se dio a conocer por su olfato goleador y fue pichichi de Tercera durante tres temporadas. Felipe Martínez jugó en 14 equipos y llegó a ser profesional en Segunda División con el Getafe. Su interés por el fútbol le llevó a compaginar su papel de futbolista con los estudios para obtener el carné de entrenador. Pero no se conformó con eso. Al mismo tiempo, se apuntó en el Comité Navarro de Árbitros como auxiliar. Esta temporada ha vuelto a Tercera División con un papel diferente. Es Martínez Quiroga. Es árbitro.
Felipe Martínez Quiroga es conocedor del fútbol desde todos los puntos de vista. Y dice que eso le enriquece. "Tienes distintos puntos de vista del fútbol. Y todos tienen su atractivo. Tal vez el que más satisfacción te da es el de jugador. Como era delantero, marcaba goles y te llevas muchos aplausos", comenta Felipe Martínez. Ahora, como árbitro, es difícil recibir una ovación.
Pero sabe dónde está. Y le gusta. "La gente se pregunta cómo me he metido en esto, pero la verdad es que cuando empecé no pensaba que llegaría a Tercera. Leí en la prensa hace unos años que existía la figura de auxiliar de árbitro, dirigida a gente que está federada y no puede pitar partidos de Regional. Arbitras partidos de cadetes y juveniles. Por entonces yo estaba en Tudelano, Calahorra, Peña Sport... y a mis entrenadores recuerdo que no les hacía gracia que tuviera un partido para arbitrar, por ejemplo el sábado, y al día siguiente tuviera partido como jugador".
Con 30 años, sintió que su etapa como jugador se estaba acabando. "Eran muchos kilómetros en coche y se te empieza a hacer más pesado. Noté que me estaba cansando. Y me llamaba la atención la idea de seguir haciendo deporte como árbitro, ya en categoría Regional. Y así he llegado a Tercera".
Entre tanto hizo sus pinitos como entrenador. "Tengo el carné nacional y una temporada estuve en el Sesma siendo entrenador y jugador. Eso sí que era difícil. Nunca veía el momento de sentarme. Siempre veía a otro peor que yo", bromea.
Tenía 30 años. Y la reflexión es fácil de entender. "La cuestión es que pensé que para ser entrenador tenía más tiempo. Que si quería arbitrar no podía esperar más. Y por otra parte, ahora que tengo un hijo pequeño y espero otra en enero, es más sencillo faltar una tarde el fin de semana, que estamos con los abuelos en el pueblo, que faltar cuatro o cinco tardes a la semana". Dos años en Primera Regional, dos en Preferente y esta temporada ha dado el salto a Tercera con 34 años. "Ahora veo el balón pasar y me cuesta no ir detrás", bromea.
Dice que lo más duro son las categorías inferiores. "En Tercera vas al campo con dos asistentes, que siempre te ayudan y tienes compañía. Lo duro es en juveniles y cadetes. Vas solo a un pueblo una hora antes del partido y entras en el descanso y estás un cuarto de hora solo. No eres amigo de nadie y enemigo de todos. Gracias a Dios, la gente se comporta y no he tenido problemas".
Se mantiene en forma. "Los exámenes escritos se pueden estudiar, pero las pruebas físicas son más serias de lo que se ve desde fuera". Y se sigue formando. "Como jugador hay muchas reglas que desconoces. Estás desactualizado. La gente se piensa que como lleva diez años jugando a fútbol, ya lo sabe todo, pero no es así. Sobre todo en categorías inferiores, pero también en Tercera, tienes que explicar alguna norma". La que más veces repite es "la del jugador que obstaculiza el saque de una falta. Me dicen: 'Pero si estoy a dos metros'. Pero les tengo que recordar que lo que no pueden hacer es obstaculizar el saque de la falta".
No hay campo al que vaya y no encuentre gente conocida. "Algunos me saludan y me preguntan qué hago por allí. Y cuando les digo que soy el árbitro se sorprenden. Al final, lo mejor del fútbol son los amigos que haces. Y muchos están ahora en el banquillo. Ya como jugadores no quedan de mi época".
Reconoce que cuando era jugador era de los que protestaba. "Sobre todo cuando ya estaba preparando los exámenes para arbitrar. Hay en el colegio árbitros que me pitaban a mí, y la verdad es que se les ve diferente cuando eres jugador. Ahora te sorprendes cuando ves que son chavales normales, que hasta se ríen", bromea. "La verdad es que el ambiente es muy bueno y siempre me han tratado muy bien dentro del Colegio. Te sientes defendido y valorado. Funciona bien".
Felipe Martínez cree que haber sido jugador le ha ayudado como entrenador. "Entiendes el momento de frustración del jugador, el cabreo en un momento dado. Pero el reglamento es el que hay y se tiene que aplicar. Sé que el jugador ha estado preparando con ilusión el partido, pero el árbitro también lo prepara durante la semana. No es ir, pitar y a casa".
En el campo, intenta ser un árbitro dialogante. "Soy profesor y, al igual que me pasa en el colegio, intentas ser cercano, pero siempre hay una barrera que tienes que poner. Te explico lo que no sabes, pero no puedo explicar todas las decisiones en un partido".