Hoy no es difícil imaginar a los antiguos vendedores callejeros de periódicos voceando el titular de El Mundo sobre la constitución del gobierno de coalición entre PP y Vox en Castilla y Léon. "(¡Extra, extra!) Nace la alternativa Sánchez". Al firmante de la crónica, Vicente Coll, le era difícil reprimir la edición desde el mismo arranque: "Castilla y León escribió ayer una nueva página en la historia de la política española al convertirse en sede del primer Ejecutivo de coalición entre el Partido Popular y Vox y materializar como «alternativa» un pacto de derechas capaz de aplicarse en el plano nacional".

Como inevitable complemento, el editorialista se lanza no tanto a aplaudir el advenimiento como a atizar a quienes lo ponen en solfa: "Con desvergonzada demagogia, desde el Gobierno y sus satélites se afeaba ayer que mientras en Francia algunos partidos trazan un cordón sanitario frente a Marine Le Pen, en Castilla y León se incorpora a Vox en el equipo de Mañueco. Como si tuviera algo que ver una elección a doble vuelta como la de las presidenciales galas con sistemas parlamentarios en los que la gobernabilidad pende de la suma de mayorías. Y como si el sanchismo pudiera dar lecciones de ética o de pactos echado en brazos de quienes aspiran a la demolición de nuestro marco constitucional, como ERC, o con los herederos de ETA. El nuevo Gobierno de Mañueco respeta la voluntad de los castellanoleoneses expresada en las urnas".

La Razón le dedica al asunto solo su segundo editorial. Pero no hace falta mucho más, porque con un puñado de líneas basta para demostrar que el diario de Marhuenda celebra el matrimonio: "Los castellanoleoneses decidieron un gobierno de centroderecha con sus votos al PP y Vox en las últimas elecciones. El pacto suscrito entre ambas formaciones cristalizó en la investidura de Alfonso Fernández Mañueco como presidente de la Junta de Castilla y León, que da paso a un gabinete de coalición con un programa de gobierno sin mácula democrática alguna. Por mucha inquina impostada que la izquierda vierta sobre este compromiso que recoge la voluntad de una notable mayoría de los ciudadanos, que criminalice a Vox y difame al PP, la realidad es que estamos ante una fórmula legítima con un programa perfectamente acotado en la Constitución".

En la página siguiente, Jorge Fernández Díaz suma y sigue, también argumentando a la contra: "Lo que resulta esperpéntico es que se atreva a proponer cordones de exclusión política en España quien -como es el caso de Sánchez- ha pactado y gobierna en Navarra, Cataluña y a nivel nacional con partidos como Bildu, ERC y los comunistas de Podemos. En efecto, solo desde el complejo es posible dicha sumisión".

Pablo Planas tira de idéntica matraca en Libertad Digital: "El Gobierno del PSOE está tramando con la Generalidad golpista de ERC la manera de no cumplir la sentencia del 25% de español en la escuela catalana y el drama nacional es que Vox tendrá tres consejerías y una vicepresidencia de la Junta de Castilla y León. Entendido. Y luego ya si eso el Putin, la luz y Le Pen. Por primera vez en España gobernarán juntos PP y Vox. Existe la remota posibilidad de que el próximo Gobierno de España tenga el mismo tinte, pero antes de que eso suceda habrá tenido que fracasar la maquinaría propagandística de la izquierda. Abróchense los cinturones".

En Vózpopuli, Jorge Vilches pregunta en el encabezado de su pieza si tiene futuro la coalición. Ël mismo responde que sí y requetesí: "Los dirigentes de ambos partidos no deben perder de vista que la mayoría de sus electores quiere una coalición a todos los niveles para echar a la izquierda. Ese será el gran atractivo de los dos: ganar para empezar una etapa nueva sin sobresaltos. El tiempo corre a favor de esa coalición porque el miedo a la "ultraderecha" se disipará, y el PSOE se quedará como el único partido que se abraza a totalitarios rupturistas del orden constitucional".

Ya han visto en alguno de los entrecomillados alusiones a la primera vuelta de las presidenciales francesas. Los resultados han sido un alegrón para Diestralandia. Especialmente, por la debacle del Partido Socialista. "Francia entierra el socialismo", corre a proclamar Isabel San Sebastián. Les copio y pego solo una frase de su filípica: "La patria de la Ilustración ha sacado de la ecuación a la izquierda, porque la democracia no es hija de la guillotina, sino de la libertad".

También da palmas Alfonso Ussía, que en su desparrame diario en El Debate se mete medio a analista medio a pitoniso para vaticinar también el fin del PSOE: "Que los votos del socialismo francés se hayan quedado en el 1,9 por ciento del total de votos amenaza el porvenir del PSOE español. Significa hartura, decepción, desolación y aburrimiento. Creo que en Francia se ha iniciado la gran derrota del socialismo español. O antiespañol, que resulta más certero".