Por Partes - Tampoco quisiera pasarme de grandilocuencia, pero me resulta de lo más inspirador que en la misma jornada coincidan las elecciones autonómicas andaluzas, la segunda vuelta de las legislativas francesas y la ronda definitiva de las presidenciales colombianas. No hace falta ser el politólogo más avezado para comprender que las tres citas con las urnas tienen mucho en común, si bien cada una de ellas presenta matices diferenciales. Perdón por mostrarles mi calvicie detrás de las orejas. Solo quería decir, a modo de introducción, que los diferentes comicios suponen un retrato a escala del tiempo que nos ha tocado vivir, con pujantes populismos de distinto signo pugnando entre sí y/o con propuestas políticas tradicionales que se adaptan o muerden el polvo ante el nuevo escenario.

Andalucía - A los del plan antiguo nos cuesta digerir que todo apunte a que por primera vez en Andalucía el PSOE no vaya a ser la fuerza más votada. De verdad, me lo creeré cuando esta noche el recuento indique que, efectivamente, el PP se ha impuesto en lo que llamábamos feudo y granero de votos socialista. Si la victoria de Moreno es por mayoría absoluta, como se toquiteaban la entrepierna algunas encuestas, les pago un zurito y una gilda donde me digan. Por si acaso, voy preparando el bolsillo. Así, entre nosotros, me parece una pésima señal que las fuerzas que se dicen de izquierdas no aspiren a sumar para ganar sino a que salgan unos números que impliquen que el PP necesite a Vox para gobernar. La mani contra el fascismo del día siguiente (un saludo, Adriana Lastra) es su mejor opción.

Francia - En Francia, la elección está entre lo malo, lo peor y lo peor que peor. Ya anoté aquí que Mélenchon me parece tan de izquierdas como Evita Perón. Aparte de que es un jacobino odiador del euskera y un antieuropeo a la altura de Boris Johnson o Marine Le Pen, que parece que hoy va a colocar en la Asamblea a un buen puñado de xenófobos, su bibliografía presentada habla de él como un jeta oportunista y vividor de la política. Sus fervorosos admiradores al sur de los Pirineos pasan por alto que fue un centralista ministro de Educación del PSF y, en pocas palabras, un caradura que se volvió insumiso solo por exigencias del guion.

Colombia - Lo de Colombia, aunque nos pille lejos, no es menos peliagudo. Se enfrentan el supuestamente izquierdista Gustavo Petro y el fascista sin matices Rodolfo Hernández. Y ahí sí que la elección es entre lo regular y lo peor. Apuesto por el primero mientras me alegro en el alma de no ser colombiano.