pamplona - Son 24 y representan en primera persona los avatares de la historia de Osasuna; los éxitos y los fracasos; el valor y los escándalos; ascensos y descensos; penurias y bonanzas económicas; nacionales y republicanos; vencedores de una guerra y represaliados; filovasquistas y antinacionalistas; magistrados y hosteleros; empresarios y jubilados. Osasunistas todos.
La biografía de cada uno de los 24 hombres que han sido presidentes de Osasuna dan para reportajes más amplios e individualizados. También para poner orden en una secuencia de mandatos, de 1920 a 2017, que se sigue difundiendo con errores de bulto en otros medios y por el propio club. Esto sigue provocando no solo un baile de fechas y nombres en la primera década de vida de la entidad; también, y esto es más grave, condena al anonimato al primer presidente, Eduardo Aizpún Andueza, y al quinto, Francisco Indave Hernández de la Cámara. Así mismo, se atribuye la presidencia del club a Ángel Lazcano en el periodo de guerra y postguerra cuando, como se recoge en las actas del club y en numerosas informaciones de prensa, como vicepresidente ocupaba el cargo de manera interina por las largas ausencia del empresario Ambrosio Izu, ocupado de sus negocios en México.
Hecha esta necesaria explicación, y reconociendo que personajes como Fermín Ezcurra, Natalio Cayuela y Jacinto Saldise son dignos de un análisis más amplio -como los ahora investigados Pachi Izco y Miguel Archanco-, merece la pena detenerse en la figura de Daniel Taberna San Martín. ¿Por qué? Porque estuvo involucrado con Osasuna durante treinta años en labores de gestión, desde su fundación y casi hasta su muerte de forma prematura. Taberna es el hombre de club por excelencia. Un osasunista vital.
Jugador de remonte en su juventud, fue uno de los pelotaris que tomaron parte en la inauguración del Euskal Jai de la calle San Agustín en 1909. Aparece en la directiva rojilla en 1925 como vocal de pelota durante el mandato de Indave y a partir de ahí fue vocal en las juntas de casi todos los presidentes. Ocupó la presidencia por primera vez en 1943 y sustituyó en el cargo a Ángel Goicoechea en 1953. Siendo presidente también desempeñó en algún partido el cometido de delegado.
Taberna es también el presidente del segundo ascenso a Primera, el que impulsó el nombramiento de Francisco de Javier como patrón del club (y las visitas anuales en pretemporada al castillo desde 1952), y quien convenció a empresarios navarros con negocios en México (entre ellos el citado Izu) para que compraran un autobús para los viajes del equipo (1954).
Taberna tomó el mando en dos periodos distintos, algo común en los primeros tiempos de vida del club -cada seis meses fue obligatorio durante años la renovación de la mitad de los miembros de la junta, incluido el presidente- y que también involucró a Aizpún, Cayuela y Lizarza.
Si estos 24 presidentes han llevado a Osasuna en la sangre no es extraño que, en algunos casos, encontremos una relación familiar: por ejemplo, Miguel Archanco Taberna es sobrino nieto de Daniel Taberna y nieto de Antonio Archanco. Caso más significativo es el de los hermanos Álvarez Enciso, que ocuparon el sillón durante los años veinte.
En fin, ser presidente de Osasuna provoca alegrías y disgustos, emociones y preocupaciones. Sirva como epílogo la frase de Jacinto Saldise cuando pasó el mando del club a Emilio García Ganuza: “Yo no sé si a García Ganuza darle la enhorabuena o acompañarle en el sentimiento, porque el hacerse cargo de este puesto en estos tiempos supone que todo son dificultades, todo son inconvenientes, todo son disgustos y todo son preocupaciones”.