No necesitaba mostrar sus pechos en directo para conseguir popularidad, porque ya lo ha conseguido casi todo en el mundo de la música en un cuarto de siglo, pero su gesto reivindicativo en un potente festival de música hace una semana ha generado una oleada de aplausos y también algunas críticas y se ha convertido en el tema de gran parte de las conversaciones. 

Eva María Amaral Lallana, que así se llama, se encontraba dispuesta a comenzar la penúltima de las 26 canciones que iba a tocar en Aranda de Duero para conmemorar sus 25 años de carrera musical (ella tiene 51) y los 26 años del popular festival burgalés Sonorama, en el que este año era cabeza de cartel y actuaba en el escenario principal en la noche del sábado al domingo ante un público entregado que se dio cita en un número cercano a las 35.000 personas, abarrotando el recinto.

Eva Amaral, cantando en el Sonorama tras desprenderse del corpiño. Paco Santamaría (Efe)

Ya había interpretado casi todos sus grandes éxitos cuando agarró el micrófono y se puso seria para soltar este discurso: “Esto es por Rocío (Saiz), por Rigoberta (Bandini), por Zahara, por Miren (Iza, de Tulsa), por Bebe, por todas nosotras”, refiriéndose a otras mujeres cantantes que han sufrido críticas o censura en los últimos tiempos por mostrar sus pechos. “Porque nadie nos puede arrebatar la dignidad de nuestra desnudez, la dignidad de nuestra fragilidad, de nuestra fortaleza”. Y a partir de ahí recitó las primeras frases de la canción Revolución mientras se quitaba el corpiño. “Porque somos demasiadas” y no podrán pasar por encima de la vida que queremos heredar, donde no tenga miedo a decir lo que pienso”. Y cogió un megáfono para gritar: “¡Porque hoy es el día de la revolución!”, y comenzó a cantarla ante un público entusiasmado.

Tocó la batería en un grupo antes de empezar a cantar

Unas letras comprometidas que Eva lleva componiendo desde muy joven. De niña no quería jugar con muñecas, sino simular que creaba música con su primo. Tímida, aprendió a tocar la batería primero por su cuenta y después en un grupo de punk-rock, Bandera Blanca, antes de darse cuenta, casi por casualidad, de que con su voz mezzosoprano podía transmitir mucho más y hacerlo en la banda Lluvia Ácida.

Iba para artista (se le da muy bien el dibujo) y estudió cinco años en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, matriculándose en escultura (sólo le faltó el proyecto final) mientras servía copas en un bar. Al ver claro que quería dedicarse a cantar, algo que no gustaba a sus padres, comenzó a formarse en canto lírico. Con 20 años conoció a Juan Aguirre, hijo de emigrantes argentinos, donostiarra de nacimiento y afincado desde niño en Zaragoza, donde no había logrado triunfar con su grupo Días de vino y rosas.

Aguirre, estudiante de Arqueología, decidió centrarse en la música e inició una relación musical y de pareja con Eva, con quien se recorrió durante años los bares de Zaragoza antes de dar el salto a Madrid en 1997, donde su éxito en locales les abrió las puertas de la discográfica Virgin. Juan, siempre ataviado con una gorra, se empeñó en llamar al grupo Amaral, a pesar de que Eva se mostró inicialmente reticente a cantar con su apellido como nombre. Así, en 1998 llegó su primer disco, homónimo, compuesto como todos por ambos, que ya les hizo un hueco en la escena pop-rock y en las radios, con canciones como Rosita, Voy a acabar contigo o No sé qué hacer con mi vida, antes de publicar en 2000 Una pequeña parte del mundo, que incluía los éxitos Cómo hablar o Subamos al cielo.

Una joven Eva Amaral, en una actuación en televisión. RTVE

Amaral entró en su mejor momento en 2002 con el álbum Estrella de mar, que vendió más de dos millones de copias. De él salieron himnos como Sin ti no soy nada, Te necesito, Toda la noche en la calle, Moriría por vos, Estrella de mar y Salir corriendo. Y no bajó el pistón en 2005 con Pájaros en la cabeza, el disco más vendido en España en ese año y con singles como El universo sobre mí, Días de verano, Marta, Sebas, Guille y los demás, Resurrección y Revolución.

De estar a punto de dejarlo a crear su propio sello

La gira fue tan exitosa e intensa que acabaron superados por ella y planteándose qué hacer con sus vidas, porque no querían renunciar a ser dos personas normales. El fallecimiento de la madre de Eva en 2007 complicó aún más las cosas y meditaron dejarlo. Finalmente decidieron continuar, pero autogestionando sus discos desde entonces. Crearon su propio sello, Antártida, y con él llegó en 2008 Gato negro, dragón rojo. A partir de entonces se alejaron de las millonarias cifras de ventas (el CD ya estaba en clara decadencia, pero aun así despacharon 200.000 copias), pero en ese disco doble incluyeron temas que funcionaron muy bien como Kamikaze o Tarde de domingo rara.

Tres años después, en 2011, publicaron Hacia lo salvaje, con un sonido más oscuro y guitarrero y con un tema principal que se llamó igual que el álbum, además de Cuando suba la marea. A partir de ese momento han espaciado más el tiempo entre disco y disco. En 2015 llegó Nocturnal, con canciones como Ratonera, Llévame muy lejos y Lo que nos mantiene unidos, y de 2019 es su último trabajo publicado hasta la fecha: Salto al color, un álbum muy electrónico que incluyó sencillos como Mares igual que tú y Nuestro tiempo.

Juan Aguirre y Eva Amaral, en una imagen reciente. Efe

Su carrera musical, que acumula multitud de premios, entre ellos cuatro Ondas, dos MTV Europe y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2021), es bastante más larga que lo que fue su relación de pareja. Aunque siempre han mantenido su vida privada con la máxima discreción, se sabe que estuvieron juntos ocho años, pero tras la ruptura han continuado como dúo profesional, y la complicidad que muestran en el escenario y fuera de él prueba que han sido capaces de mantener una buena relación.

Una carrera llena de canciones comprometidas

Eva Amaral ha aprovechado las letras para reivindicar diferentes luchas sociales, como en estas canciones que se suman a la ya citada Revolución

Salir corriendo: escapar de lo que oprime. La inspiró un caso de violencia machista. “¿Cuántas lágrimas puedes guardar en tu vaso de cristal? Si tienes miedo, si estás sufriendo tienes que gritar y salir corriendo”. 

En el río: la destrucción del planeta. “Te han dejado abandonado y malherido, no quiero mirar, me avergüenzo de lo que han hecho contigo. Las libélulas volaron al exilio, hoy el río grita ¡asesinos, asesinos!”.

Rosa de la paz: también sobre el medio ambiente. “Cuando el mundo entero estalle será demasiado tarde para reencontrarnos con las leyes naturales. Si hemos roto con los bosques, si hemos roto con los mares, con los peces, con el viento que nos hizo libres”.

Marta, Sebas, Guille y los demás: la precariedad laboral. “Carlos me contó que a su hermana Isabel la echaron del trabajo sin saber por qué. No le dieron ni las gracias porque estaba sin contrato”.

Ratonera: crítica a los políticos. “No sé ni cómo duermes por las noches, estúpido farsante, si mientes más que hablas. Allí por donde pasan los de tu calaña ya no crece nada. Golpes, amenazas y promesas vanas, rey de los ladrones, príncipe de espadas”.

Toda la noche en la calle: crítica a la tauromaquia. “No sé qué pinto yo aquí, dijo un torito en la arena, si sólo quiero vivir”.

Peces de colores: la igualdad y la diversidad. Inspirada en Gabriel, un chico trans. “Somos peces de colores que se cruzan dando vueltas en un mundo en blanco y negro. Si tú sintieras el poder de mi interior, si comprendieras el lenguaje de mi cuerpo, no marcarían más mis horas tu reloj ni tratarías de parar lo que no tiene remedio”.