el fútbol es un deporte en constante evolución. Eso debió de pensar la FIFA hace 15 años cuando quiso hacer más grandes las porterías. Exactamente quiso ensancharlas 50 centímetros de ancho y 25 de altura. Pese a que parecía algo que iba a ser aprobado a principios de 1996, la medida nunca llegó a tomarse.

La FIFA, esa organización que rehusa sistemáticamente introducir innovaciones tecnológicas, buscaba en 1996 nuevas fórmulas para hacer más atractivo el fútbol. Para eso, Blatter, que ya por entonces ocupaba el asiento de secretario general, daba por casi cerrado que habían encontrado una nueva panacea: ampliar las porterías, lo que, en principio, traería más goles al fútbol mundial. De por sí, Blatter afirmaba lo siguiente con mucha contundencia. "Los guardianes de estas reglas están de acuerdo con ensanchar y subir el larguero", comentaba el que más manda de la FIFA.

Los porteros, como por el entonces rojillo Javier López Vallejo, se tomaban esta decisión con bastante resignación. "Estas reglas siempre van en detrimento de los que queremos impedir los goles", comentaba por aquel entonces el cancerbero navarro.

El mayor problema para los guardametas no era que los delanteros tuviesen más espacio para anotar goles, la dificultad máxima era la colocación. "Ahora no tengo que mirar para atrás para saber si estoy bien colocado", afirmaba López Vallejo.

La FIFA hasta había pensado cómo podrían experimentar las nuevas porterías antes de pasarlas al fútbol de elite. Los campeonatos internacionales de categorías inferiores (como luego hicieron con otras reglas como la de los cinco árbitros) serían los campos de cultivo para esta nueva regla que entraría en vigor después del Mundial de Francia de 1998.

Finalmente, la norma hizo mucho ruido pero, como muchas de la FIFA, luego se quedó en nada, las porterías siguen midiendo lo mismo y los porteros no tuvieron que preocuparse por las nuevas medidas.

no a los tiempos muertos Pero esta regla no era la única que la FIFA quería implantar. El máximo organismo del fútbol llegó a pensar en adoptar una regla típica del baloncesto o del balonmano: los tiempos muertos. Pero esta nueva regla no contó con el apoyo de Blatter, por lo que se quedó antes en el camino que la de ensanchar las porterías.