No es que dudemos del amor al fútbol de Ronaldo Nazario, ni de su capacidad de gestión o la de saber rodearse de expertos en la materia, pero admitirán que da repelús la facilidad con la que cualquier millonario se compra un club, en este caso el Valladolid, y más ahora que el fútbol español es rentable, lo que significa que va a aterrizar en él mucha gente con la única intención de invertir, es decir, de ganar dinero. Si las sociedades anónimas son, por definición, entidades con ánimo de lucro, esto va camino de ser un mero negocio en el que no se busquen ingresos para tener mejor equipo, estadio o cantera sino para repartir dividendos. Si se obligó a los clubes a convertirse en SA para acabar con sus deudas, pero no se acabaron por eso, sino por el control del gasto, quizás sea el momento de convertirlos de nuevo en sociedades deportivas, sin afán de lucro, centrados solamente, que no es poco, en ser buenos clubes y hacer buen fútbol.