irurtzun - A sus 18 años, se ha consagrado como uno de los valores del Magna Navarra. Junto con otros jugadores del equipo, encarna el cuidado y el mimo que el Xota pone en su cantera y hasta la selección española, en sus categorías juveniles, ha llamado ya a su puerta. Sin embargo, Dani Saldise tiene los pies en el suelo y las raíces bien asentadas en su pueblo, Irurtzun. Aquí tiene a su familia, a sus amigos y su bajera, y espera seguir siendo, durante muchos años más, un faifero más.

¿Como lleva el tema de las entrevistas?

-Al principio estaba un poco nervioso, sobre todo el año pasado, que era novato. Pero una vez que llevas un par ya te acostumbras y la verdad es que bien. Contento.

Ha sido complicado quedar con usted para esta. Tiene la agenda más apretada que la del presidente del Gobierno.

-Sí, la verdad es que estos días atrás no he pisado casi ni mi casa. La semana pasada estuve en Italia con la selección, vine el miércoles por la noche, dormí en casa y ya por la mañana me fui para Santiago con el equipo. Cuando volví ya pude estar un poco con la familia y los amigos, aunque sea un par de días, y luego ya me ha tocado volver a entrenar otra vez de lleno.

Entrena, juega, hace prácticas de sus estudios... ¿Llega a todo?

-Si te organizas bien da tiempo para todo. Cuando empecé a planificar el año con mi madre vimos que iba a ser muy difícil, pero al final da para todo. Donde hago las prácticas, en Intersport, me han dado muchas facilidades para poder ir a entrenar y, los días que tenga libre, ir con ellos. La semana la dedico sobre todo a entrenar y a hacer las prácticas, y también me da tiempo para estar algún día durante el fin de semana con los amigos.

¿Cuál es su cometido en Intersport?

-Yo soy como un trabajador más. El primer día que llegué me dijeron que iba a ser un empleado más, ni más ni menos. Y la verdad es que estoy muy contento. Ya me queda poco para acabar las prácticas y los compañeros que he tenido han sido una gozada. Me han ayudado mucho, me han aconsejado... Así que muy bien.

¿Su trabajo es de cara al público?

-Sí, me pusieron en calzado y venta de zapatillas.

¿Y alguna vez le ha reconocido alguien que haya ido a comprar?

-La verdad es que sí, me ha pasado bastantes veces (se ríe). Sobre todo muchos críos y gente de mi edad. Incluso, alguno me ha pedido alguna foto... Y el jefe mirando... Pero se ha reído y se lo toma bien.

¿Es buen vendedor?

-Sí. Desde pequeño me ha gustado todo lo relacionado con el comercio, con la venta, y mi madre ya sabía que acabaría metido en esto o en algo de deportes. Al final, han sido las dos cosas.

¿Qué tal sus estudios de Comercio y Marketing?

-Muy bien. Al principio cuesta un poco, porque pasas de dar Lengua y Matemáticas a meterte en un grado medio y dar asignaturas más específicas. Pero luego le coges el ritmo y los profesores son una gozada, te ayudan un montón. El año pasado iba a clase por las mañanas y, por la tarde, me tocaba entrenar y buscar huecos para estudiar y hacer los trabajos. Me va bastante bien, sí.

Eso está muy bien, tal y como está la situación ahora.

-Pues sí, la verdad. Antes dejabas de estudiar y enseguida tenías trabajo. Ahora, sin embargo, si dejas de estudiar ya no hay casi nada, a no ser que tengas a alguien que te meta en algún sitio. Tengo suerte de estar estudiando, formándome y encima jugar en Primera División. No me quejo para nada. Estoy muy contento.

¿Cómo ve todo lo que está pasando ahora? Es una crisis que está golpeando a todos, pero en especial a los jóvenes.

-Sí. Es lo que he dicho antes. Yo tengo gente cercana que lo ha pasado muy mal y acabamos pasándolo mal también con ellos. Ahora mismo es lo que hay.

¿Y ve solución a todo esto?

-La solución la tendrán los de arriba. Nosotros poco podemos hacer.

Tampoco ayuda mucho que cierren empresas emblemáticas como Inasa.

-Así es. El cierre de Inasa fue un golpe para todo el pueblo. El 80% de los trabajadores eran de Irurtzun y el otro 20%, conocidos. Fue un palo muy gordo, porque tocó a gente muy cercana, con hijos, muchos amigos nuestros... Con lo de Inasa sí que la cagaron los de arriba y se lo comieron todo los trabajadores. A ver si hay suerte y encuentran trabajo, alguno seguro que lo habrá hecho. Porque nos jodió a todo el pueblo, no solo a los empleados. A todos.

Llegado el momento, si tuviese que ir al extranjero a buscarse la vida. ¿Sería capaz de coger las maletas e irse?

-Bufff... Me costaría mucho. Si no queda otra habría que hacerlo sí o sí. Pero si existe una mínima posibilidad de quedarme en Irur-tzun y encontrar algún trabajo o estudio, me quedaría.

Ya veo que le costaría mucho marcharse de Irurtzun. ¿Qué significa para usted este pueblo?

-Desde pequeño he sabido que voy a vivir siempre en Irurtzun. Dejarlo sería muy duro. Mi madre antes ya decía que, de mayores, nos íbamos a ir a vivir a Pamplona. Y mi hermano Javi y yo le contestábamos que de eso nada. Él incluso era más cabezón que yo. Nosotros queremos vivir en Irurtzun y de aquí no nos mueven. Nos quedamos con los tíos o con quien sea, pero de aquí no nos vamos. Esto no lo cambio por nada.

Ya veo que le apasiona su pueblo. En su perfil de Twitter se define además como irur-tzundarra y faifero. Lo primero está claro. Pero lo segundo, ¿qué quiere decir?

-Tiene que ver con las bajeras. En Irurtzun hay una serie de bajeras y la primera que se hizo, la de Roberto Martil, Iñaki Morillas, Javier Noveleta y demás se le llama la One. La siguiente es la Two, donde está Igor del B, por ejemplo. En la Three está mi hermano. La Four no sé por qué no se hizo, quería ser bastante gente de ella, y al final mis amigos y yo decidimos ser la Five. Es la bajera que tenemos entre todos y desde hace tres o cuatro años nos empezaron a llamar así, faiferos. Ahora nos conocen así por todo el pueblo. Es un nombre para siempre. Hasta que tengamos 30 años y nos echen a patadas, nos quedaremos en la bajera.

Otra curiosidad, ¿por qué le llaman muñeco?

-(Se ríe). Antes de entrenar, solemos jugar unas pachangas para calentar. Y Araça, el brasileño que estaba el año pasado, me solía llamar muñeco, porque no daba ni un balón de cabeza ni nada y parecía un muñeco en la pista. Además, era el más pequeño, y sigo siéndolo, así que me he quedado con este mote. Pero me gusta, no me molesta nada.

Antes comentábamos que tiene una agenda muy ocupada, pero me imagino que también tendrá tiempo para divertirse como cualquier joven de su edad. ¿Le gusta la juerga?

-En fiestas de Irurtzun y demás sí. Más que juerguista, me gusta eso, salir con mis amigos. Sobre todo por los pueblos de la Sakana, donde conoces a gente. Prefiero eso a las discotecas.

Ahora cuando salga por los pueblos, además, tendrá que tener cuidado con el coche, ya que se acaba de sacar el carné de conducir.

-Sí, con esto ya he tenido también alguna coña (se ríe). Me gusta conducir, la verdad. Y no solo el coche. Cuando era pequeño, tenía minimotos. Incluso, alguna vez solía ir con Álex (Mariñelarena) a Olaberria cuando iba a entrenarse. Él, claro, entrenaba serio y tenía otro nivel... Yo iba después, cuando no había nadie en la pista y aprovechaba para conducir.

¿Y es prudente en la carretera?

-Sí, mucho. Además, como me acabo de sacar el permiso de conducir voy más aún con los cinco sentidos.

Hablemos de sus aficiones. ¿Qué le gusta hacer?

-Antes, como he dicho, me gustaban las minimotos y ahora sobre todo el póker y el mus. Solemos jugar en los viajes del equipo, en la bajera y en Irurtzun también suelen organizar torneos.

¿Y es buen jugador de póker?

-Sí, suelo ganar bastante. Bueno, y también perder... En cuanto al mus, si juegas en el autobús cuando vas con el equipo y ganas a algún mayor es mejor no celebrarlo. Yo suelo tener de pareja a Roberto Martil y la verdad es que el otro día perdimos todas las partidas, pero solemos ganar de normal.

¿Y su afición por el Arsenal? ¿De dónde le viene?

-Yo de pequeño era del Real Madrid porque mi abuelo era un seguidor cerrado. Me compraba camisetas y hasta calzoncillos del Madrid. Pero, según pasaron los años, me fui haciendo del Arsenal, porque me gustaba mucho Henry. En mi cuarto tengo desde camisetas a bufandas y banderas. Incluso, mi madre me bordó alguna vez a punto de cruz el escudo del Arsenal. Me encanta este equipo, estoy al tanto de sus resultados y hasta he hablado con un par de amigos para escaparnos alguna vez a Londres a ver algún partido.

Bueno, foto por lo menos con Henry ya tiene, de cuando fue al aeropuerto de Noáin a recibirlo.

-Sí, sí. Estoy muy orgulloso de esa foto. Mi madre se enteró de que venía a Noáin y me dijo para ir a verle. Yo me puse como loco. Y, de repente, cuando estábamos allí, le vi a ella peleándose con todos. Le decía al guardia que me dejase pasar para poder hacerme una foto con Henry. Al final el guardia me dejó y justo entonces pasó. Me saqué un par de fotos con él. Yo estaba loco perdido, con mis ocho o diez años.

También tengo entendido que de pequeño le gustaba mucho disfrazarse.

-Sí, mucho. Siempre que había un concurso o algo en Irurtzun, en Erroz o en Izurdiaga iba disfrazado. Más que a mí le gustaba a mi madre. Siempre me vestía de Peter Pan, del Zorro o de cualquier cosa así. Ahora de mayor sí que me gusta disfrazarme en carnavales o en Nochevieja. Yo estas tradiciones no quiero perderlas.

¿Y qué hizo con el conejo que le regalaron por ganar un concurso de disfraces en Izurdiaga?

-Ese lo llevé a Erroz, para que lo cuidaran mis abuelos y mi tía. Empecé a visitarlo, pero con el tiempo se me iba olvidando y no sé ni qué pasó con él. Yo creo que mi abuelo dijo, si no hay cena para hoy, ya sabemos qué vamos a comer (se ríe).

En el frontón de Erroz imagino que habrá jugado a dos de sus grandes aficiones: la pelota y el frontenis.

-Bastante. Ahora un poco menos, pero sí que de vez en cuando suelo jugar, en vez de quedarme en el sofá.

¿Y de pelota no le da consejos José Javier Zabaleta, al que conoce?

-Antes sí. De pequeño ya me solía decir que siguiera jugando a pelota y no al fútbol. Pero hubo un momento en el que me dijeron que no podía compaginarlo, tuve que elegir y preferí el balón. Me tiraba más. Me dio mucha pena dejar la pelota, porque además me trataban muy bien, solíamos ir a Leitza incluso a jugar. La verdad es que no se me daba mal.

¿Suele ir a verle jugar?

-Sí. Hace poco fuimos a verle todos los de Irurtzun al Labrit para animarle.

Su hermano, Javi, juega también en el Xota. ¿Suelen discutir mucho?

-Ahora ya no, pero de pequeño volaban objetos por la casa y mis padres se ponían... Igual jugábamos al fútbol sala y nos picábamos.

¿De mayor qué le gustaría ser?

-Intentaré seguir todo lo que pueda con el fútbol sala. Si pudiese estar tantos años como Javi (Eseverri) estaría muy bien, aunque es difícil. Pero, una vez termine, me gustaría hacer algo relacionado con el comercio y también con el fútbol... Crear un negocio está ahora casi imposible, pero poner una tienda de deportes.... O incluso un bar, es algo que siempre me ha gustado. Pero eso lo veo muy lejos. Ahora mismo me gustaría seguir siendo jugador hasta donde me aguanten las piernas.