El último Foro Hiria, organizado por DIARIO DE NOTICIAS, abrió su primera mesa de debate bajo el título Espacios estables, diversidad y retos, un encuentro que subrayó la importancia de consolidar mecanismos sólidos de participación ciudadana que den respuesta a los desafíos sociales, culturales y educativos de Navarra. Moderada por Javier Espinosa, vicepresidente del Consejo Navarro de Participación Ciudadana, la sesión reunió a Natalia Herce, vicepresidenta del Consejo Navarro de Voluntariado; Íñigo Gómez, director del Área de Cultura del Ayuntamiento de Pamplona-Iruña y responsable de la Mesa de los Sanfermines; y Santiago Iraburu, secretario del Consejo Social de la Universidad Pública de Navarra. Tres voces complementarias que, desde ámbitos distintos, coincidieron en la necesidad de reforzar la estabilidad y la diversidad en los órganos de participación, como garantía de confianza, diálogo y transformación.
“Cuando las personas sienten que su voz transforma y sirve, participan”
Voluntariado activo
Un motor de transformación social
Natalia Herce abrió el turno de intervenciones recordando que el Consejo Navarro de Voluntariado constituye un espacio de referencia en el que confluyen representantes de la administración, entidades sociales, sindicatos, federaciones locales y personas voluntarias. “El objeto del Consejo es defender los intereses del voluntariado”, explicó, detallando que en este foro se abordan planes estratégicos, estudios específicos y reconocimientos que visibilizan la labor altruista de la ciudadanía. Herce puso en valor la utilidad de contar con un marco estable que permita dar continuidad a las iniciativas: “Si sabemos que tenemos un sitio de referencia donde se nos va a escuchar, independientemente de que cambie la coyuntura política, eso nos anima a la participación”.
La vicepresidenta quiso destacar tres motivos por los que considera fundamental que existan órganos permanentes de deliberación: la generación de confianza, la capacidad de coordinar la diversidad y la posibilidad de responder de forma sostenida a los retos sociales. “El voluntariado es muy diverso, desde el deportivo al ambiental, desde la cooperación al desarrollo cultural. El Consejo de Voluntariado permite aunar todas estas voces y construir con fuerza común políticas que afectan a este ámbito”, apuntó. Herce insistió también en que “la participación no se improvisa; se construye, se fortalece y, si se cuidan los espacios, se garantiza que el voluntariado continúe siendo un motor de transformación social”.
“San Fermín es una fiesta que debe tener la capacidad de adaptarse a una realidad cambiante”
San Fermín
Un evento popular de todos y para todos
Tras la primera intervención, Íñigo Gómez trasladó la reflexión al ámbito festivo y cultural con el ejemplo de la Mesa General de los Sanfermines, un órgano que desde hace años articula la participación de colectivos y asociaciones en la organización de las fiestas. Recordó que más de medio centenar de entidades, desde peñas hasta comparsas, colectivos culturales, asociaciones de diversidad y técnicos municipales, están llamados a participar en este foro. “San Fermín es un evento popular conocido por todos, con su propio ritmo, pero debe tener la capacidad de reinventarse y adaptarse a una realidad que va cambiando”, subrayó.
Gómez explicó que de la mesa general derivan otros espacios específicos, como la mesa del encierro, la de programación o la de cesión de espacios, lo que permite atender de forma ordenada distintos aspectos de unas fiestas de enorme complejidad. Señaló además que iniciativas como el Kirol Eguna surgieron de este proceso participativo. “Queremos abrir las puertas a toda persona que en San Fermín tenga algo que proponer y que pueda ser escuchada”, insistió.
El responsable municipal destacó también la importancia de combinar estabilidad y escucha: “Al igual que cada año se celebran los Sanfermines, cada año se deben celebrar estas mesas, que aportan orden y regulación en un ámbito muchas veces caótico”. Sin embargo, no eludió los retos que plantea este modelo, como alcanzar consensos en cuestiones simbólicas, gestionar la frustración de las entidades cuando las medidas no se implementan con rapidez o avanzar en accesibilidad de la mano de organizaciones como Cermin. “Uno de los grandes desafíos es la capacidad de evaluar y de hacerlo de forma compartida, porque muchas veces trabajamos más con sensaciones que con indicadores claros”, reconoció.
“El Consejo Social busca que la universidad escuche y reaccione a lo que pasa en la sociedad”
Consejo Social
Más que un órgano de participación
La mirada universitaria llegó de la mano de Santiago Iraburu, quien explicó la función del Consejo Social de la UPNA como órgano de participación de la sociedad en el gobierno de la institución. “Lo que busca es una universidad abierta, que escuche, que sea flexible y reaccione a lo que ocurre en la sociedad”, resumió. Recordó que el Consejo Social trabaja desde hace décadas para identificar los procesos que vertebran la vida universitaria y proponer modelos de participación que garanticen que las decisiones estratégicas no se tomen de espaldas al entorno.
Iraburu destacó dos prácticas especialmente consolidadas: la participación en la definición del plan estratégico y los encuentros sectoriales, en los que grupos de profesionales externos evalúan de forma rigurosa la autorización de las nuevas titulaciones y la vigencia de las que ya se ofrecen. “La UPNA somete toda su oferta de títulos oficiales a la crítica de profesionales muy potentes del entorno. La primera pregunta siempre es: ¿este grado lo mantenemos o lo cerramos?”, relató. Más de 300 personas expertas han participado en este proceso, que ha permitido introducir centenares de modificaciones en los programas formativos.
El secretario del Consejo Social detalló además la creación de clubs profesionales que conectan a la universidad con el mundo empresarial, cultural, educativo y social, con la participación de decenas de entidades en cada caso. “Lo que buscamos es generar cercanía, que la universidad no sea ese sitio de hormigón a las afueras, sino una institución cotidiana, en diálogo con su entorno”, afirmó.
En cuanto a la naturaleza misma del Consejo, Iraburu fue claro: “A veces se piensa que un órgano de participación es solo asesor, pero no es así. El Consejo Social aprueba presupuestos, acuerda el plan estratégico y autoriza titulaciones. Que la participación tenga apoyo institucional es fundamental”. Destacó la colaboración estrecha con el Gobierno de Navarra y el Parlamento de Navarra, así como con los órganos académicos, como prueba de la relevancia de este modelo.
El debate concluyó con la constatación de que, aunque los escenarios son muy distintos —el voluntariado, las fiestas populares o la universidad—, todos requieren estructuras estables, diversidad de voces y confianza para que la participación sea real y transformadora.
Herce lo resumió con una frase que resonó en el auditorio: “Cuando las personas sienten que su voz transforma y sirve, participan. Si sienten que no sirve para nada, se irán. La clave está en cómo cuidamos estos espacios”.
Así, la primera mesa de Foro Hiria puso de relieve que la participación no puede ser circunstancial ni meramente formal, sino un proceso sostenido, plural y con capacidad de incidir en las decisiones. Un mensaje compartido por los tres ponentes y que sitúa a Navarra ante el reto de seguir consolidando espacios vivos de democracia participativa.