La carrera actoral de Mirela Balic despegó en 2022 con su participación en series como Tú también lo harías, Cristo y Rey, Zorras y Un nuevo amanecer, pero en 2023, dio el salto internacional al interpretar el personaje de Chloe en Élite. En teatro, ha destacado en montajes como Macbeth, Salem o Parejas imperfectas, esta última actualmente en gira. En la pantalla grande, ha intervenido en Código emperador y en Mala influencia, adaptación cinematográfica de la novela de Teensspirit, estrenada recientemente en Netflix.
Acaba de estrenarse la película Mala influencia, donde interpreta a Peyton. ¿Cómo surgió?
Estaba rodando Élite cuando me llegó este casting. No conocía la novela, pero lo que realmente me interesó fue que lo dirigiera Chloé Wallace. El monólogo de Peyton que hice para el casting fue lo que más me llamó la atención. Sentí que era una oportunidad para salirme un poco de los personajes adolescentes de instituto a los que estaba acostumbrada. Lo que me hizo apostar por hacer este casting fue, precisamente, que Peyton era un personaje completamente distinto. No era la típica chica rica del instituto, sino una chavala que ha tenido que buscarse la vida sola, sin padres, criada en centros de menores.
La cinta es una adaptación de una novela juvenil que trata muchos temas.
Chloé (Wallace) y el equipo de guionistas hicieron un gran trabajo revisando y adaptando la historia. Hoy en día hay muchas películas adolescentes que, sin quererlo, enmascaran comportamientos tóxicos. Y aunque no se trata de educar a nadie, al final estas historias son referencias para la gente joven. Por ejemplo, me pareció fundamental que en una secuencia íntima se mostrara cómo él se pone protección. O que entre las chicas no hubiera rivalidad, sino admiración.
Su personaje es una chica tenaz, cautivadora y muy territorial. ¿Le costó meterse en el papel?
Digamos que me esforcé mucho en construir el personaje. Estoy un poco en la sombra en esta historia; nadie sabe del todo qué pasa con esta chica. Para mí, su fortaleza, su tenacidad, su lado territorial… Hubo mucho trabajo con coach y con mis compañeros Farid Bechara y Alberto Olmo, que formábamos ese equipo de la parte más oscura, de la clase social más baja. Trabajamos mucho en conjunto, pero yo, sobre todo, me centré en construirle un background sólido al personaje. Como tenía solo pinceladas, secuencias sueltas hasta llegar al final, sentí que cuando menos tienes para contar en el guion, más trabajo interior necesitas hacer para que el personaje tenga coherencia. Así que me concentré en sostener todo lo que no se ve en pantalla: crear una historia interna que le diera sentido a cada gesto y a cada decisión.
Recientemente, ha participado en El talento, donde interpreta a Idoia. ¿Cómo es su personaje?
Este es un proyecto que me hace muchísima ilusión. Es una película con un tono muy particular, algo que llevaba tiempo esperando: una historia con un mensaje sutil, casi oculto, pero a la vez muy evidente. Ojalá conecte con el público. El personaje de Idoia ha sido todo un reto. Creo que a los actores nos atraen ese tipo de papeles, pero también nos dan un poco de miedo, porque siempre está ese riesgo de pasarse de rosca. Idoia es una niña mimada, algo histriónica, hija de papá, de una familia adinerada que lo tiene todo. La película transcurre durante la noche de su cumpleaños, así que ella está feliz, recibiendo todo lo que quiere.
La película se ha rodado en diferentes localizaciones de Bizkaia. ¿Conocía Euskadi?
Conocía Bilbao, pero muy poco. Aprovechamos para hacer una ruta de pinchos maravillosa, pero lo que de verdad me enamoró fue la ciudad: los paisajes, ese verde espectacular... El rodaje fue muy duro, porque tuvimos que cambiar completamente el horario de sueño: rodábamos casi toda la película de noche, así que dormíamos de día, como vampiros.
"A día de hoy sigo leyendo comentarios en redes que me horrorizan"
El año pasado se presentó en un photocall con una chaqueta que se quitó de un lado para posar ante las cámaras. Como no llevaba nada debajo, utilizó su mano para tapar su pecho descubierto. Un reportero le pidió que saludase con la mano izquierda, justo la que cubría parte de su cuerpo con la intención de se le viera el pecho. Todo esto le sentó muy mal y lo denunció en sus redes sociales. ¿Le ha hecho cambiar la forma en la que vive los eventos públicos?
No, no voy a dejar de hacer ni de ser quien soy mientras eso no implique faltarle el respeto a nadie. Por este episodio no he dejado, ni voy a dejar de vestirme como realmente me apetece, como siento, y como construyo con mi estilista. Además, la moda me encanta. La verdadera desgracia es que aún haya personas que piensen así, y más aún, que haya alguien trabajando y diciendo semejantes barbaridades. No es que me molestara: es que está completamente fuera de lugar. Y aunque no me va a hacer cambiar la forma en la que me visto, sí que afecta. Porque después viene el despliegue en redes: por un lado, muy positivo, porque se levantó una ola de apoyo feminista, compañeras de profesión, fotógrafas, compañeros, que me dieron las gracias por denunciarlo. Porque aunque parezca algo pequeño, tiene consecuencias graves y hay que señalarlo. Pero también hubo una parte muy dura, con mucho machaque. A día de hoy sigo leyendo comentarios en redes que me horrorizan. No por cómo me afectan a mí directamente, sino porque evidencian que todavía hay mucha gente que piensa así, que dice cosas tan violentas que ni siquiera puedo repetirlas, porque me duelen de verdad. Eso sí, algo muy bonito: hace poco fui a otro photocall y, mientras posaba, los fotógrafos empezaron a aplaudirme y a decirme que tampoco soportaban lo que había dicho ese tipo. Ese gesto, en medio de todo, me emocionó mucho.