No es normal que a un jugador se le haga un partido de homenaje por su retirada y una semana después esté jugando en otro equipo, pero nada en la vida de Enrique Castro Quini ha respondido a la lógica:

- Un jugador que no destacaba por su físico, su velocidad o su potencia en el chute fue cinco veces pichichi de Primera (tres de ellas con el Sporting, incluido el año que descendió) y dos de Segunda (con el Sporting).

- Una persona que siempre destacó por su bondad fue maltratado en su primera etapa en el Sporting (que frenó en seco su primera ocasión de fichar por el Barça); ninguneado por el Barcelona en su propio homenaje (el presidente Núñez vetó la participación de Maradona, amigo del asturiano, por haber fichado por el Nápoles); y, para colmo, secuestrado 25 días hasta que lo rescató la Policía.

En aquel partido de homenaje, Quini tenía claro que lo dejaba, pero bastó que el Sporting le pidiera ayuda para que volviera a su equipo de siempre, en el que aún está (de delegado), con el único paréntesis del cáncer que sufrió en 2008. El pasado día 23, en el partido ante el Zaragoza, la grada entera le cantó el Cumpleaños feliz por su 60º aniversario, con el deseo que siga ahí muchas más temporadas, como personificación viva del sportinguismo.