Un gol de dibujos animados
El barcelonismo recuerda aún el gran tanto de romario en el sadar ante osasuna
PAMPLONA. El gol de Romario fue uno de los muchos que completó en una temporada espectacular en la que, tras afirmar el día de su presentación que iba a conseguir 30 dianas, lo conseguiría en la última jornada de Liga.
El delantero brasileño recibió un balón en el borde del área y, sin control alguno de por medio, tan solo ajustó el gesto para enviar una vaselina imposible para el portero de Osasuna, Jesús Unanua. La naturalidad con la que Romario atrapó la pelota y la envió al fondo de la portería, la ausencia de esfuerzo con la que recogió el balón y remitió el recado a las redes de la meta osasunista no hacían sino ratificar que el Barcelona se había hecho con los servicios de un jugador de otro nivel. Un futbolista que no necesitaba músculo o ni planta para demostrar que el gol se sentía, que en su caso resultaba un pálpito más que una disciplina para practicar o entrenar. El futbolista de los dibujos animados marcó un golazo, pero si no hay duda de que la definición de Romario resultó llamativa, la maniobra previa de Michael Laudrup no se quedó a la zaga. El atacante danés estaba ofreciendo en el Barcelona una de sus mejores versiones y, en el gol de marras para las videotecas, recogió primero un rechace, se metió entre los defensas de Osasuna como cuchillo en mantequilla y terminó bombeando la pelota -un toque sutil- sobre la salida alocada de unos zagueros desarbolados que no miraron por el retrovisor. Romario marcó y se marchó tan campante.
El partido concluyó 2-3. El gol de los dibujos animados fue el segundo de la cuenta particular de Romario, que ya había anotado cinco minutos antes el primero. Osasuna se acercó en el marcador con un tanto de Merino, pero Stoichkov liquidó cualquier posibilidad de reacción con el tercero. En el minuto 90, el polaco Ziober logró el segundo del equipo rojillo y cerró la tarde. Pedro Mari Zabalza y Johan Cruyff eran los entrenadores.