilidad e igualdad social, el bien más preciado de las sociedades democráticas avanzadas. No perdamos de vista nunca la batalla ideológica porque siempre nos llevan al marco discursivo de quienes tienen desde hace mucho tiempo la sartén por el mango. l