FERMÍn Paularena, todo un clásico de los deportes de inercia, llevaba años, desde 2001, con las ganas en el cuerpo de probar el bobsleigh, ese deporte de invierno, absolutamente desconocido en estas latitudes si no fuera por Eurosport, en el que hay que descender por un estrecho circuito montado en una especie de trineo con patines, y que él veía tan similar a la goitibehera, una pasión que vive con él durante los últimos siete años.

"Siempre hemos encontrado una similitud entre ambos: la filosofía de descenso es la misma, ellos con cuchillas y por hielo y nosotros con ruedas y por asfalto. Hace unos años encontramos unas fotografías de bobsleighs con ruedas bajando por túneles de hormigón y nos dimos cuenta de que un bob con ruedas es una goitibehera", explica Paularena.

Es en este 2009 cuando decidió dar el paso y constituir un club en Navarra que pudiera animarse a practicar un deporte que no tiene representación española desde 1978 y que no dejó buen recuerdo, ya que un miembro de la pareja que participó falleció durante los entrenamientos.

Pero mientras se encontraba inmerso en el proceso de contactar con clubes de diferentes partes del mundo y de comenzar los trámites con las federaciones españolas de Deportes de Invierno y Deportes de Hielo, le comunicaron que había surgido en Valencia un club que iba a ir, con cuatro personas, a tomar parte en el cursillo que se celebra una vez al año en Austria (el único lugar, junto a Estados Unidos, en el que hay una escuela de bobsleigh). Paularena habló con los valencianos y le dijeron que tenían dos huecos libres. "Me pareció un poco precipitado", explica el navarro.

Pero esa percepción no le impidió lanzarse a la aventura. Llamó a Óscar Goñi, compañero de aventuras en las goitibeheras y, en un abrir y cerrar de ojos, se federaron, compraron los billetes, prepararon el equipaje y se hicieron con unas zapatillas de atletismo con puntas de clavo para el hielo. "Nos enteramos el viernes por la mañana de que iban ellos y el sábado por la tarde ya estábamos en Austria, sin saber casi lo que íbamos a encontrar, porque todo lo que habíamos visto eran fotografías y vídeos, pero no habíamos asistido a ninguna competición ni habíamos tenido un bob cerca, aunque sí teníamos la experiencia de las carreras de goitibeheras".

Y sin saber ni alemán, ni inglés. "No nos enterábamos de muchas cosas, pero si te pones a aprender un idioma antes de ir pierdes un año". Así, pese a contar con su castellano y poco más, consiguieron encontrar "buen rollo" con participantes de países con tradición en los deportes de invierno como Suiza, Alemania, Rusia, Eslovaquia, Rumanía o Corea y con otros tan perdidos como ellos, como Brasil y Australia.

El apoyo de la Federación de Deportes de Inercia y el trabajo tanto de la Federación Navarra de Deportes de Invierno, a la que se muestran muy agradecidos por agilizar los trámites, como el de la Federación Española de Deportes de Hielo, les echó un buen cable para tomar parte en el curso, porque estaba destinado a menores de 26 años. También en Austria se mostraron encantados de su presencia, después de tantos años sin presencia hispana. Además, al ser un deporte explosivo y no de fondo, no es necesaria una forma física extraordinaria, lo que permite que compitan pilotos de más de 40 años.

Y allí comenzó su aventura. Compartieron inquietudes y bobs (los trineos que alquilaron) con los valencianos, compitiendo en tres parejas (los navarros siempre lo hicieron juntos). Precisamente Paularena y Goñi cosecharon la mejor actuación de la triple y novedosa representación española. "Nosotros no tuvimos ningún accidente (los valencianos volcaron en siete ocasiones) y nuestra trayectoria fue ascendente desde el primer momento. Fuimos ganando en velocidad y reduciendo el tiempo".

La primera vez que se montaron en el bob y completaron un descenso (que apenas duraba un minuto, el circuito tenía los 1.220 metros y 15 curvas) no se les olvidará fácilmente. "Bajas acojonao, te agarras a donde sea con uñas y dientes. Es como meterte es una lavadora y no saber qué programa van a poner: si el centrifugado, si el lavado rápido..., eso sí, siempre en programa frío. Llegaba abajo y tenía golpes por todas partes, porque vas de lado a lado y la cabeza también te va de lado a lado. A partir de la tercera o cuarta ya vas más relajado y más suave".

Y es que al principio es difícil controlar el bob. "Bajas a 20 metros por segundo y lo más difícil es la entrada y la salida de los peraltes. Si sales mal de un peralte vas pegando bandazos y golpes como un pinball hasta el siguiente en el que, si entras mal, tienes muchas posibilidades de salir volcado. Fallar en ese momento 200 milésimas te puede llevar a salir cuatro metros más allá de donde tenías que salir. Pasan los metros a tal velocidad que tienes que estar muy concentrado. Coges una presión brutal. El descenso dura solo un minuto, pero llegas abajo reventado", explica Paularena, a quien su experiencia en las goitibeheras le ayudó notablemente en la aclimatación al bob. "Queríamos demostrar eso, que sí que te da una base. Es una preescuela: la conducción no tiene nada que ver, pero sí que te enseña a medir las distancias en la velocidad y a memorizar los recorridos. La prueba es que no tuvimos ningún accidente, y eso no es por suerte".

Tanto es así, que conforme pasaron los días y pese a que entre descenso y descenso el tiempo realizado pudiera variar apenas unas milésimas, los navarros eran capaces de saber en dónde habían fallado. "Vas desarrollando unas sensaciones tales que, pese a que atrás vas agachado (Goñi, el piloto, iba delante, y Paularena detrás) no tienes ninguna referencia, sabes perfectamente dónde ha fallado el piloto y qué ha hecho mal. Vas sientiendo los peraltes y sabes por dónde vas en todo momento". Hasta tal punto de que, pese a ser unos novatos, en la carrera del último día dejaron a cuatro parejas detrás (terminaron en el puesto 13º de 17, con los valencianos en el 16º).

Al finalizar el curso recibieron el diploma que acredita su capacidad para poder subirse a un bob en un circuito y que es imprescindible (lo exige la Federación Internacional) para empezar a competir.

En su afán por mostrar la similitud entre el bob y la goitibehera, los navarros llevaron vídeos de competiciones a Austria. "Al verlos, los brasileños nos decían que si España tuviera un poco de visión podría tener 300 pilotos de bobsleigh".

Y a partir de ahora, ¿qué? Una vez retornados a casa y aguantado que familiares y amigos les llamaran locos (la marcha fue tan precipitada que no les dio tiempo a hacerlo), Paularena no quiere que lo vivido quede en una anécdota. Al contrario. "Ahora empieza otra carrera contrarreloj que es comprar un bob de segunda mano (uno decente les puede costar entre 8.000 y 10.000 euros; uno nuevo, de unos 35.000, se les va de presupuesto), acabar de constituir el club y empezar a preparar los viajes, porque nos vamos en seguida a La Plagne (Francia) para empezar los entrenamientos, porque queremos competir este mismo invierno".

La Plagne es el lugar de entrenamiento más cercano a Pamplona, a sólo 1.100 kilómetros (sólo hay 14 pistas en todo el mundo). Teniendo en cuenta que cada descenso, es decir, cada minuto, puede costarles entre 50 y 100 euros, el plan es compartir viaje con los valencianos y seguir entrenándose en goitibeheras. "Eso sí, vamos a construir una lo más parecida posible a un bobsleigh, sustituyendo el manillar por el sistema de sirgas y anillas que tienen para dirigir. Así nos acostumbramos a la postura, a tirar de las anillas, y no nos quedamos de brazos cruzados". Es decir, una construcción, a la navarra, del bob con ruedas que emplean los competidores de bobsleigh para entrenarse en verano.

En esa idea de expansión aspiran a involucrar a más navarros, preparando un montaje audiovisual para exponer a los practicantes de goitibeheras. "Ya sabemos que el año que viene vamos a ir una delegación navarra bastante importante", dice Paularena, que abre su dirección de correo electrónico para participantes o empresas interesadas: goitibehera@hotmail.com

Y no sólo con el bobsleigh, sino también con el skeleton, otra modalidad similar con el participante colocado boja abajo en el trineo y que es muy parecida a una variedad de las goitibeheras.

El paso del tiempo dirá a qué pueden llegar estos aventureros navarros, pero hoy en día sólo hay seis participantes en España y de entre ellos los navarros han demostrado ser los mejores, lo que les permite soñar con participar algún día en unos Juegos Olímpicos de Invierno. "Habiendo sólo dos equipos en España, si nos lo curramos... No es nuestro objetivo, pero si nos ponemos las pilas no es descabellado".