EL titular que sitúa la información es el mismo que encabezó la noticia hace 20 años, cuando Miguel Induráin, que ya había ganado tres Tour y que venía de hacer un doblete ese año uniendo al triunfo en la ronda francesa el del Giro. El titular encaja a la perfección porque Miguel Induráin, que todavía iba a ganar dos veces más la gran carrera gala, era objeto de absoluta veneración también al otro lado de la muga que entendían, como debe ser, que la altura de una competición, en este caso de una prueba ciclista reservada para los más grandes, la otorgan la grandeza de sus participantes.
Por todo esto, François Mitterrand, presidente de la República francesa, entregó a Miguel Induráin la medalla de caballero de la Legión de Honor francesa, máxima distinción que otorga Francia. El acto se desarrolló en la embajada francesa en Madrid y en ella estuvieron el entonces presidente del Gobierno de Navarra, Juan Cruz Alli, y el presidente del Gobierno español, Felipe González, que asistió junto a cinco ministros de su gabinete. Junto a Induráin estuvieron en aquel día también inolvidable su esposa, Marisa López de Goicoechea, sus padres y hermano, Pruden, y José Miguel Echávarri, Eusebio Unzué, los máximos responsables deportivo de su equipo, Banesto. El secretario de Estado para el Deporte, Rafael Cortés Elvira, también asistió, así como el alcalde de Villava, Vicente Sabalza.
Mitterrand improvisó un discurso sin papel alguno y destacó que el premio que se le otorgaba "al gran campeón Miguel Induráin, al gran campeón español, al gran campeón mundial, es también un reconocimiento a la constancia, al esfuerzo y a la perseverancia que él representa". El presidente francés dijo sentirse "muy honrado" por condecorarle "y poder felicitar de forma muy especial a su familia". Las palabras previas de Mitterrand condujeron al acto de la condecoración como tal y al saludo a los familiares del ciclista.
El principal protagonista hizo gala de su naturalidad proverbial y de su poco apego a la alcurnia de las instituciones. "Aunque intentas acostumbrarte a actos como éste o el premio Príncipe de Asturias, la verdad que estar con las personalidad como las que están aquí impresiona un poco y nunca acabas de acostumbrarte", dijo Miguel Induráin. Un caballero.