pamplona. Sigue en una nube después de cuatro meses en Atenas, donde se mudó en enero para jugar en el Panathinaikos, uno de los equipos míticos del país mediterráneo. Acostumbrado a la sobriedad de Pamplona y Huesca, allí se encontró con otra manera de ver el fútbol, pero también la vida. Jokin Arcaya Esparza (15/06/1988) tiene anécdotas de las que solo unos pocos pueden presumir y ahora, a su regreso a Pamplona, aprovecha para contárselas a sus más allegados mientras define su futuro.
Acaba de regresar de Atenas, donde disfrutaba de un tiempo espectacular. ¿Cómo está llevando el paso de un clima de playa al invierno eterno de Pamplona?
Es deprimente. Vengo de estar en la playa, de una ciudad donde hace mucho calor y me he encontrado con que tengo que sacar la cazadora y las botas, pero así es Pamplona y no queda otra que asumirlo.
Se mudó a Grecia en enero para jugar en el Panathinaikos. ¿Qué idea tenía de aquel país?
No conocía prácticamente nada. El fichaje se produjo en apenas dos horas y lo primero que hice fue informarme acerca del equipo más que del lugar, así que se puede decir que llegué allí a la aventura.
¿Qué le ha sorprendido?
Todo. Grecia es la África de Europa. Es increíble lo distinto que es todo: los coches, la circulación, la cultura, la comida, el clima tan diferente al norte de España... Pero sobre todo la gente. Los griegos son más abiertos que nosotros, viven más relajados que aquí.
Así que las sorpresas han sido positivas...
Ha habido de todo. Con el coche por ejemplo son un peligro porque no respetan las señales y cada uno hace lo que se le ocurre. Pero la hospitalidad de la gente es espectacular y me quedo con eso.
Las noticias que llegan desde Grecia están relacionadas con la fuerte crisis económica. ¿Está el país tan mal como lo pintan?
La zona donde yo me movía no sufría crisis. He visto coches de un lujo que no había visto en mi vida, pero cuando te acercabas al centro, a la zona de la Acrópolis, sí se veía que la gente no lo está pasando nada bien, que hay mucha pobreza.
¿Cómo era su día a día en Atenas?
La ciudad deportiva del equipo tiene de todo y pasaba muchas horas allí. Dormía en casa, pero poco más. En la ciudad deportiva teníamos un cocinero que nos hacía desayuno, comida y cena, así que allí hacía las comidas y la siesta, porque teníamos cada uno nuestra habitación particular con televisión, wifi y todas las comodidades. Después solía ir a tomar algo con algún compañero de equipo y volvía a casa.
Es muy típico de Grecia la espectacularidad en las gradas de los pabellones, por ejemplo en baloncesto. ¿Fue a ver algún partido?
Por supuesto, tenía muchas ganas de ver un partido del Panathinaikos porque es un equipo muy grande en el baloncesto griego y a nivel europeo. Fui a verlos contra el Barcelona en un choque de Euroliga y no hay palabras para describir lo que me encontré. Había miles de personas en las gradas, muchas subidas en vigas y con bengalas dentro del pabellón. Es espectacular, algo inconcebible en España.
¿Cómo era el ambiente en los encuentros que jugaba su equipo?
Tremendo. Llegaba de jugar en Osasuna, donde he podido sentir el ambiente del Reyno de Navarra, y estaba acostumbrado sobre todo a jugar en Huesca ante unos 3.000 espectadores, está claro que es otro ambiente. A ver al Panathinaikos van unas 50.000 personas todos los partidos, y la repercusión que tenía el equipo era tremenda. Incluso teníamos que entrar al estadio escoltados y nos veíamos en los programas del corazón. Es otro mundo.
¿Cuál es el momento que más le ha impactado?
Recuerdo el partido frente al Aris de Salónica porque tiraron un petardo y explotó a un metro de mí. Me dejó un pitido enorme en el oído, pero mi compañero Vitolo me dijo que no me tirase al suelo, porque si lo hacía me iban a lanzar más. La verdad es que guardo muchos recuerdos que se me quedarán grabados toda la vida.
¿Le ha dado tiempo a hacer turismo por Grecia?
Tuvo que venir mi familia para sacarme de casa y conocer la zona, porque allí hacía vida con los compañeros de equipo y poco más. Con las visitas vi el Partenón, Plaka, Siri... y todo es espectacular.
¿Recibió muchas visitas?
He estado poco tiempo allí, y como todo surgió tan rápido mucha gente no pudo venir. Vinieron mis abuelos, mi madre, mi tía y mi primo pequeño, prácticamente todo el mundo que yo quería que viniera menos mi hermano, porque juega en Osasuna y tenía partidos.
¿Cómo se manejaba con el idioma?
El griego es complicadísimo, he aprendido lo básico. Pero en el equipo había uruguayos, españoles... bastante gente de habla hispana y con ellos no había problema. Eso sí, a mí me gusta relacionarme con todo el mundo y tuve que tirar del inglés para hablar con la gente.
¿Y qué tal la comida?
Comía casi siempre en la ciudad deportiva, pero sí que me intentaron hacer probar la musaka, que es una receta típica griega que lleva carne picada con berenjena, pero no me gusta la berenjena y no lo tomé. También son muy típicos los cafés, son buenísimos.
Hasta mudarse allí tan solo había salido a Huesca y podía volver mucho a Pamplona. ¿Cómo ha llevado el tema de la distancia?
Fue gracioso porque yo no era consciente de que Atenas estaba tan lejos de España. Recuerdo que llamé a mi madre para comunicarle el fichaje y me dijo que no iba a poder venir apenas a verme por lo lejos que me iba, y yo le dije que tampoco era para tanto. Pero cuando vi el mapa me asusté.
¿Se le hizo pesado?
Pesado no porque apenas he estado cuatro meses, pero en las últimas semanas tenía mucha ansia por volver a Pamplona. Me ponía hasta vídeos de San Fermín porque me tira mucho la tierra. Estaba acostumbrado a vivir en Huesca y volver un par de veces al mes a casa, y al estar tan lejos se echa más de menos, pero estaba muy a gusto allí.
¿Cómo se entretenía en los ratos libres?
Apenas veía la televisión porque solo sintonizaba canales en inglés y en griego. Me aficioné a ver El mentalista en inglés y estaba todo el rato en YouTube y Facebook. A veces intentaba ver canales griegos, pero no entendía nada y me di por vencido.
Usted también es un reconocido aficionado taurino.
Sí, procedo de una familia con mucha tradición taurina. Mis abuelos son muy sanfermineros y siempre me han inculcado la fiesta de día: ir a los toros, al Encierro... Desde muy pequeño he ido a ver la corrida a la Plaza de Toros, pero en silencio y tranquilo, a ver torear. Nunca me ha llamado mucho la atención el tema de las peñas, me gusta el arte del toreo y disfruto con él. Comparto esa afición con mi excompañero Kike Sola y solemos comentar mucho las corridas entre nosotros y por Twitter.
¿Qué torero le gusta?
Soy muy de Morante de la Puebla y ahora me empieza a gustar cada vez más Manzanares.
Así que estará deseando que llegue San Fermín...
Todavía no sé si estaré aquí en esa fecha, ahora estoy tranquilo y no tengo ni idea de dónde estaré en julio, ni siquiera en unos días, pero me encantaría poder disfrutarlos.
Y también ir a la plaza...
Claro. Ya tengo mi abono familiar localizado y ojalá pueda ir.
Los futbolistas lo tienen prohibido pero, ¿nunca ha caído en la tentación de correr un Encierro?
Lo tengo prohibido, pero más por parte de familia que por ser futbolista. Un tío mío murió en el Encierro y siempre que salgo por la noche, a las ocho de la mañana mi madre o mi abuela me llaman para asegurarse de que no voy a correr.
De pequeño corría en las vacas de fiestas de Ribaforada, pero en Pamplona ni me lo he planteado.
¿Y cuando deje el fútbol?
Por respeto a mi familia y por mí mismo no, eso es para valientes. Es más peligrosa la gente que los toros en sí y no tengo ninguna intención de correrlo.
Además de los taurinos, ¿con qué otro momento de las fiestas se queda?
Me encanta ir a almorzar con mi abuelo a la Bajada de Javier, es un momento muy especial. También escuchar el cohete del Encierro. Desde mi casa se escucha y me encantaría poder tirarlo algún día. Me quedo con la fiesta en general, ver a la gente olvidándose de sus problemas, feliz, ver la ciudad de blanco..., me gusta todo.
¿Prefiere las salidas nocturnas pamplonesas o las griegas?
En Pamplona somos más naturales, más normales, ves a gente con vaqueros y camiseta y ya está. En Grecia todo el mundo va muy peripuesto y le da mucha importancia a las marcas. La gente se comporta como modelos. Me quedo con la fiesta de Navarra.
Usted no es el único futbolista de la familia. Su hermano pequeño, Xabier, juega en el equipo juvenil de Osasuna. ¿Hay pique entre ustedes?
Siempre hay alguna broma, pero nada de celos ni mucho menos. Yo siempre le digo a mi hermano que ojalá pueda llegar a debutar en Primera con Osasuna porque luego pueden pasar muchas cosas. Ojalá él sea mejor que yo y pueda disfrutar del fútbol. Me encantaría que llevara la vida de futbolista porque se rompió la rodilla y lo ha pasado muy mal, pero no piensa en nada más que en ser profesional y pone todo su empeño en hacerlo a pesar de todo. Tiene madera, quiere conseguirlo y ojalá pueda lograrlo.
¿Le pide consejos?
Pocas veces, porque él es mucho más tranquilo que yo. Yo soy más cabeza loca y él mucho más reflexivo. Además, jugamos en diferentes posiciones, pero a veces sí que me pregunta por cosas del entorno del fútbol o por cómo tiene que actuar ante determinadas situaciones.
¿Hay algún consejo que le hayan dado a usted y le haya marcado?
Que no por correr mucho llegas antes. En su época me daba mucha rabia cuando me lo decían, pero está claro que me ha marcado el que me dijeran que tenía que estar tranquilo y tener paciencia. Las cosas no pasan de un día para otro, no puedes precipitarte. Hay que tener paciencia porque todo llega.
¿Qué es lo peor de ser futbolista?
Que te encasillen en un determinado prototipo de persona. La gente que voy conociendo me suele decir que a primera vista no aparento ser tan abierto como soy. A veces me han comentado que parezco chulo, pero al conocerme se sorprenden porque soy un chico completamente normal. Claro que hay futbolistas que aparentan que viven en otro mundo, pero en general somos gente muy sencilla.
¿Usted se ha llevado sorpresas entre sus compañeros?
Por supuesto, para bien y para mal. Me llevé una sorpresa muy grata con Seitaridis. Le conocí cuando fui a Grecia y tenía la imagen de que estaba a otro nivel por los coches y el dinero que maneja, pero es el tío más normal del mundo, sencillo y muy simpático. Para mal también ha habido casos, existen situaciones en las que te enteras de cosas que han hecho compañeros y te sientes defraudado, pero cada uno es como es y no merece la pena darle más vueltas.
¿Sabe a qué se dedicará cuando se retire?
Todavía no. Ojalá lo supiera.
Entonces, ¿cómo se ve Jokin Esparza dentro de diez años?
No sé ni dónde estaré mañana, como para saber dónde estaré dentro de una década... El fútbol desde fuera se ve muy bonito, pero dentro de este mundo hay más cosas malas de las que parece. Si tienes la suerte de ser un crack y que todo te vaya de maravilla vale, pero hay muchos malos ratos de soledad y hay que renunciar a muchas cosas. No sé cómo estaré en unos años, me veré más viejo (entre risas), pero en cuanto al fútbol hay que ir día a día y no pensar mucho más allá.
Habla de soledad y de tener que renunciar a muchas cosas. ¿Se arrepiente de algo?
Para nada. Nunca. Todo el sacrificio me compensa con creces. Quiero ser futbolista con todo lo que ello conlleva. Me encanta ir al gimnasio, levantarme pronto para ponerme a entrenar y por ejemplo que un niño te pida una foto es tremendo, no lo cambio por nada del mundo. Es verdad que te pierdes vivencias con los amigos, pero no me arrepiento de nada. Es lo que elegí desde pequeño y tengo la suerte de poder disfrutar viviendo de lo que me gusta.