pamplona. Hace dos meses, el pamplonés Álex Ruiz, los vitorianos Carlo Escribano y Patxi Martínez de Maturana, y el granadino Raúl Morales, comenzaron un arriesgado descenso que -se suponía- iba a durar dos semanas. Tanto les gustó la experiencia que tardaron sólo ocho días, y sin pasar grandes apuros. Los experimentados piragüistas, transportando cada uno doce kilos de material dentro de cada kayak, cubrieron el Nilo Azul (que aporta el 85% del caudal al Nilo) desde el Lago Tana, donde nacen sus temibles rápidos, hasta casi su desembocadura, 500 kilómetros después, en el legendario Nilo. Mientras me enseña los vídeos que grabaron durante el trayecto, Álex Ruiz cuenta su aventura.

¿Ha sido la experiencia tal y como imaginaban que sería?

Logísticamente, más difícil. Técnicamente, en cambio, ha sido un poquito más fácil, aunque esto debe ir entrecomillado. El inicio del descenso del río fue muy fuerte, pero hubo un tramo de 150 kilómetros, a mitad del río, que fue más tranquilo. Pensábamos que habría algún rápido en ese tramo, pero no lo hubo, así que tocó remar más.

¿Por qué creyeron que el río sería más difícil de lo que en realidad fue?

La gente es muy exagerada... El río es fuerte, son 600 kilómetros y es mucho río. Los primeros 200 kilómetros fueron realmente rápidos, pero luego se suavizó mucho, y los otros 200 o 250 que quedaron fueron también fuertes. Eso sí, los paisajes que había eran realmente impresionantes, con unas montañas increíbles en un entorno volcánico... Es extraordinario. Lo que pasa es que contrasta aún más con el país en sí, que es, económicamente, muy pobre.

¿De todo lo que se llevaron de aquí, les sobraron muchas cosas?

¡El botiquín! (Ríe) Sí, nos sobraron recambios, un hornillo de gasolina que podríamos haber dejado porque había leña por las orillas y, sobre todo, comida. Nos sobró mucha porque tardamos menos de lo previsto.

En los vídeos se puede ver que hay gente corriendo por las orillas.

Sí, se quedaban alucinados. Imagínate: ven a unos tíos bajando el río montados en unos cacharros de colores... Para ellos era algo impactante. Además, se les notaba que estaban deseando hablar con nosotros. Eso sí, no hablaba ninguno inglés, así que teníamos que comunicarnos en su idioma, menos mal que nos compramos antes un diccionario... Poco a poco nos fuimos comunicando con ellos, y nos dimos cuenta de que es una gente muy pobre, sin embargo tienen cultura, todo el mundo allí sabía leer.

Y, en general, ¿qué tal les acogieron los lugareños?

¡Genial! Te tratan diferente porque ven que llegas con pasta, y quieren hacer negocios contigo, pero son muy hospitalarios y muy agradables. Todos querían que les bajáramos algún tramo de olas, se te tiraban encima de la piragua... Al principio te hace gracia, pero cuando ya te aparecen cincuenta tíos que quieren subirse... Ahí toca echarse a correr. No por peligro, porque no pueden hacer gran cosa, pero es que fuimos a hacer el río, y de esa forma no íbamos a acabar nunca. Una vez que te saludaban, conversabas un poco, les contabas de qué iba el tema, y rápidamente intentaban venderte algo. Es normal, porque nos veían como una fuente de ingresos, así que nos traían gallinas, huevos, unas tortas que hacían allá tipo taco mexicano... ¡Un día nos llevaron hasta un burro! (Ríe) Tuve la idea de darle a uno una barrita energética y no le gustó nada. De hecho, cuando yo no miraba se dio la vuelta y la escupió... A ver, siempre quieren echarte una mano, pero porque saben que esa mano va a ser recompensada.

¿Qué tal fue el viaje en avión y la llegada a África?

Bueno... bien. Salimos de Madrid con retraso, con destino a Estambul. Allí hicimos transbordo hacia Addis Abeba (capital de Etiopía), pero como tuvimos poco tiempo, nos perdieron el equipaje. No pasó nada, porque llegó con 24 horas de retraso, y es algo habitual que se pierda si el equipaje es grande o raro. Cuando llegamos allí, estuvimos haciendo gestiones -para lo cual son muy lentos-, la burocracia allí va muy mal, y después nos interceptaron el teléfono satélite. Así que tuvimos que ir al Ministerio de Comunicaciones, hacer una instancia y dejar un aval de 400 euros, que después nos devolvieron, eso sí, pero en el momento, tacatá, a pagar. De ahí fuimos en un vuelo interno a Bahir Dar (a orillas del Lago Tana, donde nace el Nilo Azul), y las piraguas las llevó una empresa de logística. La sensación de llegar allí fue algo acojonante. Era algo que llevábamos preparando años, habíamos invertido mucho trabajo y dinero, así que encontrarnos allí... La sensación de pensar que al día siguiente ya empezaba el descenso, fue increíble.

¿Y la entrada en el río?

Notamos desde el primer momento que estábamos en un agua diferente.

¿Vieron cocodrilos, hipopótamos?

Sí, vimos muchos cocodrilos. Muchos eran pequeños, pero también vimos algunos de un tamaño considerable. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos en una aventura y que aquello era África, que había que tener mucho cuidado.

¿Confiaban en poder hacer tantos kilómetros en tan poco tiempo?

¡Qué va! En absoluto. Creíamos que la media serían unos 50 ó 55 kilómetros, pero hicimos unos 80 diarios, aunque aún tengo las manos destrozadas de aquello...

¿Es África tan impresionante como dicen?

Sí, además yo pensaba que sería un paisaje feo, y sin embargo ha sido espectacular. Además, no sólo era el paisaje: un día fuimos a sacarnos una foto con una familia que había allí. De repente, un hipopótamo apareció por detrás y tuvimos que echar a correr como locos. Obviamente, el hipopótamo era mucho más rápido, pero cuando vio que nos íbamos se quedó tranquilo y no nos siguió más, menos mal...

¿Por qué les atacó?

No lo sé, son animales muy territoriales. Supongo que estaríamos invadiendo su territorio. Pero no sólo había hipopótamos: cada 500 metros de río encontrábamos cocodrilos. No sé cuántos vimos, pero fueron cerca de mil. Al principio te impresionan, pero luego te vas acostumbrando. Eso sí, vimos alguno de más de cinco metros...

¿Qué tal estaba el agua?

Estaba buena, no estaba fría. Eso sí, había que ir tapados porque el sol pegaba muy fuerte. Carlo fue un día sin nada arriba y luego sufrió una insolación, lo pasó bastante mal.

Supongo que haría mucho calor por el día y frío por la noche.

Durante el día, rondábamos los 40 grados, y por las noches bajaba a 15 grados, más o menos. Al principio notábamos más frío, pero luego ya nos sobraba ropa por todos lados.

¿Han adelgazado?

Yo, siete kilos. Consumíamos en torno a 6.000 calorías diarias, pero no las recuperábamos. Así que se nos nota bastante el cambio de cuando fuimos y cuando volvimos.

En total, ¿cuánto tiempo han estado en África?

Patxi y Carlo estuvieron tres semanas, porque se tuvieron que volver antes, y Raúl y yo, cuatro. Después del descenso, estuvimos haciendo algo de turismo y también trekking. ¡Había que aprovechar! Pero Carlo y Patxi tuvieron que regresar antes.

¿Lo más sorprendente del viaje?

El paisaje, sin duda. También, la sensación de 600 kilómetros de río donde tienes que buscarte la vida... Es increíble. La experiencia ha sido muy buena, nos ha salido todo redondo, la verdad.

¿Qué cambiarían ahora, si pudieran repetirlo?

Sobre todo, nos llevaríamos menos comida, porque ninguno nos imaginábamos que pudiera haber tanta gente en las orillas, y también menos kilos de recambios y cosas varias.

Encontrarse un río menos difícil de lo esperado, ¿qué cuerpo les dejó?

Pues no sé. No esperábamos encontrarnos esos 150 kilómetros tan planos. Esperábamos algo con más dificultad, pero el principio fue muy complicado y el cañón fue muy potente. Cuando llegas ahí dices: "Mejor, así es más tranquilito", pero luego echas de menos que corra algo más, aunque se compensa con la dureza del principio.

¿Se les ha ocurrido escribir la experiencia para que los próximos en aventurarse sepan exactamente lo que se van a encontrar?

Sí, de hecho lo hemos hecho. Hemos marcado todos los puntos de interés en el GPS: puntos de agua limpia, campamentos, rápidos... Lo colgaremos en Urkankayak.com. Además, tendremos que escribir algún artículo o algún reportaje, y puede que hagamos alguna proyección con el material audiovisual.

¿Preparan algo nuevo?

Sí, estuvimos hablando allí mismo de que hay un río en Birmania, y lo vamos a mirar, a ver si nos podemos escapar. El país nos ha llamado mucho la atención, pero aún tenemos muy poca información, de momento...