Vallecas exhibe el ‘No hay tregua’ de Barricada en una noche histórica del Rayo
Bukaneros convierte la clasificación europea del equipo de Íñigo Pérez en un alegato contra las prohibiciones tras la retirada de la canción de Barricada en El Sadar
Vallecas vivió una de esas noches que explican la esencia de un club y de su gente. El Rayo Vallecano, dirigido por el navarro Íñigo Pérez, selló una clasificación histórica para los octavos de final de la Liga Conferencia tras superar al Drita de Kosovo con goles de Florian Lejeune, ‘Pacha’ Espino y Gerard Gumbau. Un triunfo rotundo, celebrado como merece una página inédita en la historia franjirroja, con un estadio en ebullición y una afición que volvió a demostrar por qué es una de las más reconocibles del fútbol estatal.
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El ambiente fue de fiesta desde mucho antes del pitido inicial. Vallecas empujó, cantó y acompañó a su equipo en una noche europea que quedará grabada en la memoria colectiva del rayismo. Y, en ese contexto, la grada de animación, Bukaneros, volvió a marcar perfil propio con un mensaje que trascendió lo deportivo. Una gran pancarta con el lema “No hay tregua, cuando aprendes a llorar por algo también aprendes a defenderlo” presidió uno de los fondos del estadio, en un gesto de solidaridad también con la afición de Osasuna tras la retirada de la canción homónima de Barricada del hilo musical de El Sadar.
El tifo no fue casual ni neutro. Fue una toma de posición clara con una afición acostumbrada a expresarse y a defender símbolos que considera propios del fútbol popular. En Vallecas, la pancarta se leyó como un respaldo a la hinchada rojilla de Graderío Sur y como una denuncia de lo que muchos aficionados entienden como una censura a una canción histórica del rock navarro y que ha acompañado al propio osasunismo.
La referencia tenía un contexto reciente y muy presente en Pamplona. Osasuna explicó en su última Asamblea de Compromisarios que la retirada de No hay tregua respondía a una “recomendación de la autoridad policial”, ante el riesgo de sanciones por los gritos que una minoría lanzaba durante la reproducción del tema. Una explicación que no convenció a buena parte de la masa social.
Hasta el punto de dar el salto a Madrid. El diputado Oskar Matute llevó la polémica al Congreso de los Diputados, donde criticó la decisión y llegó a recitar versos de la canción, elevando una coerción nacida en El Sadar al plano político estatal. En Vallecas, como en Pamplona, hay canciones, símbolos y aficiones para las que, efectivamente, no hay tregua.