A pesar de haber anunciado su retirada en su Brasil natal, a más de 8.000 kilómetros de Portugal, Deco fue recordado el pasado lunes en su país de adopción como el Mágico que guió al exitoso Oporto de José Mourinho (2002-2004) y a la selección lusa subcampeona de Europa (2004) y semifinalista de un Mundial (2006).

Lastrado por problemas físicos, Anderson Luis de Souza (1977, San Bernardo do Campo, Brasil) comunicó el lunes el punto final a su carrera de futbolista desde Río de Janeiro, donde representaba al Fluminense, 17 años después de haber iniciado un curioso recorrido.

Sin probabilidades de ser profeta en su tierra, Deco desembarcó en Portugal en 1997 para representar al Benfica, club con el que nunca llegó a jugar oficialmente. Con una cesión de por medio al Alverca, de la Segunda lusa, el medio creativo fichó por el modesto Salgueiros.

Una docena de partidos fueron suficientes para convencer a los técnicos del Oporto, que lo contrataron en el mercado de invierno de la temporada 1998-1999, cuando empezó a gestarse como un completo medio.

A la técnica innata del jugador se unieron inteligencia táctica y visión de juego, ambas pulidas en la disciplina de los dragones.

Así, se erigió cerebro del Oporto durante seis temporadas plenas de éxitos, las dos últimas coincidentes con José Mourinho, a quien atribuye el despegue definitivo de su carrera.

Tres Ligas (1999, 2003 y 2004), tres Copas de Portugal (2000, 2001 y 2003), una UEFA (2003) y una Liga de Campeones (2004) colocaron al futbolista en el top mundial y captaron la atención de los responsables de la selección de Portugal.

Sin espacio en el combinado Canarinho -Rivaldo, Ronaldinho o Juninho le tapaban-, le convencieron para jugar por Portugal, entonces dirigida por el brasileño Luiz Felipe Scolari.

A pesar de la polémica que atrajo su proceso de nacionalización, acabó por debutar el 29 de marzo de 2003 y casualmente en un amistoso en el estadio Do Dragao de Oporto contra Brasil, a la que hizo morder el polvo al anotar el tanto de la victoria con una soberbia falta.

Asiduo con Portugal y estrella del Oporto Campeón de Europa, el Barcelona le contrató por 20 millones de euros en el auge de su carrera. En sus cuatro cursos en España, logró dos Ligas (2005 y 2006) y otra Liga de Campeones (2006).

Mientras, en la selección se ganaba el rol de estrella junto a un Luis Figo en declive y a un emergente Cristiano Ronaldo.

Apodado como el Mágico por su creatividad en el centro del campo, heredó la posición de 10 propiedad durante más de una década del legendario Rui Costa.

Desenvuelto en un 4-3-3 o en un 4-4-2, capitalizó el juego de la selección en el Europeo del 2004, en el que cayó en la final ante Grecia, y en el Mundial de 2006, cuando Portugal acabó cuarto, su mejor posición desde el tercer lugar de la selección de Eusébio de 1966.

A medida que se adentró en la treintena, su rendimiento cayó tanto en la selección como en los clubes. En 2008, un Barça en decadencia le vendió al Chelsea, con el que todavía logró una Premier en 2010, entre otros trofeos.

En agosto de ese mismo año, decidió regresar a su Brasil natal para militar en el Fluminense de Río de Janeiro. Allí se volvió a coronar con dos campeonatos brasileños (2010 y 2012).

Con Portugal, sus prestaciones empezaron a marchitarse en el Europeo de 2008 -cayó en octavos ante Alemania- y en el Mundial de 2010, cuando perdió también en octavos contra España.

En este último torneo, se airearon desavenencias entre Deco y el seleccionador de entonces, Carlos Queiroz. El primero se lamentó de haber jugado fuera de posición mientras el segundo le acusó de ser "un exjugador en actividad profesional".

Acabado el Mundial y cumplidas las 75 presencias internacionales, el centrocampista abandonó voluntariamente la selección, en la que ha dejado muchas saudades de su clase, a pesar del borrón de su última etapa.