José Miguel González, Míchel, casado y con dos hijos, sobrelleva con infinita paciencia que se dude de su orientación sexual con eso de Míchel, Míchel, maricooón, e incluso recientemente comentaba, no sin humor: "Me llaman homosexual en todos los campos. Ya tengo líos hasta en casa".

Pero el cántico no surgió de la nada, sino que nació hace ya veinte años, inspirado por el propio Míchel. El 8 de septiembre de 1991, en un Real Madrid-Valladolid que acabó 1-0, el madridista se situó junto a Carlos Valderrama en un córner y le tocó repetidamente los genitales. La reacción del colombiano es digna de ver: primero se asoma hacia abajo con sorpresa, después mira a Míchel no menos asombrado y al final le echa el cuerpo hacia adelante para que el madridista se sirva él mismo.

No hubo tarjeta para el sobón, pero bastante castigo tuvo (y sigue teniendo) con el hecho de que las cámaras captaran las imágenes.

Míchel intentó excusarse después diciendo que "solo fue una broma que algunos se ve que no entienden". El Pibe Valderrama no quiso echar leña al fuego y se limitó a comentar que le había "sorprendido" lo sucedido.

Sanchís, compañero de Míchel en el Real Madrid, quiso quitarle hierro al asunto con una argumentación parecida a la de Míchel: "Sería ilógico sancionarle por este acto, porque lo que hizo no son más que bromas normales que se gastan los jugadores en el mundo del fútbol".

Por su parte, Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, se aferró a que "siempre es mejor una caricia que una patada".

Y quien seguramente estuvo más cerca de la verdad fue Gonzalo Gonzalo, presidente del Valladolid: "Míchel buscó provocar a Valderrama para que éste reaccionara y con una posible agresión fuera expulsado del terreno de juego".

Faltaba por oír la opinión de los medios colombianos. Las televisiones repitieron hasta la saciedad las imágenes y el periódico El Tiempo no escatimó las críticas al centrocampista del Real Madrid, en una información titulada con sarcasmo: "Míchel, en la zona de candela del Pibe".

Johan Cruyff, entrenador del Barça y amigo siempre de meter la nariz en todas partes, entró también en el conflicto: "Valderrama demostró ser un gran profesional, porque en estos casos es muy difícil no reaccionar".

A Míchel no le cayeron partidos de sanción, pero sí una multa de 500.000 pesetas (unos 3.000 euros) por "conducta incorrecta" y "falta de decoro", y una imagen y una canción que le perseguirán toda su vida.