El pasado 4 de abril, el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, anunció lo que todos los pamploneses llevaban esperando como agua de mayo desde hace dos largos años: en 2022 vuelven los sanfermines. Esta vez, sí. No hay marcha atrás. Maya desveló lo que era un secreto a voces en la capital navarra tras la rueda de prensa de presentación del cartel anunciador de la Feria del Toro. "No hay vuelta atrás, tenemos ya chupinazo, tenemos ya cartel de la Feria del Toro, no sé ya qué puede pasar", dijo el alcalde. "Yo creo que esto ya está, ha sido terrible y vamos a disfrutar como nunca de estos sanfermines del 2022, centenario de la plaza".

No ha habido una declaración o un comunicado institucional al respecto; ha sido el fin de la pandemia el que ha provocado que de una manera natural las cosas vuelvan a ser como antes. "Sanfermines hay, se irá anunciando el programa, iremos anunciando todo, pero no va a haber un anuncio de que 'hay San Fermín'. El anuncio, desgraciadamente, sería el contrario, que estoy convencido de que no va a ocurrir", añadió Maya. Como es normal, el regreso de las fiestas más famosas del mundo ha revolucionado Pamplona. Miles de vecinos empadronados en la ciudad han elegido el cartel ganador de un total de 601 propuestas presentadas este año y que, en una primera criba, el jurado había limitado a 10 finalistas. Se trata de la tercera edición con más carteles presentados en la historia de los sanfermines.

Uno de los 'momenticos' más esperados es el de la colección de fuegos artificiales que se lanzan desde la Ciudadela. En la terraza de la tercera planta del Baluarte se podrá disfrutar del espectáculo pirotécnico todas las noches, del 6 al 14 de julio, previa adquisición de las entradas (22 euros por persona) y que incluyen una consumición acompañada de un pintxo. Todo o casi todo será como antes de la suspensión por coronavirus. Pero hay excepciones, algunas dolorosas. El consistorio navarro ha decidido no conceder los permisos para la instalación de carpas y bares en la cuesta de Labrit, uno de los centros neurálgicos de las fiestas desde 1990. La decisión ha creado un gran malestar en las entidades organizadora. La desazón se extiende a los miles de ciudadanos que acudían a esta popular zona durante tres décadas.

Por su parte, los apartamentos turísticos empiezan a hacer ya su particular agosto. Las reservas de hoteles marchan a muy buen ritmo. A estas alturas quien más, quien menos en Pamplona empieza a descontar los días para los sanfermines. Algunos por negocio, otros porque se irán de vacaciones; la gran mayoría por pura diversión. Durante la semana en honor a San Fermín de Amiens, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, la ciudad quintuplica su población pasando de algo más de 200.000 habitantes a 1 millón. Ya se vislumbra el chupinazo del 6 de julio con la conocida estampa de una abarrotada y colorida plaza consistorial en la que no cabe un alfiler: "Pamploneses, pamplonesas, ¡viva San Fermín! Gora, San Fermin!".

El misterioso origen del encierro

No hay una fecha determinada, pero sí se sabe que la famosísima carrera gratuita de 875 metros delante de seis toros salvajes y seis cabestros que guían a la manada hasta la plaza de toros, empezó un poco por casualidad€ en la Edad Media. Los carniceros acompañaban a los pastores a guiar los animales y, con el tiempo, la costumbre se convirtió en un peligroso entretenimiento y santo y seña de los sanfermines.

Unas 2.000 personas participan en la actualidad en cada encierro, donde si no pasa nada extraño, suele durar entre 2 y 3 minutos. Los heridos por asta, traumatismos o golpes son habituales. Afortunadamente, es inusual que fallezcan corredores durante el encierro. En los últimos 40 años se han producido cinco decesos. El riesgo, aunque existe, es muy bajo: la probabilidad de morir en estas carreras desde la cuesta de Santo Domingo al coso taurino es de 0,017%. El último, el madrileño Daniel Jimeno Romero, data de 2009, y murió tras recibir una cornada en el cuello a la altura del tramo de Telefónica.

Los organizadores calculan que "al menos" han perdido la vida 16 personas desde que se tienen registros oficiales, siendo el navarro Francisco García Gurrea el primero en inaugurar la fatídica lista en 1910. Se trata de un hallazgo relativamente nuevo: hasta 2002 el primer fallecido oficial era Esteban Domeño, de Sangüesa, tras una agonía de 30 horas que terminó con su vida el 14 de julio de 1924. Sin embargo, una noticia aparecida en los diarios locales el 18 de enero de 1911 cambió la trágica cronología.

Las heridas que había sufrido el joven García Gurrea el 7 de julio en un espectacular tapón de más de 100 corredores, formado a la entrada de la antigua plaza de toros, desencadenaron en una tuberculosis que a la larga resultó mortal. La noticia del periódico Pensamiento Navarro decía lo siguiente: "A los 21 años de edad ha fallecido en esta ciudad, a consecuencia de las lesiones sufridas en uno de los encierros de los toros que se lidiaron en las últimas fiestas de San Fermín, Francisco García Gurrea. Descanse en paz".

Antes de salir a correr, los mozos entonan el famoso cántico para pedir protección al patrón de las fiestas: "A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición". En 2009 se añadió la siguiente estrofa en euskera: "Entzun arren San Fermin, zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak, entzierro hontan otoi". Y el final es de sobra conocido, el mantra sanferminero entonado a capela por los cientos de corredores que se agolpan en la cuesta: "¡Viva San Fermín! Gora San Fermin!". Los participantes locales se lo saben de memoria. Quienes cruzan el mundo y deciden correr el encierro deben tener en cuenta este ritual -repetido tres veces- dirigido a la hornacina donde está el santo y que funciona como plegaria.

Un patrón entre el mito y la realidad

La historia del beato que da nombre a estas fiestas de fama internacional es poco conocida y está salpicada de numerosos sucesos en los que cuesta discernir el mito de la realidad, la verdad de la mentira. La pregunta que se hacen algunos investigadores es si el senador romano que vivió en Pamplona en el siglo III y que llegó a la ciudad enviado por San Saturnino con la misión de evangelizarla existió realmente. A los 24 años fue consagrado obispo de Pamplona. A los 30, viajó a las Galias para continuar con el proceso evangelizador hasta que, hostigado por la persecución religiosa, ordenaron decapitarlo en Amiens. El pañuelico rojo al cuello tiene su origen en este luctuoso hecho.

Tuvieron que pasar varios siglos hasta que la leyenda del santo cuajase. En 1186 se trasladó a Pamplona una reliquia de la cabeza del mártir y fue depositada en el altar de la Catedral. Ahí empezó el culto al patrón de Navarra, honor que comparte con San Francisco Javier. Aunque puede sonar extraño, el patrón de Pamplona no es San Fermín sino San Saturnino. Sin embargo, hay especialistas que sostienen que los retazos de su vida carecen de fundamento histórico y lanzan una pregunta que echaría por tierra siglos y siglos de devoción: ¿existió realmente o estamos ante un santo apócrifo que ha servido para despertar la devoción del pueblo con una biografía atractiva y estimulante?

Las dudas son razonables

En 1970 varios historiadores navarros y un arqueólogo de Amiens aseguraron, por separado, que la historia de San Fermín era falsa y que no tiene ninguna base real. El historiador Roldán Jimeno Aranguren es de la misma opinión y en su rigurosa tesis doctoral afirma, sin atisbo de duda, las contradicciones, medio verdades y datos inconsistentes sobre su leyenda. Lo que nadie discute es que la fiesta de las fiestas regresará por todo lo alto tras dos ediciones fallidas. El próximo 6 de Julio Pamplona lanzará su chupinazo a las 12 del mediodía. Siete ininterrumpidos días de jolgorio y alegría desbordada con unas gotitas extra de alcohol, como si todos fuéramos el escritor Ernest Hemingway, su embajador universal. Del 'Volveremos San Fermín' que colocaron en 2021 en una de las estatuas de la puerta del Ayuntamiento, al 'Gora San Fermin'.