LA nueva elección en la presidencia de nuestro balonmano demuestra que las bases demandaban un cambio rotundo entre sus filas. El carisma, la imagen y trayectoria de José Javier Hombrados no han sido suficientes para tumbar la apuesta de Blázquez, un proyecto que se ha saldado con una victoria relativamente sorpresiva.
Había que evitar que la sangre llegase al río, sobre todo después del bochornoso espectáculo ofrecido en el episodio del viernes, donde Blázquez vio cómo pudo haberse quedado sin candidatura hasta última hora. Este triunfo demuestra que las encuestas en este tipo de comicios cerrados no sirven, como tampoco lo hicieron en la victoria de Román sobre Brocate hace cuatro años.
El nuevo presidente deberá gestionar la mayor crisis de la historia del balonmano español con recursos ínfimos, además de echarle mucha imaginación y practicar el malabarismo con lo que quede en las arcas. La reestructuración de nuestro balonmano pasa ahora por conceder el beneficio de la duda a una futura gestión.