Julen Arellano llevaba unos años alejado de los focos jugando en el equipo de su pueblo, el Ablitense, donde recuperó su amor por el fútbol y el escenario en el que, hace ya 28 años, empezó a forjarse una perla del fútbol que tocó la élite con la yema de los dedos. El Barcelona se fijó en él en una etapa muy precoz –13 años– y, después de pasar por La Masía y entrenar con Messi, Lezama y Tajonar, el mayor de los hermanos Arellano se dedica a la Psicología, un mundo que le apasiona y que quiere relacionarlo con el deporte para poder ayudar a personas que pasen por todo lo que él atravesó.
¿Qué tal está?
–Muy bien, ahora llevo ya tres años trabajando en la clínica, haciendo la residencia de Psicología clínica y muy contento también dando clases en la Universidad, con el doctorado... También estoy acabando el máster de Psicología Deportiva para unir un poco las dos cosas que más han representado mi vida.
¿En qué momento y por qué decidió estudiar Psicología?
–Es una carrera que resulta interesante para todo el mundo, para entender cómo funciona la mente, por qué tenemos días mejores, peores, y en el contexto en el que me encontraba del deporte de alto rendimiento, muchas veces veía cómo estaba anímicamente, cómo me encontraba psicológicamente... me empezó a interesar mucho y, a pesar de que no era de mis primeras opciones, ya que me gusta algo más científico, por ejemplo Medicina o Biología, la escogí porque me gustaba y por poder compaginar el mundo profesional con la carrera.
¿La ha necesitado alguna vez?
–Sí. La verdad es que yo, desde los 18 años, cuando el fútbol se volvió más profesional, vi a nivel mental toda la presión que eso conlleva y sí que hay un momento, con todos los cambios vitales que tuve, en el que comencé a ir al psicólogo y muchas veces lo he necesitado.
En la élite, aunque poco a poco va normalizándose, es un tema tabú...
–Sí, siempre ha sido un tema tabú, sobre todo en mis inicios, cuando me dedicaba a ello, había todavía bastante estigma acerca del psicólogo. Ir al psicólogo era reconocer que no estabas en un buen momento y las personas, los entrenadores o incluso compañeros, podían pensar que no estabas bien, que algo estaba pasando que podía afectar a tu rendimiento y estaba muy poco visibilizado. Por suerte sí que es verdad que deportistas de primer nivel, como Rafael Nadal e Iniesta, empezaron a reconocer la importancia y relevancia que tenía la psicología, tanto en el deporte como en la vida, esa importancia de aplicarlo en tu vida personal y ahora por suerte vemos que es un tema con bastante menos tabú, y que la mayoría de deportistas lo han requerido alguna vez, e incluso muchos clubes lo han incorporado como algo imprescindible en sus disciplinas.
¿Cómo puede ayudar al deporte?
–Al principio parece que para el deporte es algo que no tiene relevancia ver cómo te encuentras tú en tu día a día, cómo te afectan a nivel personal temas como malos momentos familiares, malos momentos personales, con pareja, con amigos... entonces te das cuenta que al final, para rendir de forma adecuada, sentirte cómodo en un partido, en un entrenamiento, tener esas ganas, esa actitud que demanda el fútbol y esa capacidad de tener unos recursos cognitivos bastante buenos para soportar y para poder dedicarte a ello plenamente, tienes que encontrarte bien anímicamente, estar focalizado en ello. En cualquier momento que la vida se te puede trastocar un poco en cualquiera de los ámbitos, y te das cuenta que ejerce una influencia totalmente directa en cómo te desenvuelves luego. Al final, el fútbol es algo que ocupa tu día a día y si algo de la otra parte de tu vida no está bien, repercute de una forma muy directa y muy clara.
En ese día a día hay quien usa el deporte como una vía de escape
–Sí, tiene una relación bidireccional muy clara. Muchas veces el deporte puede servirte para ayudarte a nivel mental para estar activo, para sentirte mejor, con menos ansiedad, pero a la vez, cuando el deporte se convierte en casi un trabajo para ti, en una obligación, por así decirlo, se pierde muchas veces ese factor desestresante que puede tener.
“El deporte puede servirte a nivel mental para estar activo, pero cuando se convierte en obligación pierde ese factor desestresante”
Ese ‘día a día’ del que habla le cambió la vida hace quince años
–En ese momento estaba jugando en Osasuna, subía y bajaba en taxi cada día para entrenar, pero sí que es verdad que al final sigues siendo un niño, sigues viviendo en casa. Con 13 años estás en el pueblo con tus amigos, en el instituto y cuando aparecen ya esas propuestas de clubes como el Madrid, Barcelona... la llamada del Barcelona ya te trastoca un poco todo, ya sabes que eso ya es algo que conlleva el salir de casa, decir ‘tengo que dejar todo por este deporte’. Eso conlleva un cambio de vida y esos meses previos a empezar te vas dando cuenta poco a poco de que es una cosa muy bonita, pero que va a suponer muchos cambios a nivel vital.
¿Cómo se va gestionando todo eso siendo un chaval de 13 años?
–En el primer momento solo ves la ilusión. Recuerdo, además, que era un momento que en la Masía estaba en pleno apogeo, que se daba mucha visibilidad... al principio solo te centras en las cosas buenas que tiene, en esa ilusión que te desborda casi día a día, pero poco a poco, cuando ya sientas la noticia, ves lo que hemos dicho antes, los cambios que supone de irte a vivir solo, de salir de tu entorno, dejar de ir con amigos, de vivir lejos de la familia... poco a poco necesitas ir gestionando bien y dándote cuenta, siendo consciente de todo. También recuerdo que desde Barcelona hablaron muchas veces conmigo, te presentan todo muy bien, cómo vas a ser, cómo vas a vivir, con quién vas a estar, qué vas a hacer y eso te ayuda mucho a tranquilizarte.
¿Qué tipo de herramientas tuvo para gestionarlo?
–Muchas veces no sabes de los recursos que estás tirando en cada momento y sobre todo siendo tan joven, no te planteas muchas veces ver qué medidas puedes utilizar. En aquella época todavía no había mucha visibilidad para la psicología, para el psicólogo, entonces tiras de recursos que tienes a mano. Para mí fue muy importante la familia, la estabilidad que me dieron, cómo normalizaron mi día a día porque se sabía que iba a dar un cambio muy grande. Incidieron en los estudios, en acabar bien la temporada en Osasuna, en seguir haciendo una vida normal. Cuando salía el tema me aportaban la estabilidad de saber que ellos iban a estar ahí. Mi familia fue mi principal apoyo.
¿Qué le marcó de aquella etapa y qué aprendió?
–Desde muy joven aprendes a valerte por ti mismo, salías de casa tan joven y de la noche a la mañana te das cuenta de que tú eres quien se gestiona los problemas con tus profesores, tú te pones enfermo y tienes que buscarte la vida cuando esas cosas estás acostumbradas a hacerlas con tus padres. Recuerdo como ese choque de aprender cosas nuevas, un idioma nuevo, aprender a valerte por ti mismo, madurar mucho antes de lo que te toca. Luego me quedo con lo que aprendí a nivel táctico, técnico en el fútbol, de esa disciplina que adquieres y sobre todo de ese grado de madurez que te da el salir tan pronto de casa.
¿Es perjudicial que una persona tan joven tenga que dar un máster express en madurez tan pronto?
–Sí que es verdad que muchas veces hablas de ello y te focalizas en lo positivo, pero también pienso que es una ruptura muy temprana de tu día a día. Sales muy pronto de casa, no estás preparado para enfrentarte a ciertas situaciones, a crecer solo, alejado de tu hermano, de tu familia, de tus amigos... Es verdad que te da muchas cosas positivas, pero también creo que puede generarte ciertas carencias o dejar de tener esa ayuda que se requiere a esa edad para saber por dónde dirigir tu vida. Eso que te aportan tus padres, tu familia, puede tener también consecuencias bastante negativas y hay mucha gente que acaba requiriendo posteriormente ayuda, ya que te saltas muchas etapas de la vida.
¿Lo ha notado?
–Sí, yo sé que noté sobre todo cuando te vas estabilizando, vas creciendo, te das cuenta que hay cosas que no has podido vivir que te marcan, como por ejemplo el tener el verano para disfrutar con tus amigos, ver crecer a tu hermano, ver crecer a tu familia... te vas dando cuenta sobre todo ya cuando vuelves a casa, cuando ha pasado tiempo, de que has perdido cosas que ya no vuelven y que a veces son necesarias como tener el cariño y el apoyo de tus padres cuando con 14 años has tenido un mal día, un mal entrenamiento. Son cosas que sí que te pueden marcar y que si no las gestionas bien o que si no se le da alguna importancia adecuada pueden tener consecuencias negativas en el futuro.
“A nivel emocional y psicológico, en el Athletic acabé muy cansado y necesitaba volver cerca de casa”
Su decisión de recalar en el Athletic tiene que ver con el sentirte cerca de casa
–Se dieron situaciones muy condicionadas por terceras personas o personas ajenas al núcleo familiar, en este caso más temas de representantes que desde un primer momento por ciertos intereses económicos te van conduciendo un poco y van orientando cuál va a ser tu camino. Tú eres alguien inexperto, no estás metido en ese mundo, delegas decisiones importantes en la gente que te está acompañando y de la que en un primer momento confías. Yo renové por primera vez a los 16 años, decidí continuar en Barcelona. A los 18 me tocó tomar la decisión de cambiar o seguir, me dejé aconsejar por ciertas personas y bueno, a priori era una decisión con la que yo también estaba convencido. También tenía ese peso de volver un poquito más cerca de casa, era un club muy familiar, un club que siempre me había gustado, pero también tuvo bastante relevancia las fuentes externas como tema de representantes.
¿En este tema de los representantes se trabaja de algún modo?
–No, en un primer momento nadie te advierte de ello, porque, además, siendo tan joven, cuando empiezas ya a tener llamadas de clubes importantes, a los 10 años, 11, 12 ya empiezan a aparecer representantes y llega un momento en el que eres consciente de que los necesitas, porque para el tema de negociaciones, de contratos, por mucho que tus padres entiendan, que tú entiendas, necesitas una gente que esté metida en ese mundo. Siempre piensas que la gente va a mirar a en tu bienestar, pero sí que es verdad que nadie te advierte de que al final, a pesar de ser una persona, a pesar de ser un niño, no dejas de ser un producto en el cual trabajas, y no aprendes a tener cuidado, a valorar también ese tema, elegir muy bien la persona con la que estás, porque si no, esas personas miran también por tus intereses y creo que es algo que se debe advertir desde jóvenes, a los chicos.
¿Qué peligro puede suponer para una persona que a edad temprana ponga su futuro en alguien que no sean, por ejemplo, sus padres?
–Al final es algo necesario muchas veces, y creo que he conocido también a muchos representantes, o gente que está metida en el fútbol, con muy buenas intenciones, que ha ayudado muchísimo a gente, pero al final no dejas de ser un número, no dejas de ser un producto dentro de ese mundo, y tienes que aprender a distinguir sobre todo en las personas cercanas, en tu entorno familiar, que siempre van a buscar sobre todo lo mejor para ti, y en otras personas que ya van a ver que pueden sacar algún beneficio de ti. Siempre tienes que leer la letra pequeña de ello. Muchas veces, la decisión que te puedan aconsejar esas personas, no necesariamente tiene que ser lo mejor para ti, sino que pueden haber otros intereses detrás, y por eso hay que ir con mucha precaución.
¿Qué opinión le genera entonces que un jugador desde tan joven tenga representante?
–Es un tema muy difícil de gestionar, porque hoy en día ya se empiezan a ver temas de contratos desde tan joven. Cuando llegué a Barcelona a los 13-14 años era el más pequeño, pero poco a poco han ido viniendo gente de todo el mundo con 10 años, 11, 12... entonces está ese punto de que sí que es verdad que meter a chavales tan jóvenes en un mundo o delegar el futuro de chavales tan jóvenes y gente externa es muy peligroso. Entras ya en un mundo del que es muy difícil salir, pero tal y como se está dando hoy el fútbol, es totalmente necesario e imprescindible tener a alguien que te pueda aconsejar más a nivel profesional. Ha llegado a un punto en el que es necesario tener a alguien desde tan joven, pero a la vez sería más necesario entender que son niños, que el deporte se tiene que buscar como un medio para el disfrute.
Volviendo a su carrera, de Barcelona llega a un Athletic en el que apenas tiene oportunidades
–Realmente fue un año muy complicado, el Athletic, que es un club al cual admiro y siempre lo haré, por los valores que tiene. Siempre había sido de pequeño del Athletic, y ese sentimentalismo me hizo tomar la decisión de querer ir ahí, sin ver muchas veces lo que habíamos dicho antes, la letra pequeña que puede tener el fútbol, y fue un año muy complicado. Hay temas de los cuales nunca he podido entender bien qué sucedió o no, pero sí que es un año en el que apenas disputé 20 minutos. A nivel emocional y psicológico acabé muy cansado. Necesitaba volver cerca de casa y lo hablamos todas las partes.
En ese momento vuelve a aparecer Osasuna...
–Sí, en ese momento no era un buen momento a nivel personal, y todas las ofertas que pude tener de clubes por España, e incluso a nivel internacional, no quise ni escucharlas. Era un momento en el que me planteaba ya abandonar el mundo profesional del fútbol, y encontrar el refugio de Osasuna fue también muy esperanzador para mí, ya que era un club al cual tenía muchísimo cariño, el club de mi tierra, un club en el que había sido muy feliz, se había siempre portado muy bien conmigo. Me volvió a dar un poquito de ilusión para volver a jugar, y esperanzas de volver a recuperar la ilusión.
“Nunca he sentido que encajaba en el mundo del fútbol, en ese ritmo de vida tan alto, en ningún vestuario”
Sin embargo, llega el punto en el que deja el fútbol profesional por uno más semi profesional
–Al acabar mi año en Bilbao, pasan cosas a nivel interno que te hacen cambiar, que te hacen no ser el mismo, y que en mi caso no pude recuperarme en ese momento, lo arrastré en los años posteriores, yo tampoco volví a ser el mismo, nunca volví a tener esa ilusión por el fútbol, así que una vez pasado mi etapa en Osasuna, yo sabía que era una decisión que tenía que tomar. Me armé de valor y pude tomar la decisión, una vez acabé también mi carrera, mis estudios, de abandonar el mundo profesional del todo.
Su caso digamos que es un ejemplo de muchos que rozan la élite, pero sin embargo no llegan a asentarse, ¿qué le faltó?
–Considero que me faltaron muchas cosas, sobre todo hubo un momento en el que pierdes esa convicción y empiezas a dudar de qué es la vida que quieres. Es verdad que nunca había sentido que encajaba mucho en ese mundo del fútbol, en el ritmo de vida, en esa presión con la que se vive, en ese ritmo tan alto. No terminaba de encajar muchas veces en el vestuario, conmigo mismo, y eso fue uno de los aspectos muy importantes, no tener la convicción de estar 100% seguro de que quieres eso, de que quieres apostar por eso, de que vas a ir por eso a muerte.
No dejó los estudios de lado
–Es algo que ahora se ve que va a más. Cuando están los chicos a nivel profesional ya, con 16-17 años, tienen una exigencia tan alta en el fútbol, entrenar cada día, tantas horas, viajes fines de semana, viajes entre semana, que al final es muy fácil acabar dejando de lado los estudios porque ya estás ganando un gran sueldo, estás teniendo una vida muy exigente y nadie te advierte de que todo eso puede cambiar de un día para otro en muy pocos meses. Pueden aparecer lesiones, pueden aparecer entrenadores que no cuentan contigo, entonces tener algo propiamente tuyo, esa carrera, esos estudios tuyos, te pueden facilitar en momentos en los cuales no tengas que tomar una decisión a decantarte tu futuro. Creo que no se da la suficientemente importancia a que todos los jugadores tengan un plan B.
Para acabar, ¿se arrepiente de alguna decisión que tomó?
–Sí, sin duda que hay decisiones que no volvería a tomar, pero en el momento siempre decides convencido lo mejor para ti, confiando en que tomas la decisión correcta, y muchas veces no solamente la decisión es lo que hace que vaya bien o mal. Necesitas factores extradeportivos, y ahora mirándolo con perspectiva sí que cambiaría ciertas decisiones, pero en el momento tienes que quedarte tranquilo de que eliges lo que crees que es lo mejor para ti, lo que te aconsejan y decidir con toda la paz.
¿Se puede saber alguna?
–Obviamente, mirándolo con perspectiva, abandonar Barcelona en ese momento en el cual yo estaba en la selección española, entrenando con el primer equipo, en un momento profesional muy bueno y tomar la decisión de abandonar Barcelona es algo que me arrepentí. Si pudiera volver atrás seguramente cambiaría, porque era un sitio en el que había crecido, un sitio en el que futbolísticamente me encontraba muy bien, y después llegó el momento en el que todo se torció.