Enviado especial a Madrid
La Real asaltó el fortín más inexpugnable de Primera División. Lo hizo en la enésima demostración de que dispone de un potencial importante que le permite competir contra cualquiera. Los resultados le han permitido creérselo y soltar todo el lastre de complejos y traumas que parecen por fin aparcados en un baúl que tardará tiempo en volver a abrirse. Quizá su plantilla no asuste demasiado a nadie, pero es un equipo que un día es capaz de practicar uno de los estilos de fútbol más atractivos y vistosos de la Liga y otro, como ayer, consigue aguantar el asedio del mejor local de Europa hasta ayer sin que le remate con verdadero peligro desde dentro del área.
Muchos discutirán que su triunfo ayer no fue merecido, pero no se puede olvidar que el fútbol hizo justicia con la Real al devolverle los puntos que se llevó el Atlético en Anoeta en la primera vuelta. En aquella ocasión, los blanquiazules dominaron y fueron superiores, pero no consiguieron ser efectivos en sus ataques. Esta vez le tocó a los rojiblancos dominar, imponer su juego y avasallar por momentos a los de Montanier, que tuvieron el mérito de aguantar sin descomponerse en ningún momento.
Los datos eran tan espectaculares que merece la pena recordarlos. El equipo de Simeone había vencido los trece encuentros de Liga disputados hasta la fecha en su estadio, donde llevaba desde octubre sin encajar un gol. Es más, su portero Courtois batió una marca histórica de imbatibilidad que dejó en 821 minutos. Nadie le tosía en casa hasta que ayer apareció la gran Real de esta campaña. El equipo revelación del campeonato, que lleva una derrota en 17 partidos, ha decidido que el cartel se le queda pequeño y que es mucho más interesante convertirse en el de moda. A orillas del Manzanares temían su visita al ser conscientes de que es uno de los conjuntos que mejor juego desarrolla en los últimos meses. Ayer no le hizo falta mostrar su mejor versión. Es más, la Real solo ofreció destellos de lo bien que sabe dominar y plasmar su superioridad con el balón y a través de la posesión. Es justo reconocer que fue más mérito de su rival, que presionó y ahogó en muchos momentos el origen de su juego, pero la única certeza es que ayer profanó el templo colchonero con su versión más práctica y ordenada. Aparte de defender bien, si alguien ha visto los partidos y el rendimiento de los donostiarras esta campaña, probablemente albergaba pocas dudas de que iba a ser capaz de ver puerta. El tanto de Xabi Prieto en un contragolpe de manual, de los que se enseñan en las escuelas de fútbol, fue suficiente para darle un triunfo de oro que le mete de lleno en la pelea por la Champions. No, no es casualidad que este equipo, que se siente mejor y más fuerte cuando encara a adversarios de prestigio y nivel, haya vencido ya en cuatro estadios de equipos que han viajado por el viejo continente esta campaña. Es decir, solo ha doblado la rodilla ante los dos gigantes y en Levante.
Philippe Montanier alineó un once lógico y reconocible. Cada vez son menos las ocasiones en las que inventa algo nuevo y ya nunca se nubla al visualizar los duelos ante rivales de enjundia. Como no tenía muchos delanteros, abogó por colocar a Vela en punta y poner a Zurutuza en su demarcación natural de diez, lo que provocó que Prieto regresara a su banda derecha. El técnico se dio cuenta de que las cosas no le iban demasiado bien en los comienzos del choque y movió ficha con acierto, al situar a Griezmann, este sí, de falso nueve para intentar que Vela entrara más en juego en la izquierda. Su lectura fue inteligente y, además, coincidió con la entrada en juego por fin de un Illarramendi que notó su inactividad en el inicio. Con el de Mutriku en el campo todo cambia. Es un centrocampista sensacional que lo hace todo bien y que, además, equilibra y ordena a su equipo. Su progresión es excelente, como lo demuestra su seducción a los ojeadores de clubes cada vez más importantes.
El Atlético de Simeone no tiene apenas secretos. Todos saben a lo que juega. Es uno de los equipos mejor trabajados tácticamente, porque su plan siempre lo suele ejecutar con maestría. Su fórmula habitual es salir como un meteorito para intentar adelantarse en el marcador gracias a su intensidad en las disputas y a la pegada de sus delanteros para luego replegarse como un equipo pequeño con el objetivo de matar a la contra. Todos sus visitantes conocen lo que les espera, pero pocos sobreviven a su trampa. Ayer no fue una excepción. Los rojiblancos arrancaron mucho más intensos y eficaces en la presión y en los duelos particulares y no tardaron en encerrar a una Real algo timorata de salida.
Esta es otra de las diferencias de los realistas de esta temporada. Su progresión no se basa solo en su buen juego y en la pegada de sus efectivos más ofensivos. Cuando hay que sufrir el equipo se remanga y no se desubica en ningún momento. Cierto es que hubo muchas jugadas en las que no metieron el pie con la suficiente contundencia para robar, pero el rendimiento defensivo fue fiable y solvente. Incluso en el terreno de los peros se puede incluir también algún despeje centrado en zonas peligrosas, pero el Atlético solo generó peligro en disparos lejanos. Antes del descanso Bravo no tuvo que hacer ninguna parada de verdadero mérito. Koke, el Cebolla, Arda y alguna acción de pizarra magistral fueron sus mejores opciones.
La defensa realista aguantó bien el chaparrón. Su madurez individual es innegable. Carlos Martínez supo que no era el día para subir y mantuvo un duelo a cara de perro con Diego Costa en el que, al menos, firmó las tablas. Mikel salvó un gol con una amarilla que le condicionó, pero después aguantó como un solvente veterano. Y qué decir de Iñigo Martínez, que se volvió a graduar de nuevo con matrícula en el marcaje de un nueve de talla mundial como Falcao. Cuando Illarramendi entró por fin en juego, Vela empezó a buscarles las cosquillas a los zagueros locales, a los que fue cargando de tarjetas. A la Real le faltó pisar el área con más decisión y peligro cuando equilibró la balanza del duelo. Su única ocasión antes del descanso fue un cabezazo de Xabi Prieto en un córner que no encontró portería. Casi al final, una falta sacada por Illarramendi la rechazó Arda con la mano en un claro penalti que hubiera supuesto su segunda amarilla, pero Ayza miró hacia otro lado.
En la segunda parte el Atlético, que no estaba acostumbrado últimamente a tener que dar otro acelerón en la reanudación, salió con fuerza. Atacó mucho y generó varias opciones de marcar, pero ninguna de ellas concluyó en remates nítidos. La Real aguantó hasta que hilvanó una contra al primer toque entre De la Bella, Zurutuza, Vela y Griezmann que metió en profundidad para que Xabi Prieto batiera a Courtois. El capitán estaba en una situación de fuera de juego por escasos milímetros.
De ahí hasta el final, el Atlético atacó con más corazón que cabeza. Bravo salvó su mejor oportunidad en un disparo a bocajarro de Miranda y luego la Real aguantó la victoria sin demasiados sobresaltos. Así como suena, en todo un Calderón.
El equipo txuri-urdin se atreve con todo. Los realistas son quintos empatados con el cuarto, el Málaga, que, recuérdenlo, está sancionado sin jugar en competiciones europeas. Como vienen diciendo sus jugadores y repetía Luis Aragonés, la receta en la Liga es sumar y sumar mientras vas definiendo tu objetivo y en los últimos partidos ya te partes la cara para conseguirlo. No admite ninguna discusión que este equipo, que es capaz de asaltar cualquier estadio como demostró ayer, puede y debe soñar con entrar en la Champions. Si lo logra, nos hará más felices a todos; si se queda en el camino, no perderemos tiempo en lamentos. Será mejor centrarnos en perfeccionar una máquina que, por su progresión tan organizada y veloz, lo conseguirá sin duda en los próximos años.