Pamplona. Mujer todoterreno por su condición de deportista y periodista, Rebeca Urretavizcaya es la segunda de cuatro hermanos -Joaquín, Inés e Ignacio-; hija de Lourdes y Jesús; tía ejemplar de Ester, Andrés, Sergio y Miguel -también de Cristina, que está a punto de nacer-; y una apasionada de los viajes de aventura, a los que siempre acude acompañada de su pareja, José Antonio. ¿Lo sabían? Seguro que no, como tampoco conocerán otras de sus opiniones. Son éstas.

Con lo poco que se habla de su deporte, ¿no le parece un fastidio protagonizar esta sección?

Tampoco. La verdad es que no se nos hace mucho caso, pero, si también se nos conoce hablando de otros temas y se nos vincula al deporte que practicamos, bienvenido sea.

Hagamos una excepción y venda su deporte, el fútbol sala.

Se trata de un deporte muy entretenido y divertido, tanto para la gente que lo practica como para la gente que lo ve. Y para los que están empezando, es un deporte con muchas cosas beneficiosas: te hace pensar mucho, casi siempre estás en contacto con el balón… En definitiva, que te diviertes mucho practicándolo. Al menos, a mí me pasa.

¿Por qué cree que tiene tan poca presencia en los medios?

Porque el fútbol siempre está por encima, pero creo que pasa con todo el deporte femenino en general. Además, en el caso del fútbol sala femenino tenemos el inconveniente de que no tiene demasiada historia y es ahora cuando empezamos a sacar la cabeza. Creo que es normal que tengamos menos presencia, pero para eso estamos, para que se hable de nuestro deporte.

Sin embargo, el deporte femenino está pegando muy fuerte en Navarra: Itxako, Obenasa, Orvina…

Sí y me gusta que se vea que las mujeres tenemos interés por el deporte y que valemos para practicarlo. Que trabajamos, que nos esforzamos y que al final nuestros esfuerzos también dan frutos como en el deporte masculino.

La virtud de no salir tanto en prensa es disponer de una mayor intimidad en su vida privada.

Eso está claro. Si soy sincera, creo que no me ha parado nadie por la calle (risas). Bueno, los vecinos de Orvina, sobre todo gente mayor y niños, sí que me suelen saludar y me preguntan por el resultado de los partidos, pero nada más. Y luego hay otra gente que me saluda y no sé si la conozco o no, pero como soy muy despistada no sé si es porque no me acuerdo de ellos o porque me conocen del fútbol sala (más risas). En este sentido, la anécdota más graciosa me sucedió con mi hermana Inés, que también es jugadora de fútbol sala. Entramos juntas a un bar en Leitza y el camarero le preguntó a ella a ver si era la portera del Orvina. Le había confundido conmigo.

¿Les invitaron a la consumición?

Qué va, tuvimos que pagar.

¿Le gustaría tener más fama, que le reconocieran y le pararan por la calle?

No. Me gustaría que se conociera más mi deporte, que la gente conociera el fútbol sala, pero no creo que tengan que parar a nadie por dedicarse a un deporte por muy famoso que sea el personaje en cuestión.

Además de jugar en la máxima categoría del fútbol sala nacional, también ejerce de periodista. ¿Cómo compagina ambas facetas?

Como trabajo en una empresa de comunicación, los horarios son más fáciles de compatibilizar con el deporte. Además, he tenido la suerte de que en la empresa en la que trabajo me han conocido siempre jugando a fútbol sala y no me ponen ningún problema cuando tengo que jugar, porque cuando me toca hacer desplazamientos largos en autobús a veces tengo que salir antes del trabajo. Y la verdad es que nunca me han puesto pegas. Puedo compaginarlo bien. Sin embargo, tengo compañeras de equipo a las que les resulta más complicado.

¿Se considera una profesional por jugar en la elite?

Eso sí, pero realmente no me considero una profesional. Es verdad que estamos en la máxima categoría, pero a veces me planteo que, si realmente pudiera ganarme la vida jugando únicamente a fútbol sala, no sé si me gustaría porque ahora mismo lo practico como un hobby y si se convirtiera en una imposición… Para mí, el fútbol sala en particular y el deporte en general es una forma de desahogarme, pero tenerlo como una obligación de estar todos los días dándole no sé hasta qué punto se podría volver luego en mi contra. Por ejemplo, por mucho que me guste el periodismo, hay días en que lo mandaría a paseo. Por eso digo que no sé hasta qué punto convertir el deporte de hobby a trabajo sería bueno para mí. No sé si sabría asumirlo como tal.

Portera de fútbol sala. ¿Es vocacional?

Me gustan las emociones fuertes (risas). Lo del fútbol sala es vocacional porque siempre me ha gustado jugar, pero también le he dado a otros deportes. Empecé haciendo taekwondo y estuve hasta los 12 ó 14 años, justo hasta cuando iba a examinarme para el último cinturón, el negro, pero a partir de entonces me decanté por el fútbol sala y la verdad es que nunca me ha traído problemas practicar este deporte. Entiendo que se vea como algo extraño, pero yo siempre he jugado con chicos y chicas, y no me parece tan raro.

¿Y el periodismo?

También. Siempre me ha gustado escribir. En el colegio me presentaba a los certámenes de cuentos y en el instituto participaba en la revista que se hacía allí, aunque antes de empezar la carrera de periodismo también barajé la posibilidad de estudiar biología marina, pero me tenía que ir muy lejos; y también ser azafata, por el tema de viajar y los idiomas. Sin embargo, al final me quedé con el periodismo. Realmente quería ser corresponsal o enviada especial, pero no me ha salido.

Casi cinturón negro de taekwondo. ¿Hay que tener cuidado con usted?

Tengo muy mal genio, pero tampoco hay que tener cuidado conmigo. No me gusta pelear. De hecho, una de las razones por las que dejé el taekwondo fue porque me dijeron que tenía que ir a combates para pegarme con unas chicas que no me habían hecho nada. Era algo que no entendía. Esa fue la principal razón por la que dejé el taekwondo, aunque luego hubo otras. Sí que tengo muy mala leche, pero soy más de pegar portazos, poner malas caras o dar cuatro gritos. Creo que no me he pegado nunca con nadie y tampoco tengo intención. Soy antiviolencia.

¿Existe el machismo en el deporte?

Pienso que sí. Entiendo que no es lo mismo enfrentar a un equipo solo de chicas con uno solo de chicos porque, al final, se nota una diferencia grande en lo referente a la fuerza física, pero creo que sí es posible hacer partidos con equipos mixtos, aunque también me gustaría recalcar que las diferencias físicas entre hombres y mujeres son cada vez menores en el mundo del deporte.

¿Y en el periodismo?

También, pero esto viene de lejos. Hace años el periodismo era de hombres y hay cosas que cuesta cambiar. El físico de la mujer llama más la atención y por eso se destaca, sobre todo en televisión. El ejemplo más claro puede ser el de Sara Carbonero. Sin embargo, pienso que un buen profesional no depende de su sexo. Si eres bueno en algo, da igual que seas hombre o mujer.

¿Y en la sociedad?

También lo hay. Vamos progresando, pero todavía queda mucho. Llegará un momento en el que no existirá, pero es algo que traíamos históricamente y que todavía vamos a seguir notando, aunque yo no me he encontrado con muchos casos de machismo. Igual es por el ambiente en el que me he movido. Ahora las mujeres tenemos que ir reivindicando cosas, aunque creo que va a seguir existiendo el machismo durante bastante tiempo.

¿Qué es lo peor que ha escuchado practicando su deporte?

La verdad es que estoy a lo mío y no hago caso a lo que dice la gente desde la grada. Reconozco que soy una niña burbuja y no me entero mucho de las cosas (risas), pero tampoco creo que se digan muchas burradas en el fútbol sala femenino o, por lo menos, a mí no me suena.

Recalca que le gusta el fútbol sala por encima de todo. ¿Y el fútbol?

Sí. El Barça de Pep (risas).

Así que no hay duda, el Barcelona es su equipo favorito.

La verdad es que he sido siempre del Athletic, pero, sinceramente, el equipo que más me gusta es el Barça. Cuando veo un partido entre el Barça y el Athletic, me tira más el Barça.

¿Del Athletic?

Sí, porque mi padre es de Bilbao. Es una herencia de familia. De hecho, mi hermano mayor también era del Athletic, pero ahora se ha hecho de Osasuna por influencia de su mujer (risas).

¿Es del Barça de Guardiola o su afición viene de antes?

Me gusta desde la época del Dream Team de Cruyff, con Goiko, Laudrup... Eso sí, tuve una pequeña crisis cuando Laudrup fichó por el Madrid, pero luego se me pasó.

¿Y Osasuna?

Lo sigo porque es el equipo de aquí y quiero que gane. Me interesa. Es más, he escrito un libro sobre Osasuna.

¿Por devoción u obligación?

Un poco por todo. Por obligación, porque me dedico al periodismo; y por devoción, porque me gusta el fútbol y me gusta Osasuna. Es el equipo de mi tierra, un equipo de casta y es rojillo, como los colores del Lacturale Orvina. De pequeña iba todos los domingos al campo a ver a Martín González, Martín Domínguez, Sola, Ibáñez, Pepín, Bustingorri… En esa época no me perdía ni un partido en El Sadar.

Hablamos de fútbol sala y fútbol, pero ¿qué otros deportes le gustan?

La pelota, el tenis, el baloncesto, el balonmano… Todos en general.

Si tuviera que elegir, ¿con cuál se quedaría?

No lo sé. Soy muy de hacer zapping y ver todo, aunque también me gusta practicarlos. Por ejemplo, nunca he jugado a pádel, pero, cuando deje el fútbol sala, intentaré probar con el pádel o retomar el taekwondo. ¿Con qué me quedaría? Con cualquier buen partido.

Ha dicho que también quería ser azafata...

Sí, pero la altura no me dio (risas).

En serio, ¿por qué azafata?

Por los viajes. Me agobio mucho si tengo días libres y no hago nada. Me encanta viajar, conocer gente, países… Los viajes organizados no me gustan y siempre intento ir por libre, aunque entiendo que hay países a los que no se puede ir de esta forma. Pero me gusta conocer todo el país a fondo porque no sé si voy a volver, ya que me gusta ir variando los destinos. Hay una enorme riqueza cultural por todo el mundo.

¿Cuáles han sido los destinos más llamativos que ha visitado?

Me impresionó Siria, y en Irán no esperaba encontrarme lo que me encontré.

¿A qué se refiere?

A que es un país con una cultura distinta, muy rico en yacimientos arqueológicos y con una gente muy agradable.

Y muy estricto con la forma de vestir de las mujeres.

Así es. A mí me tocó ir con el pelo tapado, pantalón hasta los tobillos y cubierta hasta las muñecas.

Hablando de Irán. ¿Vio la entrevista de Ana Pastor al presidente Mahmud Ahmadineyad?

Sí, pero no entera.

¿Qué le pareció?

Me llamó la atención que la periodista llevara el pañuelo sin taparse el pelo del todo, ya que las mujeres solo pueden enseñar el pelo a sus familiares más cercanos. Antes creo que había normas menos estrictas a este respecto, según lo que me comentó la guía que nos enseñó el país. Ella estaba muy abierta al mundo occidental y me dijo que estaban intentando mejorar la situación de las mujeres, pero hace poco me escribió un email para decirme que el presidente se había vuelto más estricto. Pero la entrevista me pareció que estuvo bien. Ana Pastor le echó un par de narices. Se la jugó e hizo muy bien su trabajo. La pena es que se habló más de la caída del pañuelo que de la propia entrevista. Donde sí la vi fue en el programa de Buenafuente y me impactó que dijera el método para quitarse el miedo cuando se quedó sola delante del presidente iraní: pensó en su hija casi recién nacida y en el mundo que quería que ella heredara. Por eso no se cortó a la hora de hacer preguntas cuando Ahmadineyad se puso borde. Me gustó la entrevista y me habría gustado estar en su lugar.

Otro tema de actualidad que le afecta es la ley de los 110 kilómetros por hora. ¿Se ahorra energía?

Vivo en Larraga y trabajo en Pamplona, por lo que me toca conducir a diario. Y la verdad es que nadie va a 110, pero, para ser sinceros, nadie iba antes a 120. Sin embargo, yo el tema del ahorro energético no lo he visto por ningún lado. Sigo echando gasolina dos veces por semana. Lo único que he notado es que me cuesta más llegar a casa. Solo me gustaría la ley si realmente sirviera para gastar menos, cuidar el medio ambiente y reducir el número de accidentes.

¿Le queda tiempo para ver la televisión?

Muy poco, la verdad, y no le presto demasiada atención. No me da la vida. Llego tarde a casa y para mí es como ver pasar imágenes. A la hora de comer suelo ver Corazón, corazón, que es lo que está puesto en casa, y la verdad es que no entiendo nada de lo que dicen, pero solo sé que siempre salen los mismos personajes.

Y la moda, ¿le gusta?

Sí, pero uso la ropa que necesito. Me gusta combinar y ponerme lo que se lleva, pero sé que, si me gasto mucho en ropa, luego no me llega para viajar. Así que intento comprar lo necesario, aunque, como todo el mundo, tengo más ropa de la que necesito. Eso sí, si tengo que elegir, prefiero ir cómoda que a la moda.

Para terminar, ¿qué diría de usted en un anuncio por palabras?

Con lo que me gusta hablar y por mi condición de periodista, no podría. Me arruinaría.

Pero es el trámite por el que pasan los protagonistas de esta sección.

No me conozco lo suficiente para hacerlo. Con 33 años que tengo, me sigo sorprendiendo a mí misma.